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Dios bendice a Jacob en Bet-el

35 Dijo Dios a Jacob: «Levántate, sube a Bet-el y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que se te apareció cuando huías de tu hermano Esaú.» Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban:

—Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, limpiaos y mudad vuestros vestidos. Levantémonos y subamos a Bet-el, pues allí haré un altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia y que ha estado conmigo en el camino que he andado.

Ellos entregaron a Jacob todos los dioses ajenos que tenían en su poder y los zarcillos que llevaban en sus orejas, y Jacob los escondió debajo de una encina que había junto a Siquem. Cuando salieron, el terror de Dios cayó sobre las ciudades de sus alrededores, y no persiguieron a los hijos de Jacob.

Llegó Jacob a Luz, es decir, a Bet-el, que está en tierra de Canaán, él y todo el pueblo que con él estaba. Edificó allí un altar y llamó al lugar «El-bet-el», porque allí se le había aparecido Dios cuando huía de su hermano. Entonces murió Débora, nodriza de Rebeca, y fue sepultada al pie de Bet-el, debajo de una encina, la cual fue llamada «Alón-bacut».

Se le apareció otra vez Dios a Jacob a su regreso de Padan-aram, y lo bendijo. 10 Le dijo Dios:

«Tu nombre es Jacob;
pero ya no te llamarás Jacob,
sino que tu nombre será Israel.»

Y lo llamó Israel. 11 También le dijo Dios:

«Yo soy el Dios omnipotente:
crece y multiplícate;
una nación y un conjunto de naciones saldrán de ti,
y reyes saldrán de tus entrañas.
12 La tierra que he dado a Abraham y a Isaac
te la daré a ti,
y a tu descendencia después de ti.»

13 Y se fue Dios de su lado, del lugar desde el cual había hablado con él. 14 Jacob erigió entonces una señal en el lugar donde había hablado con él, una señal de piedra; derramó sobre ella una libación y echó sobre ella aceite. 15 Y Jacob llamó Bet-el a aquel lugar donde Dios le había hablado.

Muerte de Raquel

16 Partieron de Bet-el, y cuando aún faltaba como media legua para llegar a Efrata, Raquel dio a luz, pero tuvo un mal parto. 17 Aconteció que, como había trabajo en el parto, la partera le dijo: «No temas, porque también tendrás este hijo.» 18 Ella, al salírsele el alma —pues murió—, le puso por nombre Benoni; pero su padre lo llamó Benjamín.

19 Así murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es Belén. 20 Levantó Jacob un pilar sobre su sepultura, y ésta es la señal de la sepultura de Raquel hasta hoy.

21 Israel salió de allí y plantó su tienda más allá de Migdal-edar. 22 Aconteció que, cuando habitaba Israel en aquella tierra, Rubén fue y durmió con Bilha, la concubina de su padre; de esto se enteró Israel.

Los hijos de Jacob(A)

Los hijos de Israel fueron doce. 23 Hijos de Lea: Rubén, primogénito de Jacob, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. 24 Hijos de Raquel: José y Benjamín. 25 Hijos de Bilha, sierva de Raquel: Dan y Neftalí. 26 Hijos de Zilpa, sierva de Lea: Gad y Aser. Éstos fueron los hijos de Jacob, que le nacieron en Padan-aram.

Muerte de Isaac

27 Fue Jacob junto a Isaac, su padre, a Mamre, a la ciudad de Arba, que es Hebrón, donde habitaron Abraham e Isaac. 28 Los días de Isaac fueron ciento ochenta años. 29 Exhaló Isaac el espíritu; murió y fue reunido a su pueblo, viejo y lleno de días. Lo sepultaron sus hijos Esaú y Jacob.

Dios bendice a Jacob en Bet-el

35 Dijo Dios a Jacob: Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú.(A) Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado. Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de una encina que estaba junto a Siquem.

Y salieron, y el terror de Dios estuvo sobre las ciudades que había en sus alrededores, y no persiguieron a los hijos de Jacob. Y llegó Jacob a Luz, que está en tierra de Canaán (esta es Bet-el), él y todo el pueblo que con él estaba. Y edificó allí un altar, y llamó al lugar El-bet-el,[a] porque allí le había aparecido Dios, cuando huía de su hermano. Entonces murió Débora, ama de Rebeca, y fue sepultada al pie de Bet-el, debajo de una encina, la cual fue llamada Alón-bacut.[b]

Apareció otra vez Dios a Jacob, cuando había vuelto de Padan-aram, y le bendijo. 10 Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob,(B) sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre Israel. 11 También le dijo Dios: Yo soy el Dios omnipotente: crece y multiplícate; una nación y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos. 12 La tierra que he dado a Abraham y a Isaac, la daré a ti, y a tu descendencia después de ti daré la tierra.(C) 13 Y se fue de él Dios, del lugar en donde había hablado con él. 14 Y Jacob erigió una señal en el lugar donde había hablado con él, una señal de piedra, y derramó sobre ella libación, y echó sobre ella aceite. 15 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar donde Dios había hablado con él, Bet-el.(D)

Muerte de Raquel

16 Después partieron de Bet-el; y había aún como media legua de tierra para llegar a Efrata, cuando dio a luz Raquel,(E) y hubo trabajo en su parto. 17 Y aconteció, como había trabajo en su parto, que le dijo la partera: No temas, que también tendrás este hijo. 18 Y aconteció que al salírsele el alma (pues murió), llamó su nombre Benoni;[c] mas su padre lo llamó Benjamín.[d] 19 Así murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es Belén. 20 Y levantó Jacob un pilar sobre su sepultura; esta es la señal de la sepultura de Raquel hasta hoy. 21 Y salió Israel, y plantó su tienda más allá de Migdal-edar.

