5 Para libertad^(A) fue que Cristo nos hizo libres^[a]; por tanto, permaneced firmes^(B), y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud^(C).

¹⁷ Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor^(A), hay libertad^(B).

Alegoría de la libertad en Cristo

²¹ Decidme, los que deseáis estar bajo la ley, ¿no oís a la ley^(A)? ²² Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de la sierva^(B) y otro de la libre^(C). ²³ Pero el hijo de la sierva nació según la carne^(D), y el hijo de la libre por medio de la promesa^(E). ²⁴ Esto contiene una alegoría^[a](F), pues estas mujeres son dos pactos; uno procede del monte Sinaí^(G) que engendra hijos para ser esclavos^[b](H); este^[c] es Agar. ²⁵ Ahora bien, Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, porque ella está en esclavitud con sus hijos. ²⁶ Pero la Jerusalén de arriba^(I) es libre; esta^[d] es nuestra madre. ²⁷ Porque escrito está:

²⁸ Y vosotros, hermanos, como Isaac, sois hijos de la promesa^(K). ²⁹ Pero así como entonces el que nació según la carne^(L) persiguió^(M) al que nació según el Espíritu, así también sucede ahora^(N). ³⁰ Pero, ¿qué dice la Escritura?

³¹ Así que, hermanos, no somos hijos de la sierva, sino de la libre^[e].

³² y conoceréis la verdad^(A), y la verdad os hará libres^(B).

³⁶ Así que, si el Hijo os hace libres^(A), seréis realmente libres.

¹⁵ Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor^[a](A), sino que habéis recibido un espíritu^[b] de adopción^(B) como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre^(C)!