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14 Al reconocer la voz de Pedro, se puso tan contenta que volvió corriendo sin abrir.

―¡Pedro está a la puerta! —exclamó.

15 ―¡Estás loca! —le dijeron.

Ella insistía en que así era, pero los otros decían:

―Debe de ser su ángel.

16 Entre tanto, Pedro seguía llamando. Cuando abrieron la puerta y lo vieron, se quedaron pasmados.

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