Los hijos de Jacob

(1 Cr. 2.1-2)

22 Aconteció que cuando moraba Israel en aquella tierra, fue Rubén y durmió con Bilha la concubina de su padre; lo cual llegó a saber Israel. Ahora bien, los hijos de Israel fueron doce: 23 los hijos de Lea: Rubén el primogénito de Jacob; Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. 24 Los hijos de Raquel: José y Benjamín. 25 Los hijos de Bilha, sierva de Raquel: Dan y Neftalí. 26 Y los hijos de Zilpa, sierva de Lea: Gad y Aser. Estos fueron los hijos de Jacob, que le nacieron en Padan-aram.

Muerte de Isaac

27 Después vino Jacob a Isaac su padre a Mamre, a la ciudad de Arba, que es Hebrón, donde habitaron Abraham e Isaac.(F) 28 Y fueron los días de Isaac ciento ochenta años. 29 Y exhaló Isaac el espíritu, y murió, y fue recogido a su pueblo, viejo y lleno de días; y lo sepultaron Esaú y Jacob sus hijos.

Notas al pie

  1. Génesis 35:7 Esto es, Dios de Bet-el.
  2. Génesis 35:8 Esto es, La encina del llanto.
  3. Génesis 35:18 Esto es, Hijo de mi tristeza.
  4. Génesis 35:18 Esto es, Hijo de la mano derecha.

Descendientes de Esaú(A)

36 Éstos son los descendientes de Esaú, o sea Edom: Esaú tomó sus mujeres de las hijas de Canaán: a Ada, hija de Elón, el heteo; a Aholibama, hija de Aná hijo de Zibeón, el heveo; y a Basemat, hija de Ismael, hermana de Nebaiot. A Esaú, Ada le dio a luz a Elifaz; Basemat le dio a luz a Reuel; y Aholibama le dio a luz a Jeús, a Jaalam y a Coré. Éstos son los hijos que le nacieron a Esaú en la tierra de Canaán.

Esaú tomó sus mujeres, sus hijos, sus hijas y todas las personas de su casa; sus ganados, todas sus bestias y todo cuanto había adquirido en la tierra de Canaán, y se fue a otra tierra, separándose de su hermano Jacob, porque los bienes de ambos eran tantos que no podían habitar juntos, ni la tierra en donde habitaban los podía sostener a causa de sus ganados. Por eso Esaú, o sea Edom, habitó en los montes de Seir.

Éstos son los descendientes de Esaú, padre de Edom, en los montes de Seir, 10 y éstos son los nombres de sus hijos: Elifaz, hijo de Ada, mujer de Esaú; Reuel, hijo de Basemat, mujer de Esaú. 11 Los hijos de Elifaz fueron Temán, Omar, Zefo, Gatam y Cenaz. 12 Timna fue concubina de Elifaz hijo de Esaú, y ella le dio a luz a Amalec; éstos son los hijos de Ada, mujer de Esaú. 13 Los hijos de Reuel fueron Nahat, Zera, Sama y Miza; éstos son los hijos de Basemat, mujer de Esaú. 14 Y estos fueron los hijos que dio a luz Aholibama, mujer de Esaú, hija de Aná hijo de Zibeón: Jeús, Jaalam y Coré, hijos de Esaú.

15 Éstos son los jefes de entre los hijos de Esaú: Hijos de Elifaz, primogénito de Esaú: los jefes Temán, Omar, Zefo, Cenaz, 16 Coré, Gatam y Amalec. Éstos son los jefes de Elifaz, en la tierra de Edom. Éstos fueron los hijos de Ada. 17 Éstos son los hijos de Reuel hijo de Esaú: los jefes Nahat, Zera, Sama y Miza. Éstos son los jefes de la línea de Reuel en la tierra de Edom; son los que proceden de Basemat, mujer de Esaú. 18 Éstos son los hijos de Aholibama, mujer de Esaú: los jefes Jeús, Jaalam y Coré; y estos fueron los jefes que salieron de Aholibama, mujer de Esaú, hija de Aná. 19 Todos ellos fueron los hijos de Esaú, o sea Edom; y fueron sus jefes.

20 Éstos son los hijos de Seir, el horeo, habitantes de aquella tierra: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, 21 Disón, Ezer y Disán. Éstos son los jefes de los horeos, hijos de Seir, en la tierra de Edom. 22 Los hijos de Lotán fueron Hori y Hemam. Timna fue hermana de Lotán. 23 Los hijos de Sobal fueron Alván, Manahat, Ebal, Sefo y Onam; 24 y los de Zibeón fueron Aja y Aná. Este Aná es el que descubrió manantiales en el desierto, cuando apacentaba los asnos de Zibeón, su padre. 25 Los hijos de Aná fueron Disón y Aholibama, hija de Aná. 26 Éstos fueron los hijos de Disón: Hemdán, Esbán, Itrán y Querán; 27 y estos los hijos de Ezer: Bilhán, Zaaván y Acán. 28 Éstos fueron los hijos de Disán: Uz y Arán; 29 y estos los jefes de los horeos: los jefes Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, 30 Disón, Ezer y Disán; estos fueron los jefes de los horeos, por sus mandos en la tierra de Seir.

31 Éstos fueron los reyes que reinaron en la tierra de Edom antes que tuvieran rey los hijos de Israel: 32 Bela hijo de Beor, reinó en Edom, y el nombre de su ciudad fue Dinaba. 33 Murió Bela y reinó en su lugar Jobab hijo de Zera, de Bosra. 34 Murió Jobab y en su lugar reinó Husam, de tierra de Temán. 35 Murió Husam y reinó en su lugar Hadad hijo de Bedad, el que derrotó a Madián en el campo de Moab; y el nombre de su ciudad fue Avit. 36 Murió Hadad y en su lugar reinó Samla, de Masreca. 37 Murió Samla y reinó en su lugar Saúl, de Rehobot, que está junto al Éufrates. 38 Murió Saúl y en lugar suyo reinó Baal-hanán hijo de Acbor. 39 Murió Baal-hanán hijo de Acbor y reinó Hadar en lugar suyo; el nombre de su ciudad fue Pau, y el nombre de su mujer, Mehetabel, hija de Matred, hija de Mezaab.

