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22 El amigo regresó adonde estaba Judá y le dijo:

―No la pude encontrar. Además, la gente del lugar me informó que allí nunca había estado una prostituta como esa.

23 ―Que se quede con las prendas —replicó Judá—; no es cuestión de que hagamos el ridículo. Pero que quede claro: yo le envié el cabrito, y tú no la encontraste.

24 Como tres meses después, le informaron a Judá lo siguiente:

―Tu nuera Tamar se ha prostituido, y como resultado de sus andanzas ha quedado embarazada.

―¡Sacadla y quemadla! —exclamó Judá.

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