Génesis 15-17
Nueva Biblia Viva
Dios hace un pacto con Abram
15 Poco tiempo después, el Señor le dijo a Abram:
―Abram, no tengas miedo, porque yo te protejo, y te voy a dar una recompensa muy grande.
2-3 Pero Abram contestó:
―Mi Señor y Dios, ¿para qué me servirá todo lo que me vas a dar, si no tengo hijos? En ese caso, como no me has dado un hijo, todo lo que me regales le quedará a Eliezer de Damasco, que es uno de mis criados.
4 Entonces el Señor le dijo:
―Vas a tener un hijo, y será él quien se quede con todo lo que tienes. ¡De modo que ningún extraño se quedará con tus bienes!
5 Luego el Señor hizo que Abram saliera de su carpa, y le dijo:
―Intenta contar todas las estrellas que hay en el cielo, y verás que no puedes. ¡Pues, así de numerosos serán tus descendientes!
6 Y Abram le creyó al Señor, y esto le agradó al Señor y, por eso, lo consideró un hombre justo.
7 Y le dijo:
―Yo soy el Señor que te saqué de la ciudad de Ur de los caldeos, para regalarte esta tierra.
8 Pero Abram le respondió:
―Mi Señor y Dios, ¿cómo podré estar seguro de que me la vas a regalar?
9 Entonces el Señor le dijo:
―Trae una ternera, una cabra y un carnero, de tres años cada uno. También consigue una tórtola y un pichón de paloma.
10 Abram consiguió estos animales, los partió por la mitad, y puso una mitad frente a la otra. Pero las aves no las partió. 11 Entonces las aves de rapiña se lanzaban sobre los cuerpos de los animales muertos, pero Abram las espantaba.
12 Al anochecer, Abram se quedó profundamente dormido, y se sintió rodeado de una oscuridad aterradora.
13 Entonces el Señor le dijo:
―Abram, ten la seguridad de que tus descendientes van a vivir como esclavos en una tierra extraña, y los tratarán mal durante unos cuatrocientos años. 14 Pero yo castigaré a la nación que los esclavice, y haré que tus descendientes salgan libres y con mucha riqueza. 15 En cuanto a ti, debes saber que morirás en paz y a una edad muy avanzada. 16 Después de cuatro generaciones, tus descendientes regresarán a esta tierra. En ese momento será tanta la maldad de los amorreos que viven aquí, que tendré que castigarlos.
17 Cuando el sol se ocultó, y anocheció por completo, Abram vio que por entre los animales muertos se paseaba un horno que echaba humo y una antorcha encendida. 18 Ese día el Señor hizo un pacto con Abram, y le dijo:
―A tus descendientes les voy a dar toda la tierra que va desde el río de Egipto hasta el gran río, es decir, el río Éufrates. 19-21 Esta tierra es la que habitan actualmente los quenitas, los quenizitas, los cadmoneos, los hititas, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.
Agar e Ismael
16 Saray, la esposa de Abram, no había podido tener hijos. Pero como tenía una esclava egipcia llamada Agar, 2-3 Saray la tomó y se la llevó a Abram para que durmiera con ella. Saray le dijo a Abram:
―Como el Señor no me ha permitido tener hijos, te ruego que te acuestes con mi esclava, para que yo pueda tener hijos por medio de ella.
Abram estuvo de acuerdo con lo que le propuso Saray. Esto ocurrió cuando ya llevaban diez años viviendo en Canaán.
4 Así que Abram se acostó con Agar, y ella quedó embarazada. Cuando Agar supo que estaba embarazada, comenzó a portarse mal con Saray, su dueña. 5 Por eso, Saray le dijo a Abram:
―¡Tú tienes la culpa de que esta esclava me trate con desprecio! Yo te permití que durmieras con ella, y ahora que sabe que está embarazada se porta mal conmigo. ¡Que sea el Señor el que determine quién de nosotros tiene la culpa!
6 Entonces Abram le dijo a Saray:
―La muchacha es tu esclava, así que haz con ella lo que quieras.
Saray comenzó a maltratar tanto a Agar, que esta decidió huir. 7 El ángel del Señor la encontró en el desierto, junto a un pozo que se halla en el camino que va hacia la región de Sur, 8 y le preguntó:
―Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes, y a dónde vas?
―Estoy huyendo de Saray, mi dueña —respondió Agar.
