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Multitud de lámparas alumbraban la habitación en que nos hallábamos congregados en la parte superior de la casa. Sentado en el antepecho de la ventana estaba un joven llamado Eutiquio, quien, como se alargaba la plática de Pablo, comenzó a dormirse. Vencido ya completamente por el sueño, cayó desde el tercer piso abajo. Cuando lo recogieron, estaba muerto. 10 Pablo bajó rápidamente y se tendió sobre él. Lo tomó luego en sus brazos y les dijo:

— ¡No os preocupéis, está vivo!

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