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La primera queja de Habacuc

¿Hasta cuándo, Señor, he de pedirte ayuda
    sin que tú me escuches?
¿Hasta cuándo he de quejarme de la violencia
    sin que tú nos salves?
¿Por qué me haces presenciar calamidades?
    ¿Por qué debo contemplar el sufrimiento?
Veo ante mis ojos destrucción y violencia;
    surgen riñas y abundan las contiendas.
Por lo tanto, se entorpece la ley
    y no se da curso a la justicia.
El impío acosa al justo,
    y las sentencias que se dictan son injustas.

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