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Pero Pedro le dijo:

—No tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!

Le tomó de la mano derecha y le levantó. De inmediato fueron afirmados sus pies y tobillos, y de un salto se puso de pie y empezó a caminar. Y entró con ellos en el templo, caminando, saltando y alabando a Dios.

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