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Judá ruega por Benjamín

18 Entonces Judá se acercó a José y le dijo:

—Yo le ruego a usted, señor, que me permita decirle algo en secreto. Por favor, no se enoje conmigo, pues usted es como si fuera el mismo faraón. 19 Usted nos preguntó si teníamos padre o algún otro hermano, 20 y nosotros le contestamos que teníamos un padre anciano y un hermano todavía muy joven, que nació cuando nuestro padre ya era anciano. También le dijimos que nuestro padre lo quiere mucho, pues es el único hijo que le queda de la misma madre, porque su otro hermano murió. 21 Entonces usted nos pidió que lo trajéramos, porque quería conocerlo. 22 Nosotros le dijimos que el muchacho no podía dejar a su padre, porque si lo dejaba, su padre moriría. 23 Pero usted nos dijo que si él no venía con nosotros, no volvería a recibirnos.

24 »Cuando regresamos junto a mi padre, le contamos todo lo que usted nos dijo. 25 Entonces nuestro padre nos ordenó: “Regresen a comprar un poco de trigo”; 26 pero nosotros le dijimos: “No podemos ir, a menos que nuestro hermano menor vaya con nosotros; porque si él no nos acompaña, no podremos ver a ese señor.” 27 Y mi padre nos dijo: “Ustedes saben que mi esposa me dio dos hijos; 28 uno de ellos se fue de mi lado, y desde entonces no lo he visto. Estoy seguro de que un animal salvaje lo despedazó. 29 Si se llevan también a mi otro hijo de mi lado, y le pasa algo malo, ustedes tendrán la culpa de que este viejo se muera de tristeza.”

30 »Así que la vida de mi padre está tan unida a la vida del muchacho que, si el muchacho no va con nosotros cuando yo regrese, 31 nuestro padre morirá al no verlo. Así nosotros tendremos la culpa de que nuestro anciano padre se muera de tristeza. 32 Yo le dije a mi padre que me haría responsable del muchacho, y también le dije: “Si no te lo devuelvo, seré el culpable delante de ti para toda la vida.” 33 Por eso yo le ruego a usted que me permita quedarme como su esclavo, en lugar del muchacho. Deje usted que él se vaya con sus hermanos. 34 Porque, ¿cómo voy a regresar junto a mi padre, si el muchacho no va conmigo? No quiero ver el mal que sufriría mi padre.

José se da a conocer a sus hermanos

45 José ya no pudo contenerse delante de todos los que estaban a su servicio, y gritó: «¡Salgan todos de aquí!» Así que ninguno de sus siervos estaba allí con José cuando él se dio a conocer a sus hermanos.

Entonces se puso a llorar tan fuerte que todos los egipcios lo supieron, y la noticia llegó hasta el palacio del faraón. José les dijo a sus hermanos:

—Yo soy José. ¿Vive mi padre todavía?

Ellos estaban tan asustados de estar delante de él, que no podían contestarle. Pero José les dijo:

—Por favor, acérquense a mí.

Cuando ellos se acercaron, él les dijo:

—Yo soy su hermano José, el que ustedes vendieron a Egipto; pero, por favor, no se aflijan ni se enojen con ustedes mismos por haberme vendido, pues Dios me mandó antes que a ustedes para salvar vidas. Ya van dos años de hambre en el país, y todavía durante cinco años más no se cosechará nada, aunque se siembre. Pero Dios me envió antes que a ustedes para hacer que les queden descendientes sobre la tierra, y para salvarles la vida de una manera extraordinaria. Así que fue Dios quien me mandó a este lugar, y no ustedes; él me ha puesto como consejero del faraón y amo de toda su casa, y como gobernador de todo Egipto. Vayan pronto a donde está mi padre, y díganle: “Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto como señor de todo Egipto. Ven a verme. No tardes. 10 Vivirás en la región de Gosen, junto con tus hijos y nietos, y con todos tus animales y todo lo que tienes. Así estarás cerca de mí. 11 Aquí les daré alimentos a ti y a tu familia, y a todos los que están contigo, para que no les falte nada; pues todavía habrá hambre durante cinco años más.” 12 Mi hermano Benjamín y ustedes son testigos de que yo mismo he dicho esto. 13 Cuéntenle a mi padre acerca de toda mi autoridad en Egipto, y de todo lo que han visto aquí. ¡Pronto, vayan a traer a mi padre!

