²⁴ Pues los que son de Cristo Jesús^(A) han crucificado^(B) la carne con sus pasiones y deseos^(C).

El fruto del Espíritu en la conducta cristiana

²² Mas el fruto^(A) del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad^[a](B), ²³ mansedumbre, dominio propio^(C); contra tales cosas no hay ley^(D).

¹⁴ Pero jamás^(A) acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo^(B), por el cual el mundo ha sido crucificado para mí^(C) y yo para el mundo^(D).

⁸ En esto es glorificado mi Padre^(A), en que deis mucho fruto, y así probéis que sois^[a] mis discípulos^(B).

²⁰ Con Cristo he sido crucificado^[a](A), y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí^(B); y la vida que^[b] ahora vivo en la carne, la^[c] vivo por fe en el Hijo de Dios^(C), el cual me amó^(D) y se entregó a sí mismo por mí^(E).

¹⁰ llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte^[a] de Jesús^(A), para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo^(B). ¹¹ Porque nosotros que vivimos, constantemente estamos siendo entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo^[b] mortal.

⁶ sabiendo esto, que nuestro viejo hombre^(A) fue crucificado con Él^(B), para que nuestro cuerpo de pecado^(C) fuera destruido^[a], a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; ⁷ porque el que ha muerto, ha sido libertado^[b] del pecado^(D).