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Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. 10 Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.(A) 11 Y yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto; 12 hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra. 13 Y si quedare aún en ella la décima parte, esta volverá a ser destruida; pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda el tronco, así será el tronco, la simiente santa.

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Entonces oí la voz del Señor que decía:

—¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?

Y respondí:

—Aquí estoy. ¡Envíame a mí!

Él dijo:

—Ve y dile a este pueblo:

»“Oigan bien, pero no entiendan;
    miren bien, pero no perciban”.
10 Haz insensible el corazón de este pueblo;
    endurece sus oídos
    y cierra sus ojos,
no sea que vea con sus ojos,
    oiga con sus oídos
    y entienda con su corazón,
se convierta y sea sanado».

11 Entonces exclamé:

—¿Hasta cuándo, Señor?

Y él respondió:

—Hasta que las ciudades queden destruidas
    y sin habitante alguno;
hasta que las casas queden deshabitadas
    y los campos asolados y en ruinas;
12 hasta que el Señor haya enviado lejos a la gente
    y sean muchos los lugares abandonados en el país.
13 Y, si aún queda en la tierra una décima parte,
    esta volverá a ser devastada.
Pero así como al talar la encina y el roble
    queda parte del tronco,
    esa parte es el linaje santo.

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