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20 Con Cristo estoy juntamente colgado en el madero, y vivo, no ya yo, sino vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí.

21 No desecho la gracia de Dios; porque si por la ley fuera la justicia, entonces por demás murió Cristo.

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20 Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí. Mi vida en este mundo consiste en creer en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí. 21 No quiero hacer inútil la bondad de Dios; ahora bien, si por medio de la ley restableciera Dios al ser humano en su amistad, Cristo habría muerto inútilmente.

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20 Ahora ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y mientras vivo en este cuerpo, vivo por fe en el Hijo de Dios,[a] quien me amó y entregó su vida para salvarme. 21 Así que yo no voy a rechazar el generoso amor de Dios. Pues si por la ley fuera posible que estuviéramos bien con Dios, entonces la muerte de Cristo no serviría de nada.

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Footnotes

  1. 2:20 vivo por […] Dios o vivo por la fidelidad del Hijo de Dios.

20 Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Y esta vida que ahora tengo la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó por mí. 21 No rechazo el amor de Dios. Si se obtuviera la justicia por guardar la ley, habría sido vana la muerte de Cristo».

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20 En realidad, también yo he muerto en la cruz, junto con Jesucristo. Y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí. Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios, porque él me amó y quiso morir para salvarme. 21 No rechazo el amor de Dios. Porque si él nos aceptara sólo porque obedecemos la ley, entonces de nada serviría que Cristo haya muerto.

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