40 Estos, pues, son los nombres de los jefes de Esaú por sus familias, por sus lugares y sus nombres: Timna, Alva, Jetet, 41 Aholibama, Ela, Pinón, 42 Cenaz, Temán, Mibzar, 43 Magdiel e Iram. Éstos fueron los jefes de Edom, según los lugares que ocupan en la tierra de su posesión. Edom es el mismo Esaú, padre de los edomitas.

Los descendientes de Esaú

(1 Cr. 1.34-54)

36 Estas son las generaciones de Esaú, el cual es Edom: Esaú tomó sus mujeres(A) de las hijas de Canaán: a Ada, hija de Elón heteo, a Aholibama, hija de Aná, hijo de Zibeón heveo, y a Basemat hija de Ismael, hermana de Nebaiot.(B) Ada dio a luz a Esaú a Elifaz; y Basemat dio a luz a Reuel. Y Aholibama dio a luz a Jeús, a Jaalam y a Coré; estos son los hijos de Esaú, que le nacieron en la tierra de Canaán. Y Esaú tomó sus mujeres, sus hijos y sus hijas, y todas las personas de su casa, y sus ganados, y todas sus bestias, y todo cuanto había adquirido en la tierra de Canaán, y se fue a otra tierra, separándose de Jacob su hermano. Porque los bienes de ellos eran muchos; y no podían habitar juntos, ni la tierra en donde moraban los podía sostener a causa de sus ganados. Y Esaú habitó en el monte de Seir; Esaú es Edom.

Estos son los linajes de Esaú, padre de Edom, en el monte de Seir. 10 Estos son los nombres de los hijos de Esaú: Elifaz, hijo de Ada mujer de Esaú; Reuel, hijo de Basemat mujer de Esaú. 11 Y los hijos de Elifaz fueron Temán, Omar, Zefo, Gatam y Cenaz. 12 Y Timna fue concubina de Elifaz hijo de Esaú, y ella le dio a luz a Amalec; estos son los hijos de Ada, mujer de Esaú. 13 Los hijos de Reuel fueron Nahat, Zera, Sama y Miza; estos son los hijos de Basemat mujer de Esaú. 14 Estos fueron los hijos de Aholibama mujer de Esaú, hija de Aná, que fue hijo de Zibeón: ella dio a luz a Jeús, Jaalam y Coré, hijos de Esaú.

15 Estos son los jefes de entre los hijos de Esaú: hijos de Elifaz, primogénito de Esaú: los jefes Temán, Omar, Zefo, Cenaz, 16 Coré, Gatam y Amalec; estos son los jefes de Elifaz en la tierra de Edom; estos fueron los hijos de Ada. 17 Y estos son los hijos de Reuel, hijo de Esaú: los jefes Nahat, Zera, Sama y Miza; estos son los jefes de la línea de Reuel en la tierra de Edom; estos hijos vienen de Basemat mujer de Esaú. 18 Y estos son los hijos de Aholibama mujer de Esaú: los jefes Jeús, Jaalam y Coré; estos fueron los jefes que salieron de Aholibama mujer de Esaú, hija de Aná. 19 Estos, pues, son los hijos de Esaú, y sus jefes; él es Edom.

20 Estos son los hijos de Seir horeo, moradores de aquella tierra: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, 21 Disón, Ezer y Disán; estos son los jefes de los horeos, hijos de Seir, en la tierra de Edom. 22 Los hijos de Lotán fueron Hori y Hemam; y Timna fue hermana de Lotán. 23 Los hijos de Sobal fueron Alván, Manahat, Ebal, Sefo y Onam. 24 Y los hijos de Zibeón fueron Aja y Aná. Este Aná es el que descubrió manantiales en el desierto, cuando apacentaba los asnos de Zibeón su padre. 25 Los hijos de Aná fueron Disón, y Aholibama hija de Aná. 26 Estos fueron los hijos de Disón: Hemdán, Esbán, Itrán y Querán. 27 Y estos fueron los hijos de Ezer: Bilhán, Zaaván y Acán. 28 Estos fueron los hijos de Disán: Uz y Arán. 29 Y estos fueron los jefes de los horeos: los jefes Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, 30 Disón, Ezer y Disán; estos fueron los jefes de los horeos, por sus mandos en la tierra de Seir.

31 Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel, fueron estos: 32 Bela hijo de Beor reinó en Edom; y el nombre de su ciudad fue Dinaba. 33 Murió Bela, y reinó en su lugar Jobab hijo de Zera, de Bosra. 34 Murió Jobab, y en su lugar reinó Husam, de tierra de Temán. 35 Murió Husam, y reinó en su lugar Hadad hijo de Bedad, el que derrotó a Madián en el campo de Moab; y el nombre de su ciudad fue Avit. 36 Murió Hadad, y en su lugar reinó Samla de Masreca. 37 Murió Samla, y reinó en su lugar Saúl de Rehobot junto al Éufrates. 38 Murió Saúl, y en lugar suyo reinó Baal-hanán hijo de Acbor. 39 Y murió Baal-hanán hijo de Acbor, y reinó Hadar en lugar suyo; y el nombre de su ciudad fue Pau; y el nombre de su mujer, Mehetabel hija de Matred, hija de Mezaab. 40 Estos, pues, son los nombres de los jefes de Esaú por sus linajes, por sus lugares, y sus nombres: Timna, Alva, Jetet, 41 Aholibama, Ela, Pinón, 42 Cenaz, Temán, Mibzar, 43 Magdiel e Iram. Estos fueron los jefes de Edom según sus moradas en la tierra de su posesión. Edom es el mismo Esaú, padre de los edomitas.

José, vendido por sus hermanos

37 Jacob habitó en la tierra donde había vivido su padre, en la tierra de Canaán. Ésta es la historia de la familia de Jacob: José tenía diecisiete años y apacentaba las ovejas con sus hermanos; el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre de la mala fama de ellos.

Israel amaba a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Al ver sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos ellos, lo aborrecían y no podían hablarle pacíficamente.

