El retoño de Isaí

11 Del tronco de Isaí brotará un retoño;
    un renuevo nacerá de sus raíces.
El Espíritu del Señor reposará sobre él:
    Espíritu de sabiduría y de entendimiento,
    Espíritu de consejo y de poder,
    Espíritu de conocimiento y de temor del Señor.
Él se deleitará en el temor del Señor.

No juzgará según las apariencias
    ni decidirá por lo que oiga decir,
sino que juzgará con justicia a los necesitados,
    y dará un fallo justo en favor de los pobres de la tierra.
Herirá la tierra con la vara de su boca;
    matará al malvado con el aliento de sus labios.
La justicia será el cinto de sus lomos
    y la fidelidad, el ceñidor de su cintura.

El lobo vivirá con el cordero,
    el leopardo se echará con el cabrito,
juntos andarán el ternero y el cachorro de león
    y un niño pequeño los guiará.
La vaca pastará con la osa,
    sus crías se echarán juntas
    y el león comerá paja como el buey.
Jugará el niño de pecho junto a la cueva de la cobra
    y el recién destetado meterá la mano en el nido de la víbora.
No harán ningún daño ni estrago
    en todo mi monte santo,
porque se llenará la tierra con el conocimiento del Señor
    así como las aguas cubren los mares.

10 En aquel día se alzará la raíz de Isaí como bandera de los pueblos; hacia él correrán las naciones, y glorioso será el lugar donde repose. 11 En aquel día el Señor volverá a extender su mano para recuperar al remanente de su pueblo, a los que hayan quedado en Asiria, en Egipto, Patros y Cus; en Elam, Sinar,[a] Jamat y en las islas del Mediterráneo.

12 Izará una bandera para las naciones,
    reunirá a los desterrados de Israel
y de los cuatro puntos cardinales
    juntará al pueblo esparcido de Judá.
13 Desaparecerán los celos de Efraín;
    los opresores de Judá serán aniquilados.
Efraín no tendrá más celos de Judá
    ni oprimirá Judá a Efraín.
14 Juntos se lanzarán hacia el oeste contra las laderas de los filisteos;
    juntos saquearán a los pueblos del este,
dejarán sentir su poder sobre Edom y Moab
    y se les someterán los amonitas.
15 Secará[b] el Señor el golfo del mar de Egipto;
    pasará su mano sobre el río Éufrates
    y lanzará un viento ardiente;
lo dividirá en siete arroyos
    para que lo puedan cruzar en sandalias.
16 Para el remanente de su pueblo,
    para los que hayan quedado en Asiria,
habrá un camino, como lo hubo para Israel
    cuando salió de Egipto.

Canciones de alabanza

12 En aquel día tú dirás:

«Señor, yo te alabaré
    porque, aunque estabas enojado conmigo,
tu ira se ha calmado
    y me has dado consuelo.
¡Dios es mi salvación!
    Confiaré en él y no temeré.
El Señor es mi fuerza,
    el Señor es mi canción;
    ¡él es mi salvación!».
Con alegría sacarán ustedes agua
    de las fuentes de la salvación.

En aquel día dirán:

«Alaben al Señor, invoquen su nombre;
    den a conocer entre los pueblos sus obras;
    proclamen la grandeza de su nombre.
Canten salmos al Señor, porque ha hecho maravillas;
    que esto se dé a conocer en toda la tierra.
¡Canta y grita de alegría, habitante de Sión,
    pues es grande, en medio de ti, el Santo de Israel!».

Profecía contra Babilonia

13 Profecía contra Babilonia que recibió Isaías, hijo de Amoz:

Sobre un monte alto agiten la bandera;
    llámenlos a gritos;
háganles señales con la mano
    para que entren por las puertas de los nobles.
Ya he dado orden a mis consagrados;
    he reclutado a mis guerreros,
    a los que se alegran de mi triunfo, para que ejecuten mi ira.

¡Escuchen! Se oye tumulto en las montañas,
    como el de una gran multitud.
¡Escuchen! Se oye un estruendo de reinos,
    de naciones que se han reunido.
El Señor de los Ejércitos pasa revista
    a un ejército para la batalla.
Vienen de tierras lejanas,
    de los confines de los cielos.
Viene el Señor con las armas de su ira
    para destruir toda la tierra.

