22 Por tanto, Jesús ha llegado a ser el que garantiza un pacto superior.

23 Ahora bien, a los sacerdotes la muerte les impedía seguir ejerciendo sus funciones y por eso hemos tenido muchos de ellos; 24 pero como Jesús permanece para siempre, su sacerdocio es imperecedero. 25 Por eso también puede salvar por completo[a] a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos.

26 Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre los cielos. 27 A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él no tiene que ofrecer sacrificios día tras día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque él ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo. 28 De hecho, la Ley designa como sumos sacerdotes a hombres débiles; pero el juramento posterior a la Ley designa al Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre.

El sumo sacerdote de un nuevo pacto

Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es este: tenemos un sumo sacerdote que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en el cielo y que sirve en el santuario, es decir, en el verdadero santuario levantado por el Señor y no por ningún ser humano.

A todo sumo sacerdote se le nombra para presentar ofrendas y sacrificios, por lo cual fue necesario que Jesús también tuviera algo que ofrecer. Si él estuviera en la tierra, no sería sacerdote, pues aquí ya hay sacerdotes que presentan las ofrendas en conformidad con la Ley. Estos sacerdotes sirven en un santuario que es copia y sombra del que está en el cielo, tal como se le advirtió a Moisés cuando estaba a punto de construir el santuario: «Asegúrate de hacerlo todo según el modelo que se te ha mostrado en el monte».[b] Pero el servicio sacerdotal que Jesús ha recibido es superior al de ellos, así como el pacto del cual es mediador es superior al antiguo, puesto que se basa en mejores promesas.

Porque si ese primer pacto hubiera sido perfecto, no habría necesidad de proveer un segundo pacto. Pero Dios, reprochándoles sus defectos, dijo:

«Vienen días», afirma el Señor,
    «en que haré un nuevo pacto
con Israel y con Judá.
No será un pacto
    como el que hice con sus antepasados
el día en que los tomé de la mano
    y los saqué de Egipto,
ya que ellos no permanecieron fieles a mi pacto,
    y yo los abandoné»,
    dice el Señor.
10 «Este es el pacto que después de aquel tiempo
    haré con el pueblo de Israel», afirma el Señor.
«Pondré mis leyes en su mente
    y las escribiré en su corazón.
Yo seré su Dios
    y ellos serán mi pueblo.
11 Ya no tendrá nadie que enseñar a su prójimo;
    tampoco dirá nadie a su hermano: “¡Conoce al Señor!”,
porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán.
12 Yo perdonaré sus iniquidades
    y nunca más me acordaré de sus pecados».[c]

13 Al llamar «nuevo» a ese pacto, ha declarado obsoleto al anterior; y lo que se vuelve obsoleto y envejece ya está por desaparecer.

Footnotes

  1. 7:25 por completo. Alt. para siempre.
  2. 8:5 Éx 25:40.
  3. 8:12 Jer 31:31-34.

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