Tuvo José un sueño y lo contó a sus hermanos, y ellos llegaron a aborrecerlo más todavía. Él les dijo:

—Oíd ahora este sueño que he tenido: estábamos atando manojos en medio del campo, y mi manojo se levantaba y se quedaba derecho, y vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban ante el mío.

Entonces le respondieron sus hermanos:

—¿Reinarás tú sobre nosotros, o dominarás sobre nosotros?

Y lo aborrecieron aún más a causa de sus sueños y sus palabras.

Después tuvo otro sueño y lo contó a sus hermanos. Les dijo:

—He tenido otro sueño. Soñé que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban hacia mí.

10 Y lo contó a su padre y a sus hermanos; su padre le reprendió, y le dijo:

—¿Qué sueño es éste que tuviste? ¿Acaso vendremos yo, tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?

11 Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba en esto.

12 Un día, sus hermanos fueron a apacentar las ovejas de su padre en Siquem. 13 Entonces Israel dijo a José:

—Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem. Ven, y te enviaré a ellos.

—Aquí estoy —respondió él.

14 —Ve ahora, mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la noticia —dijo Israel.

Lo envió, pues, desde el valle del Hebrón, y José llegó a Siquem. 15 Lo halló un hombre, andando él errante por el campo; y aquel hombre le preguntó:

—¿Qué buscas?

16 —Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde están apacentando —respondió José.

17 —Ya se han ido de aquí; pero yo les oí decir: “Vamos a Dotán” —dijo el hombre.

Entonces José fue tras sus hermanos y los halló en Dotán.

18 Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos conspiraron contra él para matarlo. 19 Se dijeron el uno al otro:

—¡Ahí viene el soñador! 20 Ahora pues, venid, matémoslo y echémoslo en una cisterna, y diremos: “Alguna mala bestia lo devoró.” Veremos entonces qué será de sus sueños.

21 Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos. Dijo:

—No lo matemos.

22 Y añadió:

—No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, pero no le pongáis las manos encima.

Quiso librarlo así de sus manos y hacerlo volver a su padre. 23 Sucedió, pues, que cuando llegó José junto a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica —la túnica de colores que llevaba puesta—, 24 lo agarraron y lo echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. 25 Luego se sentaron a comer. En esto, al alzar la vista, vieron una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, con camellos cargados de aromas, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto. 26 Entonces Judá dijo a sus hermanos:

—¿Qué vamos a ganar con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte? 27 Venid y vendámoslo a los ismaelitas; pero no le pongamos las manos encima, porque es nuestro hermano, nuestra propia carne.

Y sus hermanos convinieron con él.

28 Cuando pasaban los mercaderes madianitas, sacaron ellos a José de la cisterna, lo trajeron arriba y lo vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y estos se llevaron a José a Egipto.

29 Después Rubén volvió a la cisterna y, al no hallar dentro a José, rasgó sus vestidos. 30 Luego volvió a sus hermanos y dijo:

—El joven no aparece; y yo, ¿adónde iré yo?

31 Entonces tomaron ellos la túnica de José, degollaron un cabrito del rebaño y tiñeron la túnica con la sangre. 32 Enviaron la túnica de colores a su padre, con este mensaje: «Esto hemos hallado; reconoce ahora si es o no la túnica de tu hijo.»

33 Cuando él la reconoció, dijo: «Es la túnica de mi hijo; alguna mala bestia lo devoró; José ha sido despedazado.» 34 Entonces Jacob rasgó sus vestidos, se puso ropa áspera sobre su cintura y guardó luto por su hijo durante muchos días. 35 Se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo, pero él no quiso recibir consuelo, diciendo: «¡Descenderé enlutado junto a mi hijo hasta el seol!» Y lo lloró su padre.

36 En Egipto, los madianitas lo vendieron a Potifar, oficial del faraón y capitán de la guardia.

José es vendido por sus hermanos

37 Habitó Jacob en la tierra donde había morado su padre, en la tierra de Canaán. Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos. Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.

Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío. Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aún más a causa de sus sueños y sus palabras. Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. 10 Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? 11 Y sus hermanos le tenían envidia,(A) mas su padre meditaba en esto.

12 Después fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem. 13 Y dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem: ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí. 14 E Israel le dijo: Ve ahora, mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem. 15 Y lo halló un hombre, andando él errante por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué buscas? 16 José respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde están apacentando. 17 Aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; y yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán. 18 Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle. 19 Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. 20 Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños. 21 Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos. 22 Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre. 23 Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; 24 y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua.

25 Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. 26 Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? 27 Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él. 28 Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.(B)

29 Después Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José adentro, y se rasgó los vestidos. 30 Y volvió a sus hermanos, y dijo: El joven no aparece; y yo, ¿a dónde iré? 31 Entonces tomaron ellos la túnica de José, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñeron la túnica con la sangre; 32 y enviaron la túnica de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la túnica de tu hijo, o no. 33 Y él la reconoció, y dijo: La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia lo devoró; José ha sido despedazado. 34 Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso cilicio sobre sus lomos, y guardó luto por su hijo muchos días. 35 Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso recibir consuelo, y dijo: Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol.[a] Y lo lloró su padre. 36 Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial de Faraón, capitán de la guardia.

Notas al pie

  1. Génesis 37:35 Nombre hebreo del lugar de los muertos.

José y la esposa de Potifar

39 Llevado, pues, José a Egipto, Potifar, un egipcio oficial del faraón, capitán de la guardia, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. Pero Jehová estaba con José, quien llegó a ser un hombre próspero, y vivía en la casa del egipcio, su amo. Vio su amo que Jehová estaba con él, que Jehová lo hacía prosperar en todas sus empresas. Así halló José gracia a sus ojos, y lo servía; lo hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. Desde el momento en que le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, tanto en la casa como en el campo. Él mismo dejó todo lo que tenía en manos de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía.

José era de hermoso semblante y bella presencia, y aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y le dijo:

—Duerme conmigo.

Pero él no quiso, y dijo a la mujer de su amo:

—Mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mis manos todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer. ¿Cómo, pues, haría yo este gran mal, y pecaría contra Dios?

