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Asamblea de Jerusalén (15,1-35)

Conflicto en Antioquía de Siria

15 Por aquel entonces llegaron algunos de Judea que trataban de imponer a los hermanos esta enseñanza:

— Si no se circuncidan conforme a la prescripción de Moisés, no podrán salvarse.

Esto originó graves conflictos y discusiones al oponérseles Pablo y Bernabé. Se decidió entonces que Pablo, Bernabé y algunos otros fueran a Jerusalén para consultar con los apóstoles y demás dirigentes acerca de este asunto.

Provistos, pues, de lo necesario por la iglesia de Antioquía, atravesaron Fenicia y Samaría, refiriendo cómo también los no judíos se convertían, noticia esta que causó gran alegría a todos los hermanos. Llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia, los apóstoles y demás dirigentes, a quienes comunicaron todo lo que el Señor había hecho por medio de ellos. Pero algunos miembros del partido fariseo que habían abrazado la fe intervinieron para decir:

— A los no judíos debe imponerse como obligatoria la circuncisión, así como la observancia de la ley de Moisés.

Reunión en Jerusalén

Los apóstoles y los demás dirigentes se reunieron en asamblea para examinar esta cuestión. Después de un largo debate, tomó Pedro la palabra y les dijo:

— Ustedes saben, hermanos, que hace tiempo me escogió Dios entre ustedes para que anuncie también el mensaje de la buena nueva a los no judíos, de modo que puedan abrazar la fe. Y Dios, que conoce el corazón humano, ha mostrado que los acepta al concederles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros. No ha hecho ninguna diferencia entre ellos y nosotros y ha purificado sus corazones por la fe. 10 Así pues, ¿por qué quieren ahora poner a prueba a Dios, imponiendo a los creyentes una carga que ni sus antepasados ni nosotros mismos hemos podido soportar? 11 No ha de ser así, pues estamos seguros de que es la gracia de Jesús, el Señor, la que nos salva tanto a nosotros como a ellos.

12 Toda la asamblea guardó silencio y se dispuso a escuchar la narración que Bernabé y Pablo hicieron de los prodigios y milagros que Dios había realizado por su conducto entre los no judíos. 13 Al finalizar su relato, intervino Santiago para decir:

— Préstenme atención, hermanos: 14 Simón ha contado cómo, desde el principio, Dios se ha preocupado de los no judíos, escogiendo entre ellos un pueblo para sí. 15 Esto concuerda con las declaraciones de los profetas, pues la Escritura dice:

16 Después de esto volveré
y reconstruiré la derruida casa de David.
Reconstruiré sus ruinas
y la pondré de nuevo en pie.
17 Buscarán así al Señor
los que hayan quedado,
junto con las naciones todas
que han sido consagradas a mí.
Así lo dice el Señor
que realiza todas estas cosas,
18 por él conocidas desde tiempo inmemorial.

19 Por esta razón —continuó Santiago—, estimo que no deben imponerse restricciones innecesarias a los que, no siendo judíos, se convierten a Dios. 20 Pero ha de indicárseles por escrito que se abstengan de contaminarse con los ídolos, así como de toda clase de inmoralidad sexual, de alimentarse de sangre y de comer carne de animales ahogados. 21 Porque en esas mismas ciudades hay desde hace ya mucho tiempo quienes leen y proclaman la ley de Moisés en las sinagogas todos los sábados.

Declaración del Concilio

22 Entonces los apóstoles y los demás dirigentes, con la aprobación de toda la Iglesia, decidieron escoger algunos de entre ellos y enviarlos a Antioquía junto con Pablo y Bernabé. Eligieron a dos hombres de prestigio entre los hermanos: Judas Barsabá y Silas, 23 a quienes encomendaron entregar esta carta:

“Los apóstoles y los demás hermanos dirigentes envían saludos a sus hermanos no judíos de Antioquía, Siria y Cilicia. 24 Hemos tenido conocimiento de que algunos de aquí, sin autorización por nuestra parte, los han inquietado a ustedes y los han preocupado con sus enseñanzas. 25 Por tal motivo hemos resuelto por unanimidad escoger unos delegados y enviárselos junto con nuestros queridos Bernabé y Pablo, 26 quienes se han dedicado por entero a la causa de nuestro Señor Jesucristo. 27 Les enviamos, pues, a Judas y a Silas, que les trasmitirán de viva voz lo que les decimos en esta carta. 28 Es decisión del Espíritu Santo, y también nuestra, no imponerles otras obligaciones, aparte de estas que juzgamos imprescindibles: 29 abstenerse de lo que haya sido sacrificado a los ídolos, no comer carne de animales ahogados, no alimentarse de sangre, y no cometer ninguna clase de inmoralidad sexual. Ustedes harán bien en prescindir de todo esto. Queden con Dios”.