14 José abrazó a su hermano Benjamín, y comenzó a llorar. También Benjamín lloró abrazado a José. 15 Luego José besó a todos sus hermanos, y lloró al abrazarlos. Después de esto, sus hermanos se atrevieron a hablarle.

16 Por el palacio del faraón corrió la noticia de que los hermanos de José habían llegado, y el faraón se alegró junto con sus funcionarios. 17 Y le dijo el faraón a José:

—Di a tus hermanos que carguen sus animales y regresen a Canaán, 18 y que me traigan a su padre y a sus familias. Yo les daré lo mejor de la tierra de Egipto, y comerán de lo mejor que el país produce. 19 Ordénales que de aquí, de Egipto, lleven carretas para traer a sus mujeres y niños, y también al padre de ustedes. Que vengan 20 y que no se preocupen por lo que tienen ahora, porque lo mejor de todo Egipto será de ellos.

21 Los hijos de Israel lo hicieron así. José les dio las carretas que el faraón había ordenado, y alimentos para el camino; 22 también les dio ropa nueva para cambiarse, pero a Benjamín le dio trescientas monedas de plata y cinco mudas de ropa. 23 A su padre le mandó diez asnos cargados con lo mejor que había en Egipto, otros diez asnos cargados de trigo, y pan y comida para que su padre comiera en el camino. 24 Cuando José se despidió de sus hermanos, les dijo:

—No vayan peleando por el camino.

Ellos se fueron. 25 Salieron de Egipto y llegaron a Canaán, donde vivía su padre Jacob. 26 Cuando le contaron a Jacob que José vivía todavía, y que él era el que gobernaba en todo Egipto, no supo qué hacer o qué decir, pues no podía creer lo que le estaban diciendo. 27 Pero cuando ellos le contaron todo lo que José les había dicho, y cuando vio las carretas que José había mandado para llevarlo, se entusiasmó muchísimo. 28 Entonces dijo: «¡Me basta saber que mi hijo José vive todavía! Iré a verlo antes de morir.»

Jacob en Egipto

46 Israel se puso en camino con todo lo que tenía. Cuando llegó a Beerseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. Esa noche Dios habló con Israel en una visión, llamándolo por su nombre, Jacob. Y él contestó:

—Aquí estoy.

Entonces Dios dijo:

—Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No tengas miedo de ir a Egipto, porque allí haré de tus descendientes una gran nación. Iré contigo a Egipto, y yo mismo sacaré de allí a tus descendientes. Además, cuando mueras, José estará a tu lado.

Después Jacob se fue de Beerseba. Los hijos de Israel pusieron a su padre, y a los hijos y mujeres de ellos, en las carretas que el faraón había enviado para llevarlos. Jacob y todos los suyos se fueron a Egipto, y se llevaron sus vacas y ovejas y todo lo que habían llegado a tener en Canaán. Todos sus hijos, hijas, nietos y nietas, se fueron con él.

Éstos son los nombres de los israelitas que fueron a Egipto; es decir, Jacob y sus descendientes:

Rubén, el hijo mayor de Jacob. Los hijos de Rubén: Hanoc, Falú, Hesrón y Carmí.

10 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Óhad, Jaquín, Sóhar y Saúl, que era hijo de una mujer cananea.

