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El castigo de Israel y de Judá

¡Toquen el cuerno de guerra en Guibeá
y la trompeta en Ramá!
¡Den la alarma en Bet-avén!
¡Siembren el desconcierto en Benjamín!
Yo anuncio entre las tribus de Israel
lo que ha de suceder con toda seguridad:
Efraín será asolado en el día del castigo.

10 Dice el Señor:
«Los jefes de Judá son como esa gente
que altera los límites de los campos.
¡Pero los voy a inundar con mi furor!
11 Efraín está oprimido,
quebrantados sus derechos,
porque se ha empeñado en seguir
a los falsos dioses.
12 Pues yo seré como la polilla para Efraín,
como la carcoma para el pueblo de Judá.

13 »Cuando Efraín vea lo enfermo que está,
y Judá se vea sus heridas,
Efraín irá a Asiria
a pedirle ayuda al gran rey,
pero él no podrá sanarlos
ni curarles las heridas.
14 Como un león cuando ataca,
así atacaré yo a Efraín y a Judá;
yo mismo los despedazaré, y luego me iré;
los arrebataré, y nadie podrá librarlos.

15 »Volveré luego a mi lugar,
hasta que ellos reconozcan su pecado
y vengan a buscarme.
¡En medio de su angustia, me buscarán!»

Israel habla de volverse al Señor

Vengan todos y volvámonos al Señor.
Él nos destrozó, pero también nos sanará;
nos hirió, pero también nos curará.
En un momento nos devolverá la salud,
nos levantará para vivir delante de él.
¡Esforcémonos por conocer al Señor!
El Señor vendrá a nosotros,
tan cierto como que sale el sol,
tan cierto como que la lluvia riega la tierra
en otoño y primavera.

La respuesta del Señor

Dice el Señor:
«¿Qué haré contigo, Efraín?
¿Qué haré contigo, Judá?
El amor que ustedes me tienen
es como la niebla de la mañana,
como el rocío de madrugada, que temprano desaparece.
Por eso los he despedazado mediante los profetas;
por medio de mi mensaje los he matado.
Mi justicia brota como la luz.
Lo que quiero de ustedes es que me amen,
y no que me hagan sacrificios;
que me reconozcan como Dios,
y no que me ofrezcan holocaustos.