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Eneas y Dorcas

32 Pedro viajaba de lugar en lugar visitándolos. Visitó también a los santos del pueblo de Lida. 33 Allí conoció a un tal Eneas, paralítico que hacía ocho años estaba en cama.

34 ―¡Eneas —le dijo Pedro—, Jesucristo te sana! Levántate y arregla tu cama.

El paralítico quedó curado instantáneamente.

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