10 Hablaba ella a José cada día, pero él no la escuchaba para acostarse al lado de ella, para estar con ella. 11 Pero aconteció un día, cuando entró él en casa a hacer su oficio, que no había nadie de los de casa allí. 12 Entonces ella lo asió por la ropa, diciendo:

—Duerme conmigo.

Pero él, dejando su ropa en las manos de ella, huyó y salió. 13 Cuando ella vio que le había dejado la ropa en sus manos y había huido fuera, 14 llamó a los de casa, y les dijo:

—Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciera burla de nosotros. Ha venido a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces. 15 Al ver que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y salió huyendo.

16 Puso ella junto a sí la ropa de José, hasta que llegó su señor a la casa. 17 Entonces le repitió las mismas palabras, diciendo:

—El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme. 18 Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera.

19 Al oír el amo de José las palabras de su mujer, que decía: «Así me ha tratado tu siervo», se encendió su furor. 20 Tomó su amo a José y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey; y allí lo mantuvo. 21 Pero Jehová estaba con José y extendió a él su misericordia, pues hizo que se ganara el favor del jefe de la cárcel. 22 El jefe de la cárcel puso en manos de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. 23 No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.

José y la esposa de Potifar

39 Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. Mas Jehová estaba con José,(A) y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. Y aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo. Y dejó todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia.

Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? 10 Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella, 11 aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. 12 Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió. 13 Cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera, 14 llamó a los de casa, y les habló diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciese burla de nosotros. Vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces; 15 y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó y salió. 16 Y ella puso junto a sí la ropa de José, hasta que vino su señor a su casa. 17 Entonces le habló ella las mismas palabras, diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme. 18 Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera.

19 Y sucedió que cuando oyó el amo de José las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: Así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor. 20 Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel. 21 Pero Jehová estaba con José(B) y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel. 22 Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. 23 No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.

Los hermanos de José en busca de alimentos

42 Viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: «¿Por qué os estáis ahí mirando? Yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir y no muramos.»

Descendieron los diez hermanos de José a comprar trigo en Egipto. Pero Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos, porque dijo: «No sea que le acontezca algún desastre.» Fueron, pues, los hijos de Israel entre los que iban a comprar, porque había hambre en la tierra de Canaán.

José era el señor de la tierra, quien le vendía trigo a todo el mundo. Cuando llegaron los hermanos de José, se inclinaron a él rostro en tierra. José reconoció a sus hermanos en cuanto los vio; pero hizo como que no los conocía, y hablándoles ásperamente les dijo:

—¿De dónde habéis venido?

Ellos respondieron:

—De la tierra de Canaán, para comprar alimentos.

Reconoció, pues, José a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron. Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo:

—Espías sois; para ver las regiones indefensas del país habéis venido.

10 —No, señor nuestro —respondieron ellos—, sino que tus siervos han venido a comprar alimentos. 11 Todos nosotros somos hijos del mismo padre y somos hombres honrados; tus siervos nunca fueron espías.

12 Pero José les dijo:

—No; para ver las regiones indefensas del país habéis venido.

13 —Tus siervos somos doce hermanos —respondieron ellos—, hijos de un hombre en la tierra de Canaán. El menor está hoy con nuestro padre y el otro ha desaparecido.

14 Y José les dijo:

—Eso es lo que os he dicho al afirmar que sois espías. 15 En esto seréis probados: ¡Por vida del faraón, que no saldréis de aquí hasta que vuestro hermano menor venga! 16 Enviad a uno de vosotros para que traiga a vuestro hermano, y vosotros quedad presos. Vuestras palabras serán probadas, si hay verdad en vosotros; y si no, ¡por la vida del faraón, que sois espías!

17 Entonces los puso juntos en la cárcel por tres días. 18 Al tercer día les dijo José:

—Haced esto y vivid: Yo temo a Dios. 19 Si sois hombres honrados, uno de vuestros hermanos se quedará en la cárcel, mientras los demás vais a llevar el alimento para remediar el hambre de vuestra familia. 20 Pero traeréis a vuestro hermano menor; así serán verificadas vuestras palabras y no moriréis.

Ellos lo hicieron así, 21 pero se decían el uno al otro:

—Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba y no lo escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia.

22 Entonces Rubén les respondió, diciendo:

—¿No os hablé yo y dije: “No pequéis contra el joven”? Pero no me escuchasteis; por eso ahora se nos demanda su sangre.

23 Ellos no sabían que José los entendía, porque éste tenía un intérprete para hablar con ellos. 24 Entonces se apartó José de su lado, y lloró; cuando volvió a ellos, les habló y, tomando de entre ellos a Simeón, lo apresó en su presencia. 25 Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo y devolvieran el dinero a cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y que les dieran comida para el camino; así se hizo con ellos. 26 Entonces pusieron ellos su trigo sobre sus asnos y se fueron de allí.

27 Pero al abrir uno de ellos el saco para dar de comer a su asno en el mesón, vio el dinero que estaba en la boca de su costal. 28 Y dijo a sus hermanos:

—¡Me han devuelto mi dinero; aquí está, en mi saco!

Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados se dijeron el uno al otro:

—¿Qué es esto que Dios nos ha hecho?

29 Cuando llegaron junto a Jacob, su padre, en tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había acontecido, diciendo:

30 —Aquel hombre, el señor de la tierra, nos habló ásperamente y nos trató como a espías de la tierra. 31 Pero nosotros le dijimos: “Somos hombres honrados, nunca fuimos espías. 32 Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno ha desaparecido y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán.” 33 Entonces aquel hombre, el señor de la tierra, nos dijo: “En esto conoceré que sois hombres honrados: dejad conmigo a uno de vuestros hermanos, tomad para remediar el hambre de vuestras familias y andad, 34 traedme a vuestro hermano menor; así sabré que no sois espías, sino hombres honrados; entonces os entregaré a vuestro hermano y comerciaréis libremente por el país.”

35 Aconteció que cuando vaciaban ellos sus sacos, vieron que en el saco de cada uno estaba la bolsita con su dinero; y tanto ellos como su padre, al ver las bolsitas con el dinero, tuvieron temor.