Los delegados informan a la iglesia de Antioquía

30 Los delegados se pusieron en camino y llegaron a Antioquía, donde reunieron a la comunidad y entregaron la misiva. 31 La lectura de su contenido proporcionó a todos gran alegría y consuelo. 32 Judas y Silas, que poseían el don de profecía, conversaron largamente con los hermanos con el fin de animarlos y fortalecerlos espiritualmente. 33 Después de pasar con ellos algún tiempo, fueron despedidos con mucho afecto por los hermanos y regresaron al punto de partida. 35 En cuanto a Pablo y Bernabé, permanecieron en Antioquía, enseñando y proclamando, junto con otros muchos, el mensaje del Señor.

Segundo viaje misionero de Pablo (15,36—18,22)

Pablo y Bernabé se separan

36 Pasado algún tiempo, dijo Pablo a Bernabé:

— Deberíamos volver a todas las ciudades en las que anunciamos el mensaje del Señor, para visitar a los hermanos y ver cómo marchan.

37 Bernabé quería que Juan Marcos los acompañara. 38 Pablo, sin embargo, opinó que no debían llevar en su compañía a quien los había abandonado en Panfilia renunciando a colaborar con ellos en la tarea apostólica. 39 Esto provocó entre ambos tan fuerte discusión, que llegaron a separarse. Bernabé tomó consigo a Marcos y se embarcó para Chipre. 40 Pablo, por su parte, escogió como compañero a Silas y, una vez que los hermanos le encomendaron a la protección del Señor, emprendió la marcha. 41 Inició su recorrido por Siria y Cilicia, donde confirmó en la fe a las iglesias.

Decisión de los apóstoles y los ancianos

15 Por aquel tiempo, algunos que habían ido de Judea a Antioquía comenzaron a enseñar a los hermanos que no podían salvarse si no se sometían al rito de la circuncisión, conforme a la práctica establecida por Moisés. Pablo y Bernabé tuvieron una fuerte discusión con ellos, y por fin Pablo, Bernabé y algunos otros fueron nombrados para ir a Jerusalén a tratar este asunto con los apóstoles y ancianos de la iglesia de aquella ciudad.

Enviados, pues, por los de la iglesia de Antioquía, al pasar por las regiones de Fenicia y Samaria contaron cómo los no judíos habían dejado sus antiguas creencias para seguir a Dios. Y todos los hermanos se alegraron mucho con estas noticias.

Cuando Pablo y Bernabé llegaron a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y por los apóstoles y ancianos, y contaron todo lo que Dios había hecho con ellos. Pero algunos fariseos que habían creído, se levantaron y dijeron:

—Es necesario circuncidar a los creyentes que no son judíos, y mandarles que cumplan la ley de Moisés.

Se reunieron entonces los apóstoles y los ancianos para estudiar este asunto. Después de mucho discutir, Pedro se levantó y les dijo:

—Hermanos, ustedes saben que hace tiempo Dios me escogió de entre ustedes para anunciar la buena noticia a los no judíos, para que ellos crean. Y Dios, que conoce los corazones, mostró que los aceptaba, pues les dio el Espíritu Santo a ellos lo mismo que a nosotros. Dios no ha hecho ninguna diferencia entre ellos y nosotros, pues también ha purificado sus corazones por medio de la fe. 10 Ahora pues, ¿por qué desafían ustedes a Dios imponiendo sobre estos creyentes una carga que ni nosotros ni nuestros antepasados hemos podido llevar? 11 Al contrario, nosotros creemos que somos salvados gratuitamente por la bondad del Señor Jesús, lo mismo que ellos.

12 Todos se callaron y escucharon mientras Bernabé y Pablo hablaban de las señales y milagros que Dios había hecho por medio de ellos entre los no judíos. 13 Cuando terminaron de hablar, Santiago dijo:

—Hermanos, óiganme: 14 Simón nos ha contado cómo Dios favoreció por primera vez a los no judíos, escogiendo también de entre ellos un pueblo para sí mismo. 15 Esto está de acuerdo con lo que escribieron los profetas, como dice en la Escritura:

16 “Después de esto volveré
y reconstruiré la caída choza de David;
reconstruiré sus ruinas
y la volveré a levantar,
17 para que los demás busquen al Señor
junto con todas las naciones
que han sido consagradas a mi nombre.
18 El Señor, que dio a conocer estas cosas
desde tiempos antiguos,
ha dado su palabra.”