11 Los hijos de Leví: Guersón, Quehat y Merarí.

12 Los hijos de Judá: Er, Onán, Selá, Fares y Zérah. (Er y Onán habían muerto en Canaán.) Los hijos de Fares fueron Hesrón y Hamul.

13 Los hijos de Isacar: Tolá, Puvá, Job y Simrón.

14 Los hijos de Zabulón: Séred, Elón y Jahleel.

15 Éstos fueron los hijos que Lía le dio a Jacob cuando estaban en Padán-aram, además de su hija Dina. Todos sus descendientes fueron treinta y tres personas, contando hombres y mujeres.

16 Los hijos de Gad: Sefón, Haguí, Esbón, Suní, Erí, Arodí y Arelí. 17 Los hijos de Aser: Imná, Isvá, Isví, Beriá y la hermana de ellos, que se llamaba Sérah. Los hijos de Beriá fueron Héber y Malquiel. 18 Éstos fueron los hijos que Zilpá le dio a Jacob. Ella era la esclava que Labán le regaló a su hija Lía, y sus descendientes fueron dieciséis personas en total.

19 Los hijos de Raquel, la esposa de Jacob: José y Benjamín. 20 Los hijos que José tuvo con Asenat fueron Manasés y Efraín, que nacieron en Egipto. Asenat era hija de Potifera, sacerdote de On. 21 Los hijos de Benjamín fueron Bela, Béquer, Asbel, Guerá, Naamán, Ehi, Ros, Mupim, Hupim y Ard. 22 Éstos fueron los descendientes de Raquel y Jacob, catorce personas en total.

23 El hijo de Dan: Husim. 24 Los hijos de Neftalí: Jahseel, Guní, Jezer y Silem. 25 Éstos fueron los hijos que Bilhá le dio a Jacob. Ella era la esclava que Labán le regaló a su hija Raquel, y sus descendientes fueron siete personas en total.

26 Todas las personas que llegaron con Jacob a Egipto, y que eran de su misma sangre, fueron sesenta y seis, sin contar las esposas de sus hijos. 27 Los hijos de José fueron dos, que nacieron en Egipto. Así que a Egipto llegaron setenta personas de la familia de Jacob.

28 Jacob envió antes a Judá a ver a José, para que viniera a recibirlo a la región de Gosen. Cuando llegaron a Gosen, 29 José ordenó que prepararan su carro para ir a recibir a su padre. Cuando se presentó delante de su padre, lo abrazó y estuvo llorando largo rato sobre su hombro. 30 Entonces Israel le dijo a José:

—Después de verte personalmente y encontrarte vivo todavía, ¡ya puedo morirme!

31 José les dijo a sus hermanos y a la familia de su padre:

—Voy a ver al faraón, para darle la noticia. Le diré que mis hermanos y los parientes de mi padre, que vivían en Canaán, han venido a quedarse conmigo; 32 y que han traído sus ovejas y vacas y todo lo que tenían, porque su trabajo es cuidar ovejas y criar ganado. 33 Entonces, cuando el faraón los llame y les pregunte en qué trabajan, 34 ustedes díganle que siempre se han dedicado a criar ovejas, igual que sus antepasados. Así podrán quedarse a vivir en la región de Gosen, porque los egipcios tienen prohibido convivir con los pastores de ovejas.

47 José fue a darle la noticia al faraón. Le dijo que su padre y sus hermanos habían llegado de Canaán, y que ya estaban en la región de Gosen con sus ovejas y vacas y todo lo que tenían. Escogió a cinco de sus hermanos y se los presentó al faraón, para que los conociera. Entonces el faraón preguntó a los hermanos de José:

—¿A qué se dedican ustedes?

Y ellos le contestaron:

—Los servidores de Su Majestad somos pastores de ovejas, igual que nuestros antepasados. Hemos venido para quedarnos en este país, porque hay mucha hambre en Canaán y no hay pasto para nuestras ovejas. Por favor, permita Su Majestad que nos quedemos a vivir en la región de Gosen.