¡Giman, que el día del Señor está cerca!
    Llega de parte del Todopoderoso como una devastación.
Por eso todas las manos desfallecen,
    todo el mundo pierde el ánimo.
Quedan todos aterrados;
    dolores y angustias los atrapan:
    ¡se retuercen de dolor, como si estuvieran de parto!
Espantados, se miran unos a otros;
    ¡tienen el rostro encendido!

¡Miren! ¡Ya viene el día del Señor
    —día cruel, de furor y ardiente ira—;
dejará la tierra devastada
    y exterminará en ella a los pecadores!
10 Las estrellas y las constelaciones del cielo
    dejarán de irradiar su luz;
se oscurecerá el sol al salir
    y no brillará más la luna.
11 Castigaré por su maldad al mundo
    y por su iniquidad a los malvados.
Pondré fin a la soberbia de los arrogantes
    y humillaré el orgullo de los violentos.
12 Voy a hacer que haya menos gente que oro fino,
    menos mortales que oro de Ofir.
13 Por eso haré que tiemble el cielo
    y que la tierra se mueva de su sitio,
por el furor del Señor de los Ejércitos,
    en el día de su ardiente ira.

14 Como gacela acosada,
    como rebaño sin pastor,
cada uno se volverá a su propio pueblo,
    cada cual huirá a su propia tierra.
15 Al que atrapen lo traspasarán;
    el que caiga preso morirá a filo de espada.
16 Ante sus propios ojos estrellarán a sus pequeños,
    saquearán sus casas y violarán a sus mujeres.

17 ¡Miren! Yo incito contra ellos a los medos,
    pueblo al que no le importa la plata
    ni se deleita en el oro.
18 Con sus arcos traspasarán a los jóvenes;
    no se apiadarán del fruto del vientre
    ni tendrán compasión de los niños.
19 Babilonia, la perla de los reinos,
    la gloria y el orgullo de los babilonios,[c]
quedará como Sodoma y Gomorra
    cuando Dios las destruyó.
20 Nunca más volverá a ser habitada
    ni poblada en los tiempos venideros.
No volverá a acampar allí el beduino,
    ni hará el pastor descansar a su rebaño.
21 Allí descansarán las fieras del desierto;
    sus casas se llenarán de chacales.
Allí habitarán los avestruces
    y brincarán las cabras salvajes.
22 En sus fortalezas aullarán las hienas
    y en sus lujosos palacios, los chacales.
Su hora está por llegar
    y no se prolongarán sus días.

14 En verdad, el Señor tendrá compasión de Jacob
    y elegirá de nuevo a Israel.
    Los asentará en su propio lugar.
Los extranjeros se juntarán con ellos
    y se unirán a los descendientes de Jacob.
Los pueblos los acogerán
    y los llevarán a su lugar.
Los israelitas los tomarán
    como siervos y siervas en la tierra del Señor;
apresarán a sus captores
    y dominarán a sus opresores.

Cuando el Señor te haga descansar de tu sufrimiento, de tu tormento y de la cruel esclavitud a la que fuiste sometido, pronunciarás esta sátira contra el rey de Babilonia:

¡Hay que ver cómo terminó el opresor,
    y cómo acabó su arrogancia![d]
Quebró el Señor la vara de los malvados;
    rompió el bastón de los gobernantes
que con furia y continuos golpes
    castigaba a los pueblos,
que con implacable enojo
    dominaba y perseguía a las naciones.
Toda la tierra descansa tranquila
    y prorrumpe en gritos de alegría.
Hasta los cipreses y cedros del Líbano
    se burlan de ti y te dicen:
«Desde que yaces tendido,
    nadie viene a derribarnos».