19 »Considero, por lo tanto, que no se les debe imponer cargas innecesarias a aquellos que, no siendo judíos, dejan sus antiguas creencias para seguir a Dios. 20 Basta con escribirles que se aparten de todo lo que haya sido contaminado por los ídolos, que eviten los matrimonios prohibidos y que no coman carne de animales estrangulados o ahogados, ni tampoco sangre. 21 Porque desde los tiempos antiguos hay en cada pueblo quienes predican la ley de Moisés, la cual se lee en las sinagogas cada sábado.

La carta a los no judíos

22 Los apóstoles y los ancianos, con toda la iglesia, decidieron escoger algunos de entre ellos y enviarlos a Antioquía junto con Pablo y Bernabé. Nombraron a Judas, que también se llamaba Barsabás, y a Silas, hombres de importancia entre los hermanos, 23 y con ellos mandaron la siguiente carta:

«Nosotros los apóstoles y los ancianos hermanos de ustedes saludamos a nuestros hermanos que no son judíos y que viven en Antioquía, Siria y Cilicia. 24 Hemos sabido que algunas personas han ido de aquí sin nuestra autorización, y que los han molestado a ustedes con sus palabras, y los han confundido. 25 Por eso, de común acuerdo, nos ha parecido bien nombrar a algunos de entre nosotros para que vayan a verlos a ustedes junto con nuestros muy queridos hermanos Bernabé y Pablo, 26 quienes han puesto sus vidas en peligro por la causa de nuestro Señor Jesucristo. 27 Así que les enviamos a Judas y a Silas: ellos hablarán personalmente con ustedes para explicarles todo esto. 28 Pues ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponer sobre ustedes ninguna carga aparte de estas cosas necesarias: 29 que no coman carne de animales ofrecidos en sacrificio a los ídolos, que no coman sangre ni carne de animales estrangulados y que eviten los matrimonios prohibidos. Si se guardan de estas cosas, actuarán correctamente. Saludos.»

30 Así que ellos, después de despedirse, se dirigieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación le entregaron la carta. 31 Cuando los hermanos la leyeron, se alegraron mucho por el consuelo que les daba. 32 Y como Judas y Silas también eran profetas, consolaron y animaron mucho con sus palabras a los hermanos. 33 Al cabo de algún tiempo, los hermanos los despidieron con saludos de paz, para que regresaran a quienes los habían enviado. 35 Pero Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía y, junto con otros muchos, siguieron enseñando y anunciando el mensaje de la buena noticia del Señor.

Pablo se separa de Bernabé

36 Algún tiempo después, Pablo dijo a Bernabé:

—Vamos a visitar otra vez a los hermanos en todas las ciudades donde hemos anunciado el mensaje del Señor, para ver cómo están.

37 Bernabé quería llevar con ellos a Juan, al que también llamaban Marcos; 38 pero a Pablo no le pareció conveniente llevarlo, porque Marcos los había abandonado en Panfilia y no había seguido con ellos en el trabajo. 39 Fue tan serio el desacuerdo, que terminaron separándose: Bernabé se llevó a Marcos y se embarcó para Chipre, 40 mientras Pablo, por su parte, escogió a Silas y, encomendado por los hermanos al amor del Señor, salió de allí 41 y pasó por Siria y Cilicia animando a los hermanos en las iglesias.

El concilio de Jerusalén

15 Algunos que habían llegado de Judea a Antioquía se pusieron a enseñar a los hermanos: «A menos que ustedes se circunciden, conforme a la tradición de Moisés, no pueden ser salvos». Esto provocó un altercado y un serio debate de Pablo y Bernabé con ellos. Entonces se decidió que Pablo y Bernabé, y algunos otros creyentes, subieran a Jerusalén para tratar este asunto con los apóstoles y los líderes religiosos. Enviados por la iglesia, al pasar por Fenicia y Samaria contaron cómo se habían convertido los no judíos. Estas noticias llenaron de alegría a todos los creyentes. Al llegar a Jerusalén, fueron muy bien recibidos tanto por la iglesia como por los apóstoles y los líderes religiosos, a quienes informaron de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos.

Entonces intervinieron algunos creyentes que pertenecían a la secta de los fariseos y afirmaron:

—Es necesario circuncidar a los no judíos y exigirles que obedezcan la Ley de Moisés.

