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Jacob y Esaú se encuentran

32 (2) Jacob siguió su camino, y unos ángeles de Dios le salieron al encuentro. (3) Cuando Jacob los vio, dijo: «Éste es un ejército de Dios.» Por eso llamó Mahanaim a aquel lugar.

(4) Jacob envió unos mensajeros a la tierra de Seír, que es la región de Edom, para anunciarle su llegada a su hermano Esaú, (5) y les dio este mensaje: «Díganle a mi hermano Esaú: “Su hermano Jacob se pone a sus órdenes, y le manda a decir: He vivido con Labán todo este tiempo, (6) y tengo vacas, asnos, ovejas, esclavos y esclavas. Envío este mensaje a mi señor, esperando ganarme su buena voluntad.”»

(7) Cuando los mensajeros regresaron, le dijeron a Jacob:

—Fuimos a ver a su hermano Esaú, y ya viene él mismo para recibirlo a usted, acompañado de cuatrocientos hombres.

(8) Al oír esto, Jacob tuvo mucho miedo y se quedó muy preocupado. Dividió entonces en dos grupos la gente que estaba con él, y también las ovejas, vacas y camellos, (9) pues pensó: «Si Esaú viene contra un grupo y lo ataca, el otro grupo podrá escapar.» (10) Luego comenzó a orar: «Señor, Dios de mi abuelo Abraham y de mi padre Isaac, que me dijiste que regresara a mi tierra y a mis parientes, y que harías que me fuera bien: 10 (11) no merezco la bondad y fidelidad con que me has tratado. Yo crucé este río Jordán sin llevar nada más que mi bastón, y ahora he llegado a tener dos campamentos. 11 (12) ¡Por favor, sálvame de las manos de mi hermano Esaú! Tengo miedo de que venga a atacarme y mate a las mujeres y a los niños. 12 (13) Tú has dicho claramente que harás que me vaya bien, y que mis descendientes serán tan numerosos como los granitos de arena del mar, que no se pueden contar.»

13 (14) Aquella noche Jacob durmió allí, y de lo que tenía a la mano escogió regalos para su hermano Esaú: 14 (15) doscientas cabras, veinte chivos, doscientas ovejas, veinte carneros, 15 (16) treinta camellas recién paridas, con sus crías, cuarenta vacas, diez novillos, veinte asnas y diez asnos. 16 (17) Luego les entregó a sus siervos cada manada por separado, y les dijo:

—Adelántense, y guarden alguna distancia entre manada y manada.

17 (18) Al primero que envió, le ordenó:

—Cuando te encuentre mi hermano Esaú, y te pregunte quién es tu amo, a dónde vas y de quién son los animales que llevas, 18 (19) contéstale: “Es un regalo para usted, mi señor Esaú, de parte de Jacob, su servidor. Por cierto que él mismo viene detrás de nosotros.”

19 (20) También al segundo que envió, y al tercero, y a todos los que llevaban las manadas, les dijo:

—Cuando encuentren a Esaú, díganle lo mismo, 20 (21) y díganle también: “Jacob, su servidor, viene detrás de nosotros.”

Y es que Jacob pensaba: «Voy a calmar su enojo con los regalos que le envío por delante, y luego lo veré personalmente. Tal vez así me recibirá bien.» 21 (22) Así, pues, los regalos se fueron antes, y él se quedó a pasar la noche en su campamento.

Jacob lucha con un ángel

22 (23) Aquella misma noche Jacob se levantó, tomó a sus dos esposas, sus dos esclavas y sus once hijos, y los hizo cruzar el vado del río Jaboc, 23 (24) junto con todo lo que tenía. 24 (25) Cuando Jacob se quedó solo, un hombre luchó con él hasta que amaneció; 25 (26) pero como el hombre vio que no podía vencer a Jacob, lo golpeó en la coyuntura de la cadera, y esa parte se le zafó a Jacob mientras luchaba con él. 26 (27) Entonces el hombre le dijo:

—Suéltame, porque ya está amaneciendo.