En lo profundo de los dominios de la muerte[e]
    todo se estremece al salir a tu encuentro;
por causa tuya se despierta a los muertos,
    a los que fueron jefes de la tierra.
A los reyes de todas las naciones
    se les hace levantar de sus tronos.
10 Todos ellos responden y te dicen:
    «¡También tú te has debilitado!
    ¡Ya eres uno más de los nuestros!».
11 Tu majestad ha sido arrojada a los dominios de la muerte,[f]
    junto con el sonido de tus liras.
¡Duermes entre gusanos
    y te cubren las lombrices!

12 ¡Cómo has caído del cielo,
    lucero, hijo de la mañana!
Tú, que sometías a las naciones,
    has caído por tierra.
13 Decías en tu corazón:
    «Subiré hasta los cielos.
¡Levantaré mi trono
    por encima de las estrellas de Dios!
Gobernaré desde el extremo norte,
    en el monte de la reunión.[g]
14 Subiré a la cresta de las más altas nubes,
    seré semejante al Altísimo».
15 ¡Pero has sido arrojado a los dominios de la muerte,[h]
    a las profundidades del abismo!

16 Los que te ven, clavan la mirada en ti
    y reflexionan en cuanto a tu destino:
«¿Y este es el que sacudía a la tierra
    y hacía temblar a los reinos,
17 el que dejaba el mundo hecho un desierto,
    el que arrasaba sus ciudades
    y nunca dejaba libres a los presos?».

18 Todos los reyes de las naciones reposan con honor,
    cada uno en su tumba.
19 Pero a ti, el sepulcro te ha vomitado
    como a un vástago repugnante.
Los que murieron a filo de espada,
    los que bajaron al fondo de la fosa,
    te han cubierto por completo.
¡Pareces un cadáver pisoteado!
20     No tendrás sepultura con ellos,
porque destruiste tu tierra
    y asesinaste a tu pueblo.

¡Jamás volverá a mencionarse
    la descendencia de los malhechores!
21 Por causa de la maldad de los antepasados,
    preparen un matadero para los hijos.
¡Que no se levanten para heredar la tierra
    ni cubran con ciudades la faz del mundo!

22 «Yo me levantaré contra ellos»,
    afirma el Señor de los Ejércitos.
«Yo eliminaré de Babilonia
    nombre y descendencia,
    vástago y posteridad»,
    afirma el Señor.
23 «La convertiré en lugar de lechuzas,
    en charco de agua estancada;
la barreré con la escoba de la destrucción»,
    afirma el Señor de los Ejércitos.

Profecía contra Asiria

24 El Señor de los Ejércitos ha jurado:

«Tal como lo he planeado, se cumplirá;
    tal como lo he decidido, se realizará.
25 Destrozaré a Asiria en mi tierra;
    la pisotearé sobre mis montes.
Mi pueblo dejará de llevar su yugo;
    ya no pesará esa carga sobre sus hombros.

26 »Esto es lo que he determinado para toda la tierra;
    esta es la mano que he extendido sobre todas las naciones».
27 Si lo ha determinado el Señor de los Ejércitos,
    ¿quién podrá impedirlo?
Si él ha extendido su mano,
    ¿quién podrá detenerla?

Profecía contra los filisteos

28 El año en que murió el rey Acaz, tuvo lugar esta profecía:

29 Todos ustedes, filisteos,
    no se alegren de que se haya roto el bastón que los golpeaba;
porque una víbora saldrá de la raíz de la serpiente;
    su fruto será una serpiente veloz y venenosa.
30 Los más desvalidos pacerán como ovejas,
    los necesitados descansarán seguros.
Pero mataré de hambre a su raíz;
    destruiré a sus sobrevivientes.

31 ¡Gime y grita, puerta de la ciudad!
    ¡Ponte a temblar de miedo, Filistea entera!
Porque viene del norte una nube de humo
    y nadie rompe la formación.
32 ¿Qué respuesta se dará a los mensajeros de esa nación?
    Pues que el Señor ha afirmado a Sión
y que allí se refugiarán
    los afligidos de su pueblo.