Los apóstoles y los líderes religiosos se reunieron para examinar este asunto. Después de una larga discusión, Pedro se puso en pie y dijo:

—Hermanos, ustedes saben que desde un principio Dios me escogió de entre ustedes para que por mi boca los no judíos oyeran el mensaje del evangelio y creyeran. Dios, que conoce el corazón humano, mostró que los aceptaba dándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros. Sin hacer distinción alguna entre nosotros y ellos, purificó sus corazones por la fe. 10 Entonces, ¿por qué tratan ahora de provocar a Dios poniendo sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros antepasados hemos podido soportar? 11 ¡No puede ser! Más bien, como ellos, creemos que somos salvos por la gracia de nuestro Señor Jesús.

12 Toda la asamblea guardó silencio para escuchar a Bernabé y a Pablo, quienes contaron las señales y maravillas que Dios había hecho por medio de ellos entre los que no son judíos. 13 Cuando terminaron, Santiago tomó la palabra y dijo:

—Hermanos, escúchenme. 14 Simón[a] nos ha expuesto cómo Dios desde el principio tuvo a bien escoger de entre los no judíos un pueblo para honra de su nombre. 15 Con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito:

16 »“Después de esto volveré
    y reedificaré la casa[b] caída de David.
Reedificaré sus ruinas,
    y la restauraré,
17 para que busque al Señor el resto de la humanidad,
    todas las naciones sobre las que se ha invocado mi nombre.
18 Así dice el Señor, que hace estas cosas[c]
    conocidas desde tiempos antiguos”.[d]

19 »Por lo tanto, yo considero que debemos dejar de ponerles trabas a los no judíos que se convierten a Dios. 20 Más bien debemos escribirles que se abstengan de lo contaminado por los ídolos, de la inmoralidad sexual, de la carne de animales estrangulados y de sangre. 21 En efecto, desde tiempos antiguos Moisés siempre ha tenido en cada ciudad quien lo predique y lo lea en las sinagogas todos los sábados.

Carta del concilio a los creyentes no judíos

22 Entonces los apóstoles y los líderes religiosos, de común acuerdo con toda la iglesia, decidieron escoger a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Escogieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, quienes tenían buena reputación entre los hermanos. 23 Con ellos mandaron la siguiente carta:

Los apóstoles y los líderes religiosos,

a nuestros hermanos no judíos en Antioquía, Siria y Cilicia:

Saludos.

24 Nos hemos enterado de que algunos de los nuestros, sin nuestra autorización, los han inquietado, alarmándolos con lo que han dicho. 25 Así que de común acuerdo hemos decidido escoger a algunos hombres y enviarlos a ustedes con nuestros queridos hermanos Bernabé y Pablo, 26 quienes han arriesgado su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27 Por tanto, enviamos a Judas y a Silas para que confirmen personalmente lo que les escribimos. 28 Nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponerles ninguna carga aparte de los siguientes requisitos: 29 abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de la carne de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual. Bien harán ustedes si evitan estas cosas.

Con nuestros mejores deseos.

30 Una vez despedidos, ellos bajaron a Antioquía donde reunieron a la congregación y entregaron la carta. 31 Los creyentes la leyeron y se alegraron por su mensaje alentador. 32 Judas y Silas, que también eran profetas, hablaron extensamente para animarlos y fortalecerlos. 33 Después de pasar algún tiempo allí, los hermanos los despidieron en paz, para que regresaran a quienes los habían enviado. 34 [e] 35 Pablo y Bernabé permanecieron en Antioquía, enseñando y anunciando la palabra del Señor en compañía de muchos otros.

Desacuerdo entre Pablo y Bernabé

36 Algún tiempo después, Pablo dijo a Bernabé: «Volvamos a visitar a los creyentes en todas las ciudades en donde hemos anunciado la palabra del Señor, y veamos cómo están». 37 Resulta que Bernabé quería llevar con ellos a Juan, a quien llamaban Marcos, 38 pero a Pablo no le pareció prudente llevarlo, porque los había abandonado en Panfilia y no había seguido con ellos en el trabajo. 39 Se produjo entre ellos un conflicto tan serio que acabaron por separarse. Bernabé se llevó a Marcos y se embarcó rumbo a Chipre, 40 mientras que Pablo escogió a Silas. Después de que los hermanos lo encomendaron a la gracia del Señor, Pablo partió 41 y viajó por Siria y Cilicia, consolidando a las iglesias.

Footnotes

  1. 15:14 Simón. Lit. Simeón.
  2. 15:16 casa. Lit. tienda.
  3. 15:18 Am 9:11,12, según LXX.
  4. 15:18 que hace … antiguos. Var. que hace todas estas cosas”; conocidas del Señor son todas sus obras desde tiempos antiguos.
  5. 15:34 Algunos manuscritos agregan lo siguiente: enviado, 34 pero Silas decidió quedarse.

