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17 “Perdona a tus hermanos su crimen y su pecado, perdónales el mal que te hicieron”. Te rogamos, pues, que perdones nuestro crimen, ya que somos servidores del Dios de tu padre.

José, al oírlo, se echó a llorar. 18 Entonces vinieron sus hermanos, se inclinaron delante de él y le dijeron:

— Aquí nos tienes, somos tus siervos.

19 Pero José les respondió:

— No teman. ¿Acaso piensan que yo ocupo el puesto de Dios?

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