Entonces el faraón le dijo a José:

—Tu padre y tus hermanos han venido a reunirse contigo. La tierra de Egipto está a su disposición. Dales la región de Gosen, que es lo mejor del país, para que se queden a vivir allí. Y si sabes que entre ellos hay hombres capaces, ponlos a cargo de mi ganado.

José llevó también a su padre Jacob para presentárselo al faraón. Jacob saludó con mucho respeto al faraón, y el faraón le preguntó:

—¿Cuántos años tienes ya?

Y Jacob le contestó:

—Ya tengo ciento treinta años de ir de un lado a otro. Han sido pocos y malos años, pues todavía no he alcanzado a vivir lo que vivieron mis antepasados.

10 Después Jacob se despidió del faraón y salió de allí. 11 Y José les dio terrenos en la mejor región de Egipto, para que vivieran allí, tal como el faraón había ordenado. Así su padre y sus hermanos llegaron a tener terrenos en la región de Ramsés. 12 Además, José les daba alimentos a todos sus familiares, según las necesidades de cada familia.

Política agraria de José

13 En ninguna parte del país había trigo, y el hambre aumentaba más y más. Tanto en Egipto como en Canaán la gente se moría de hambre. 14 José recogió todo el dinero que los de Egipto y los de Canaán le habían pagado por el trigo comprado, y lo guardó en el palacio del faraón. 15 Cuando ya no había dinero ni en Egipto ni en Canaán, los egipcios fueron a decirle a José:

—¡Denos usted de comer! No es justo que nos deje morir de hambre, sólo porque ya no tenemos dinero.

16 Y José les contestó:

—Si ya no tienen dinero, traigan sus animales y se los cambiaré por trigo.

17 Los egipcios llevaron sus caballos, ovejas, vacas y asnos a José, y a cambio de ellos José les dio trigo durante todo ese año. 18 Pero pasó el año, y al año siguiente fueron a decirle a José:

—No podemos negarle a usted que ya no tenemos dinero; además, nuestros animales ya son suyos. Ya no tenemos otra cosa que darle, a no ser nuestras tierras y nuestros propios cuerpos. 19 Cómprenos usted a nosotros y a nuestras tierras, a cambio de trigo. Seremos esclavos del faraón y trabajaremos nuestras tierras para él, con tal de que usted nos dé semilla para que podamos vivir y para que la tierra no se eche a perder. ¿Por qué tiene usted que dejarnos morir, junto con nuestras tierras?

20 Entonces José compró todas las tierras de Egipto para el faraón, pues los egipcios vendieron sus terrenos, obligados por el hambre. Así la tierra pasó a poder del faraón, 21 y los egipcios fueron hechos esclavos en todo el país de Egipto. 22 Los únicos terrenos que José no compró fueron los de los sacerdotes, porque el faraón les daba cierta cantidad de trigo; así que no tuvieron que vender sus terrenos, porque comían de lo que el faraón les daba.

23 Luego José dijo a la gente:

—Ahora ustedes y sus terrenos son del faraón, pues yo los he comprado para él. Aquí tienen semilla para sembrar la tierra, 24 pero deberán darle al faraón la quinta parte de las cosechas; las otras cuatro partes serán para que siembren la tierra y para que coman ustedes, sus hijos y todos los que viven con ustedes.

25 Y ellos contestaron:

—Usted es muy bondadoso con nosotros, pues nos ha salvado la vida. ¡Seremos esclavos del faraón!

26 Así José puso por ley que en toda la tierra de Egipto se diera al faraón la quinta parte de las cosechas. Esta ley todavía existe; pero los sacerdotes no tienen que pagar nada, porque sus tierras nunca llegaron a ser del faraón.

La última voluntad de Jacob

27 Los israelitas se quedaron a vivir en Egipto. Tomaron posesión de la región de Gosen, y allí llegaron a ser muy numerosos.