36 Entonces su padre Jacob les dijo:

—Me habéis privado de mis hijos: José no aparece, Simeón tampoco y ahora os llevaréis a Benjamín. Estas cosas acabarán conmigo.

37 Rubén respondió a su padre:

—Quítales la vida a mis dos hijos, si no te lo devuelvo. Confíamelo a mí y yo te lo devolveré.

38 Pero Jacob replicó:

—No descenderá mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto y él ha quedado solo; si le acontece algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor al seol.

Los hermanos de José vienen por alimentos

42 Viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando? Y dijo: He aquí, yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos.(A) Y descendieron los diez hermanos de José a comprar trigo en Egipto. Mas Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos; porque dijo: No sea que le acontezca algún desastre. Vinieron los hijos de Israel a comprar entre los que venían; porque había hambre en la tierra de Canaán.

Y José era el señor de la tierra, quien le vendía a todo el pueblo de la tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él rostro a tierra. Y José, cuando vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo como que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán, para comprar alimentos. José, pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron. Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos,(B) y les dijo: Espías sois; por ver lo descubierto del país habéis venido. 10 Ellos le respondieron: No, señor nuestro, sino que tus siervos han venido a comprar alimentos. 11 Todos nosotros somos hijos de un varón; somos hombres honrados; tus siervos nunca fueron espías. 12 Pero José les dijo: No; para ver lo descubierto del país habéis venido. 13 Y ellos respondieron: Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un varón en la tierra de Canaán; y he aquí el menor está hoy con nuestro padre, y otro no parece. 14 Y José les dijo: Eso es lo que os he dicho, afirmando que sois espías. 15 En esto seréis probados: Vive Faraón, que no saldréis de aquí, sino cuando vuestro hermano menor viniere aquí. 16 Enviad a uno de vosotros y traiga a vuestro hermano, y vosotros quedad presos, y vuestras palabras serán probadas, si hay verdad en vosotros; y si no, vive Faraón, que sois espías. 17 Entonces los puso juntos en la cárcel por tres días. 18 Y al tercer día les dijo José: Haced esto, y vivid: Yo temo a Dios. 19 Si sois hombres honrados, quede preso en la casa de vuestra cárcel uno de vuestros hermanos, y vosotros id y llevad el alimento para el hambre de vuestra casa. 20 Pero traeréis a vuestro hermano menor, y serán verificadas vuestras palabras, y no moriréis. Y ellos lo hicieron así.

21 Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. 22 Entonces Rubén les respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: No pequéis contra el joven,(C) y no escuchasteis? He aquí también se nos demanda su sangre. 23 Pero ellos no sabían que los entendía José, porque había intérprete entre ellos. 24 Y se apartó José de ellos, y lloró; después volvió a ellos, y les habló, y tomó de entre ellos a Simeón, y lo aprisionó a vista de ellos. 25 Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo, y devolviesen el dinero de cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y les diesen comida para el camino; y así se hizo con ellos.

26 Y ellos pusieron su trigo sobre sus asnos, y se fueron de allí. 27 Pero abriendo uno de ellos su saco para dar de comer a su asno en el mesón, vio su dinero que estaba en la boca de su costal. 28 Y dijo a sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y helo aquí en mi saco. Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios?

29 Y venidos a Jacob su padre en tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había acontecido, diciendo: 30 Aquel varón, el señor de la tierra, nos habló ásperamente, y nos trató como a espías de la tierra. 31 Y nosotros le dijimos: Somos hombres honrados, nunca fuimos espías. 32 Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno no parece, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán. 33 Entonces aquel varón, el señor de la tierra, nos dijo: En esto conoceré que sois hombres honrados: dejad conmigo uno de vuestros hermanos, y tomad para el hambre de vuestras casas, y andad, 34 y traedme a vuestro hermano el menor, para que yo sepa que no sois espías, sino hombres honrados; así os daré a vuestro hermano, y negociaréis en la tierra.

35 Y aconteció que vaciando ellos sus sacos, he aquí que en el saco de cada uno estaba el atado de su dinero; y viendo ellos y su padre los atados de su dinero, tuvieron temor. 36 Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas. 37 Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás morir a mis dos hijos, si no te lo devuelvo; entrégalo en mi mano, que yo lo devolveré a ti. 38 Y él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto, y él solo ha quedado; y si le aconteciere algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol.

La copa de José

44 Mandó José al mayordomo de su casa, diciendo:

—Llena de alimento los costales de estos hombres, de todo cuanto puedan llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal. También pondrás mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, con el dinero de su trigo.

El mayordomo hizo como había dicho José.

Al amanecer, los hombres fueron despedidos con sus asnos. Ya ellos habían salido de la ciudad, pero todavía no se habían alejado, cuando José dijo a su mayordomo:

—Levántate y sigue a esos hombres. Cuando los alcances, diles: “¿Por qué habéis pagado mal por bien? ¿Por qué habéis robado mi copa de plata? ¿No es ésta en la que bebe mi señor, y la que usa para adivinar? ¡Habéis hecho mal al hacer esto!”

Cuando él los alcanzó, les dijo estas palabras. Y ellos le respondieron:

—¿Por qué dice nuestro señor tales cosas? Nunca tal hagan tus siervos. Si el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales te lo volvimos a traer desde la tierra de Canaán, ¿cómo íbamos a hurtar de casa de tu señor plata ni oro? Aquel de tus siervos a quien se le encuentre la copa, que muera, y aun nosotros seremos siervos de mi señor.

10 Entonces el mayordomo dijo:

—También ahora sea conforme a vuestras palabras: aquel a quien se le encuentre será mi siervo; los demás quedaréis sin culpa.

11 Ellos entonces se dieron prisa, bajó cada uno su costal a tierra y cada cual abrió el suyo. 12 El mayordomo buscó, comenzando por el mayor y terminando por el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín. 13 Entonces ellos rasgaron sus vestidos, cargó cada uno su asno y volvieron a la ciudad.