9 Entonces el ángel del Señor le dijo:
―Regresa adonde tu dueña, y obedécela. 10 Además, el ángel del Señor le dijo:
―Tus descendientes serán tan numerosos que no será posible contarlos. 11 Estás embarazada y tendrás un hijo, y lo llamarás Ismael (Dios oye), porque el Señor ha escuchado tu dolor. 12 Ismael será un hombre rebelde, como un potro salvaje. Peleará contra todos, y todos pelearán contra él; pero vivirá cerca de sus hermanos.
13 Agar llamó al Señor, que hablaba con ella, «el Dios que me ve», pues se decía para sus adentros: «He visto al Dios que me ve». 14 Por eso, a este pozo, que está entre Cades y Béred, se le conoce como el «Pozo del Viviente que me ve».
15 Así que Agar le dio un hijo a Abram, el cual lo llamó Ismael. 16 Abram tenía ochenta y seis años cuando nació Ismael.
El pacto y la circuncisión
17 Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo:
―Yo soy el Dios Todopoderoso. Vive siempre de acuerdo con mi voluntad y haz lo correcto, 2 y yo te prometo que te daré una descendencia numerosísima.
3 Entonces Abram se inclinó hasta tocar el suelo con su frente. Dios, por su parte, continuó diciéndole:
4 ―El pacto que voy a hacer contigo es este: Serás el padre de muchas naciones. 5 Además, a partir de hoy ya no te llamarás Abram (Padre Excelso), sino Abraham (Padre de Naciones), porque haré que seas el padre de muchas naciones. 6 Te daré muchísimos descendientes, de modo que de ti saldrán reyes y naciones. 7 Contigo y con tus descendientes haré un pacto que durará para siempre. Debido a este pacto, yo seré tu Dios y el Dios de tus descendientes. 8 A ti y a tus descendientes les regalaré para siempre toda la tierra de Canaán, es decir, la tierra en que estás viviendo ahora. Y yo seré su Dios.
9-10 Además Dios dijo a Abraham:
―A través de todos los tiempos, tú y tus descendientes deberán obedecer este pacto: todos los varones que haya en tu pueblo deberán ser circuncidados. 11 A cada varón le cortarán la carne de su prepucio. Esta será la señal de que tú y ellos aceptan mi pacto. 12 Todo varón será circuncidado al octavo día de su nacimiento. Esto se aplica tanto a los niños que nazcan en tu casa, como a aquellos que hayan sido comprados por dinero a algún extranjero. Este es un pacto que deberán obedecer siempre tus descendientes. 13 Todos, sin excepción, deben ser circuncidados. De esa manera todos los varones llevarán en su cuerpo la señal de mi pacto, que es un pacto que nunca se acabará. 14 Cualquiera que no cumpla con las condiciones del pacto, es decir, que no sea circuncidado, será eliminado de mi pueblo, por haber desobedecido mi pacto.
15 Dios también le dijo a Abraham:
―Tu esposa ya no se llamará Saray, sino Sara (Princesa). 16 Yo la bendeciré y te daré un hijo de ella. La bendeciré tanto, que será madre de naciones y de reyes.
17 Abraham se inclinó hasta tocar el suelo con su frente, y se rio de pensar que un hombre de cien años pudiera ser padre, y que Sara pudiera tener un hijo a los noventa años. 18 Por eso le dijo a Dios:
―¡Sería suficiente con que Ismael contara con tu bendición!
19 Dios le respondió:
―Lo que acabo de decirte es que tu esposa Sara te dará un hijo, al cual lo llamarás Isaac (Risa). Con él y con sus descendientes confirmaré mi pacto para siempre. 20 En cuanto a Ismael, también te he oído y haré lo que me has pedido. Le daré una descendencia muy numerosa, y haré que de él salga una gran nación. Él será el padre de doce príncipes. 21 Pero mi pacto es con Isaac, el hijo que te dará Sara dentro de un año, por esta misma época.
22 Terminada la conversación, Dios se fue. 23 Aquel mismo día Abraham tomó a su hijo Ismael y lo circuncidó. También tomó a los esclavos, tanto a los que habían nacido en su casa como a los que había comprado, y a todos los demás varones que había en su casa, y los circuncidó, tal como Dios le había dicho. 24-25 Abraham tenía noventa y nueve años cuando fue circuncidado, y su hijo Ismael tenía trece. 26 Tanto Abraham como Ismael fueron circuncidados el mismo día. 27 También, ese mismo día, fueron circuncidados todos los varones que había en su casa, tanto los que habían nacido en ella como los que le había comprado a extranjeros.
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