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A la mañana siguiente José fue a buscarlos y vio que estaban preocupados. Entonces les preguntó a los siervos del faraón que estaban con él en prisión:

—¿Por qué están tan tristes hoy?

Ellos le respondieron:

—Tuvimos unos sueños y no hay nadie que nos los pueda explicar.

Y José les dijo:

—Sólo Dios puede interpretar los sueños. Cuéntenmelos.

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