14 Entró Judá con sus hermanos a casa de José, que aún estaba allí, y se postraron en tierra delante de él. 15 Y les dijo José:

—¿Qué acción es ésta que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo sabe adivinar?

16 Entonces dijo Judá:

—¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos o con qué nos justificaremos? Dios ha hallado la maldad de tus siervos. Nosotros somos siervos de mi señor, nosotros y también aquel en cuyo poder se halló la copa.

17 José respondió:

—Nunca haga yo tal cosa. El hombre en cuyo poder se halló la copa, ése será mi siervo; vosotros id en paz junto a vuestro padre.

Judá intercede por Benjamín

18 Entonces Judá se acercó a él y le dijo:

—¡Ay, señor mío!, te ruego que permitas a tu siervo decir una palabra a oídos de mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues tú eres como el faraón. 19 Mi señor preguntó a sus siervos: “¿Tenéis padre o hermano?” 20 Y nosotros respondimos a mi señor: “Sí, tenemos un padre anciano y un hermano joven, pequeño aún, que le nació en su vejez; un hermano suyo murió, y sólo él quedó de los hijos de su madre, y su padre lo ama.” 21 Tú dijiste a tus siervos: “Traédmelo, pues quiero verlo.” 22 Y nosotros dijimos a mi señor: “El joven no puede dejar a su padre, porque si lo deja, su padre morirá.” 23 Y dijiste a tus siervos: “Si vuestro hermano menor no viene con vosotros, no veréis más mi rostro.”

24 »Aconteció, pues, que cuando llegamos a mi padre, tu siervo, le contamos las palabras de mi señor. 25 Y dijo nuestro padre: “Volved a comprarnos un poco de alimento.” 26 Pero nosotros respondimos: “No podemos ir. Si nuestro hermano va con nosotros, iremos, porque no podremos presentarnos ante aquel hombre, si no está con nosotros nuestro hermano menor.” 27 Entonces tu siervo, mi padre, nos dijo: “Vosotros sabéis que dos hijos me dio a luz mi mujer; 28 uno de ellos se fue de mi lado, y pienso de cierto que fue despedazado. Hasta ahora no lo he vuelto a ver. 29 Si ahora os lleváis también a éste y le acontece algún desastre, haréis que con dolor desciendan mis canas al seol.”

30 »Ahora, pues, cuando vuelva yo a tu siervo, mi padre, si el joven no va conmigo, como su vida está ligada a la vida de él, 31 sucederá que cuando no vea al joven, morirá; y tus siervos harán que con dolor desciendan al seol las canas de nuestro padre, tu siervo. 32 Como tu siervo salió fiador del joven ante mi padre, diciendo: “Si no te lo traigo de vuelta, entonces yo seré culpable ante mi padre para siempre”, 33 por eso te ruego que se quede ahora tu siervo en lugar del joven como siervo de mi señor, y que el joven vaya con sus hermanos, 34 pues ¿cómo volveré yo a mi padre sin el joven? No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre.

La copa de José

44 Mandó José al mayordomo de su casa, diciendo: Llena de alimento los costales de estos varones, cuanto puedan llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal. Y pondrás mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, con el dinero de su trigo. Y él hizo como dijo José. Venida la mañana, los hombres fueron despedidos con sus asnos. Habiendo ellos salido de la ciudad, de la que aún no se habían alejado, dijo José a su mayordomo: Levántate y sigue a esos hombres; y cuando los alcances, diles: ¿Por qué habéis vuelto mal por bien? ¿Por qué habéis robado mi copa de plata? ¿No es esta en la que bebe mi señor, y por la que suele adivinar? Habéis hecho mal en lo que hicisteis.

Cuando él los alcanzó, les dijo estas palabras. Y ellos le respondieron: ¿Por qué dice nuestro señor tales cosas? Nunca tal hagan tus siervos. He aquí, el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales, te lo volvimos a traer desde la tierra de Canaán; ¿cómo, pues, habíamos de hurtar de casa de tu señor plata ni oro? Aquel de tus siervos en quien fuere hallada la copa, que muera, y aun nosotros seremos siervos de mi señor. 10 Y él dijo: También ahora sea conforme a vuestras palabras; aquel en quien se hallare será mi siervo, y vosotros seréis sin culpa. 11 Ellos entonces se dieron prisa, y derribando cada uno su costal en tierra, abrió cada cual el costal suyo. 12 Y buscó; desde el mayor comenzó, y acabó en el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín. 13 Entonces ellos rasgaron sus vestidos, y cargó cada uno su asno y volvieron a la ciudad.

14 Vino Judá con sus hermanos a casa de José, que aún estaba allí, y se postraron delante de él en tierra. 15 Y les dijo José: ¿Qué acción es esta que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo sabe adivinar? 16 Entonces dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos, o con qué nos justificaremos? Dios ha hallado la maldad de tus siervos; he aquí, nosotros somos siervos de mi señor, nosotros, y también aquel en cuyo poder fue hallada la copa. 17 José respondió: Nunca yo tal haga. El varón en cuyo poder fue hallada la copa, él será mi siervo; vosotros id en paz a vuestro padre.