15  And certain men which came down from Judaea taught the brethren, and said, Except ye be circumcised after the manner of Moses, ye cannot be saved.

When therefore Paul and Barnabas had no small dissension and disputation with them, they determined that Paul and Barnabas, and certain other of them, should go up to Jerusalem unto the apostles and elders about this question.

And being brought on their way by the church, they passed through Phenice and Samaria, declaring the conversion of the Gentiles: and they caused great joy unto all the brethren.

And when they were come to Jerusalem, they were received of the church, and of the apostles and elders, and they declared all things that God had done with them.

But there rose up certain of the sect of the Pharisees which believed, saying, That it was needful to circumcise them, and to command them to keep the law of Moses.

And the apostles and elders came together for to consider of this matter.

And when there had been much disputing, Peter rose up, and said unto them, Men and brethren, ye know how that a good while ago God made choice among us, that the Gentiles by my mouth should hear the word of the gospel, and believe.

And God, which knoweth the hearts, bare them witness, giving them the Holy Ghost, even as he did unto us;

And put no difference between us and them, purifying their hearts by faith.

10 Now therefore why tempt ye God, to put a yoke upon the neck of the disciples, which neither our fathers nor we were able to bear?

11 But we believe that through the grace of the Lord Jesus Christ we shall be saved, even as they.

12 Then all the multitude kept silence, and gave audience to Barnabas and Paul, declaring what miracles and wonders God had wrought among the Gentiles by them.

13 And after they had held their peace, James answered, saying, Men and brethren, hearken unto me:

14 Simeon hath declared how God at the first did visit the Gentiles, to take out of them a people for his name.

15 And to this agree the words of the prophets; as it is written,

16 After this I will return, and will build again the tabernacle of David, which is fallen down; and I will build again the ruins thereof, and I will set it up:(A)

17 That the residue of men might seek after the Lord, and all the Gentiles, upon whom my name is called, saith the Lord, who doeth all these things.(B)

18 Known unto God are all his works from the beginning of the world.

19 Wherefore my sentence is, that we trouble not them, which from among the Gentiles are turned to God:

20 But that we write unto them, that they abstain from pollutions of idols, and from fornication, and from things strangled, and from blood.

21 For Moses of old time hath in every city them that preach him, being read in the synagogues every sabbath day.

22 Then pleased it the apostles and elders, with the whole church, to send chosen men of their own company to Antioch with Paul and Barnabas; namely, Judas surnamed Barsabas, and Silas, chief men among the brethren:

23 And they wrote letters by them after this manner; The apostles and elders and brethren send greeting unto the brethren which are of the Gentiles in Antioch and Syria and Cilicia:

24 Forasmuch as we have heard, that certain which went out from us have troubled you with words, subverting your souls, saying, Ye must be circumcised, and keep the law: to whom we gave no such commandment:

25 It seemed good unto us, being assembled with one accord, to send chosen men unto you with our beloved Barnabas and Paul,

26 Men that have hazarded their lives for the name of our Lord Jesus Christ.

27 We have sent therefore Judas and Silas, who shall also tell you the same things by mouth.

28 For it seemed good to the Holy Ghost, and to us, to lay upon you no greater burden than these necessary things;

29 That ye abstain from meats offered to idols, and from blood, and from things strangled, and from fornication: from which if ye keep yourselves, ye shall do well. Fare ye well.

30 So when they were dismissed, they came to Antioch: and when they had gathered the multitude together, they delivered the epistle:

31 Which when they had read, they rejoiced for the consolation.

32 And Judas and Silas, being prophets also themselves, exhorted the brethren with many words, and confirmed them.

33 And after they had tarried there a space, they were let go in peace from the brethren unto the apostles.

34 Notwithstanding it pleased Silas to abide there still.

35 Paul also and Barnabas continued in Antioch, teaching and preaching the word of the Lord, with many others also.

36 And some days after Paul said unto Barnabas, Let us go again and visit our brethren in every city where we have preached the word of the Lord, and see how they do.

37 And Barnabas determined to take with them John, whose surname was Mark.

38 But Paul thought not good to take him with them, who departed from them from Pamphylia, and went not with them to the work.

39 And the contention was so sharp between them, that they departed asunder one from the other: and so Barnabas took Mark, and sailed unto Cyprus;

40 And Paul chose Silas, and departed, being recommended by the brethren unto the grace of God.

41 And he went through Syria and Cilicia, confirming the churches.