Footnotes

  1. 11:11 Sinar. Es decir, Babilonia.
  2. 11:15 Secará (LXX); Destruirá (TM).
  3. 13:19 Lit. caldeos.
  4. 14:4 arrogancia (LXX, Qumrán y Siríaca); en TM, palabra de difícil traducción.
  5. 14:9 los dominios de la muerte. Lit. el Seol.
  6. 14:11 a los dominios de la muerte. Lit. al Seol.
  7. 14:13 monte de la reunión. Lit. monte de la asamblea.
  8. 14:15 a los dominios de la muerte. Lit. al Seol.

El culto en el santuario terrenal

El primer pacto tenía sus normas para el culto y un santuario terrenal. Se habilitó ese santuario de tal modo que en su primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes consagrados. Tras la segunda cortina estaba la parte llamada el Lugar Santísimo, el cual tenía el altar de oro para el incienso y el arca del pacto, toda recubierta de oro. Dentro del arca había una vasija de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que había retoñado y las tablas del pacto. Encima del arca estaban los querubines de la gloria, que cubrían con su sombra la tapa del arca. Pero ahora no se puede hablar de eso en detalle.

Así dispuestas todas estas cosas, los sacerdotes entran continuamente en la primera parte del santuario para celebrar el culto. Pero en la segunda parte entra únicamente el sumo sacerdote, y solo una vez al año, provisto siempre de sangre que ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia cometidos por el pueblo. Con esto el Espíritu Santo da a entender que, mientras siga en pie el primer santuario, aún no se habrá revelado el camino que conduce al Lugar Santísimo. Esto nos ilustra hoy día que las ofrendas y los sacrificios que allí se ofrecen no tienen poder alguno para perfeccionar la conciencia de los que celebran ese culto. 10 No se trata más que de regulaciones externas relacionadas con alimentos, bebidas y diversas ceremonias de purificación, que son válidas solo hasta el tiempo señalado para reformarlo todo.

La sangre de Cristo

11 Pero Cristo, al presentarse como sumo sacerdote de los bienes definitivos[a] en el santuario más excelente y perfecto, no hecho por manos humanas (es decir, que no es de esta creación), 12 entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo hizo con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno. 13 La sangre de machos cabríos y de toros, y las cenizas de una novilla rociadas sobre personas impuras, las santifican de modo que quedan limpias por fuera. 14 Si esto es así, ¡cuánto más la sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente!

15 Por eso Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna prometida, ahora que él ha muerto para liberarlos de las transgresiones cometidas bajo el primer pacto.

16 En el caso de un testamento,[b] es necesario constatar la muerte del testador, 17 pues un testamento solo adquiere validez cuando el que lo hizo muere y no entra en vigor mientras vive. 18 De ahí que ni siquiera el primer pacto se haya establecido sin sangre. 19 Después de promulgar todos los mandamientos de la Ley a todo el pueblo, Moisés tomó la sangre de los becerros junto con agua, lana escarlata y ramas de hisopo, y roció el libro de la Ley y a todo el pueblo, 20 diciendo: «Esta es la sangre del pacto que Dios ha mandado que ustedes cumplan».[c] 21 De la misma manera, roció con la sangre el santuario y todos los objetos que se usaban en el culto. 22 De hecho, la Ley exige que casi todo sea purificado con sangre, pues sin derramamiento de sangre no hay perdón.

23 Así que era necesario que los modelos de las realidades celestiales fueran purificados con esos sacrificios, pero que las realidades mismas lo fueran con sacrificios superiores a aquellos. 24 Por eso Cristo no entró en un santuario hecho por manos humanas, simple copia del verdadero santuario, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora ante Dios en favor nuestro. 25 Tampoco entró en el cielo para ofrecerse vez tras vez, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 Si así fuera, Cristo habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Al contrario, ahora, al final de los tiempos, se ha presentado una sola vez y para siempre a fin de acabar con el pecado mediante el sacrificio de sí mismo. 27 Así como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez y después venga el juicio, 28 también Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos. Aparecerá por segunda vez ya no para cargar con pecado alguno, sino para traer salvación a quienes lo esperan.

Footnotes

  1. 9:11 definitivos. Var. venideros.
  2. 9:15-16 En griego la misma palabra se emplea para pacto y para testamento; también en v. 17.
  3. 9:20 Éx 24:8.

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