Judá intercede por Benjamín

18 Entonces Judá se acercó a él, y dijo: Ay, señor mío, te ruego que permitas que hable tu siervo una palabra en oídos de mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues tú eres como Faraón. 19 Mi señor preguntó a sus siervos, diciendo: ¿Tenéis padre o hermano? 20 Y nosotros respondimos a mi señor: Tenemos un padre anciano, y un hermano joven, pequeño aún, que le nació en su vejez; y un hermano suyo murió, y él solo quedó de los hijos de su madre; y su padre lo ama. 21 Y tú dijiste a tus siervos: Traédmelo, y pondré mis ojos sobre él. 22 Y nosotros dijimos a mi señor: El joven no puede dejar a su padre, porque si lo dejare, su padre morirá. 23 Y dijiste a tus siervos: Si vuestro hermano menor no desciende con vosotros, no veréis más mi rostro. 24 Aconteció, pues, que cuando llegamos a mi padre tu siervo, le contamos las palabras de mi señor. 25 Y dijo nuestro padre: Volved a comprarnos un poco de alimento. 26 Y nosotros respondimos: No podemos ir; si nuestro hermano va con nosotros, iremos; porque no podremos ver el rostro del varón, si no está con nosotros nuestro hermano el menor. 27 Entonces tu siervo mi padre nos dijo: Vosotros sabéis que dos hijos me dio a luz mi mujer; 28 y el uno salió de mi presencia, y pienso de cierto que fue despedazado, y hasta ahora no lo he visto. 29 Y si tomáis también a este de delante de mí, y le acontece algún desastre, haréis descender mis canas con dolor al Seol. 30 Ahora, pues, cuando vuelva yo a tu siervo mi padre, si el joven no va conmigo, como su vida está ligada a la vida de él, 31 sucederá que cuando no vea al joven, morirá; y tus siervos harán descender las canas de tu siervo nuestro padre con dolor al Seol. 32 Como tu siervo salió por fiador del joven con mi padre, diciendo: Si no te lo vuelvo a traer, entonces yo seré culpable ante mi padre para siempre; 33 te ruego, por tanto, que quede ahora tu siervo en lugar del joven por siervo de mi señor, y que el joven vaya con sus hermanos. 34 Porque ¿cómo volveré yo a mi padre sin el joven? No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre.

Jacob bendice a Efraín y a Manasés

48 Sucedió después de estas cosas que dijeron a José:

—Tu padre está enfermo.

Entonces él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. Y se le hizo saber a Jacob, diciendo:

—Aquí está tu hijo José, que viene a ti.

Haciendo un esfuerzo, Israel se sentó sobre la cama y dijo a José:

—El Dios omnipotente se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán, me bendijo y me dijo: “Yo te haré crecer, te multiplicaré y te pondré por estirpe de naciones; y daré esta tierra a tu descendencia después de ti por heredad perpetua.” Ahora bien, tus dos hijos, Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto antes de venir a reunirme contigo a la tierra de Egipto, son míos; al igual que Rubén y Simeón, serán míos. Los que después de ellos has engendrado, serán tuyos; por el nombre de sus hermanos serán llamados en sus heredades. Cuando yo venía de Padan-aram se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino, como media legua antes de llegar a Efrata; y la sepulté allí, en el camino de Efrata, que es Belén.

Vio entonces Israel a los hijos de José, y dijo:

—¿Quiénes son estos?

—Son mis hijos, los que Dios me ha dado aquí —respondió José a su padre.

—Acércalos ahora a mí, y los bendeciré —dijo Israel.

10 Los ojos de Israel estaban tan debilitados por la vejez, que no podía ver. Los hizo, pues, acercarse a él, y él los besó y los abrazó. 11 Y dijo Israel a José:

—No pensaba yo ver más tu rostro, y Dios me ha dejado ver también a tu descendencia.

12 Entonces José los sacó de entre sus rodillas y se inclinó a tierra. 13 Los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda de Israel, y Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel; y los acercó a él. 14 Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede, aunque Manasés era el primogénito. 15 Y bendijo a José, diciendo:

«El Dios en cuya presencia
anduvieron mis padres Abraham e Isaac,
el Dios que me mantiene
desde que yo soy hasta este día,
16 el Ángel que me liberta de todo mal,
bendiga a estos jóvenes.
Sea perpetuado en ellos mi nombre
y el nombre de mis padres Abraham e Isaac,
y multiplíquense y crezcan en medio de la tierra.»

17 Al ver José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, se sintió disgustado; y tomó la mano de su padre para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. 18 Y dijo José a su padre:

—Así no, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza.

19 Pero su padre no quiso hacerlo, y le respondió:

—Lo sé, hijo mío, lo sé; también él llegará a ser un pueblo, y será también grande; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones.

20 Y los bendijo aquel día, diciendo:

—Que con vuestro nombre se bendiga en Israel, y se diga: “Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés.”

Y puso a Efraín antes de Manasés.

21 Luego dijo Israel a José:

—Yo muero; pero Dios estará con vosotros y os hará volver a la tierra de vuestros padres. 22 A ti te he dado una parte más que a tus hermanos, la cual tomé al amorreo con mi espada y con mi arco.

Jacob bendice a Efraín y a Manasés

48 Sucedió después de estas cosas que dijeron a José: He aquí tu padre está enfermo. Y él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. Y se le hizo saber a Jacob, diciendo: He aquí tu hijo José viene a ti. Entonces se esforzó Israel, y se sentó sobre la cama, y dijo a José: El Dios Omnipotente me apareció en Luz en la tierra de Canaán, y me bendijo, y me dijo: He aquí yo te haré crecer, y te multiplicaré, y te pondré por estirpe de naciones; y daré esta tierra a tu descendencia después de ti por heredad perpetua.(A) Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos. Y los que después de ellos has engendrado, serán tuyos; por el nombre de sus hermanos serán llamados en sus heredades. Porque cuando yo venía de Padan-aram, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino, como media legua de tierra viniendo a Efrata;(B) y la sepulté allí en el camino de Efrata, que es Belén.

Y vio Israel los hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son estos? Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré. 10 Y los ojos de Israel estaban tan agravados por la vejez, que no podía ver. Les hizo, pues, acercarse a él, y él les besó y les abrazó. 11 Y dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver también a tu descendencia. 12 Entonces José los sacó de entre sus rodillas, y se inclinó a tierra. 13 Y los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda de Israel, y Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel; y los acercó a él. 14 Entonces Israel extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede, aunque Manasés era el primogénito. 15 Y bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, 16 el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra.

17 Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. 18 Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque este es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza. 19 Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones. 20 Y los bendijo(C) aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de Manasés. 21 Y dijo Israel a José: He aquí yo muero; pero Dios estará con vosotros, y os hará volver a la tierra de vuestros padres. 22 Y yo te he dado a ti una parte más que a tus hermanos, la cual tomé yo de mano del amorreo con mi espada y con mi arco.