—Si no me bendices, no te soltaré —contestó Jacob.

27 (28) —¿Cómo te llamas? —preguntó aquel hombre.

—Me llamo Jacob —respondió él.

28 (29) Entonces el hombre le dijo:

—Ya no te llamarás Jacob. Tu nombre será Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

29 (30) —Ahora dime cómo te llamas tú —preguntó Jacob.

Pero el hombre contestó:

—¿Para qué me preguntas mi nombre?

Luego el hombre lo bendijo allí mismo. 30 (31) Y Jacob llamó a aquel lugar Penuel, porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y sin embargo todavía estoy vivo.»

31 (32) Ya Jacob estaba pasando de Penuel cuando el sol salió; pero debido a su cadera, iba cojeando. 32 (33) Por eso hasta el día de hoy los descendientes de Israel no comen el tendón que está en la coyuntura de la cadera, porque Jacob fue golpeado en esa parte.

Jacob y Esaú se reconcilian

33 Cuando Jacob vio que Esaú venía acompañado de cuatrocientos hombres, repartió a los niños entre Lía, Raquel y las dos esclavas. Colocó primero a las esclavas con sus hijos, luego a Lía con sus hijos, y por último a Raquel y José. Luego se adelantó a ellos, y se inclinó hasta tocar el suelo con la frente siete veces, hasta que estuvo cerca de su hermano. Pero Esaú corrió a su encuentro y, echándole los brazos al cuello, lo abrazó y lo besó. Los dos lloraron. Después Esaú se fijó en las mujeres y en los niños, y preguntó:

—Y éstos, ¿quiénes son?

—Son los hijos que Dios le ha dado a tu servidor —dijo Jacob.

Entonces las esclavas y sus hijos se acercaron y se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente; luego se acercaron Lía y sus hijos, y se inclinaron de la misma manera, y por último se acercaron José y Raquel, y también se inclinaron. De pronto Esaú preguntó:

—¿Qué piensas hacer con todas esas manadas que he venido encontrando?

—Ganarme tu buena voluntad —respondió Jacob.

—No, hermano mío; yo tengo suficiente. Quédate con lo que es tuyo —dijo Esaú.

10 Pero Jacob insistió:

—No, por favor. Si me he ganado tu buena voluntad, acepta este regalo, pues verte en persona es como ver a Dios mismo, ya que tú me has recibido muy bien. 11 Te ruego que aceptes el regalo que te he traído, pues Dios me ha hecho rico, y nada me falta.

Tanto insistió Jacob, que al fin Esaú aceptó el regalo; 12 pero dijo:

—Bueno, vámonos de aquí. Yo iré delante de ti.

13 Y Jacob respondió:

—Querido hermano, tú sabes que los niños son débiles, y que debo pensar en las ovejas y en las vacas con cría; si se les cansa, en un solo día pueden morir todas las ovejas. 14 Es mejor que tú te adelantes a este servidor tuyo; yo iré poco a poco, al paso de los animales que van delante de mí, y al paso de los niños, hasta reunirme contigo en Seír.

15 —Bueno —dijo Esaú—, permíteme dejarte algunos hombres de los que vienen conmigo.

Pero Jacob contestó:

—¡No, por favor! ¿Para qué te molestas?

16 Ese mismo día, Esaú regresó a Seír. 17 Jacob, en cambio, se fue a Sucot, y allí hizo una casa para él y unas enramadas para sus animales. Por eso, a aquel lugar lo llamó Sucot.

18 Cuando Jacob vino de Padán-aram, llegó sano y salvo a Canaán y acampó frente a la ciudad de Siquem. 19 Por cien monedas compró un terreno a los hijos de Hamor, el padre de Siquem, y allí puso su campamento. 20 Después construyó un altar, y lo llamó El-elohé-israel.