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25 Cuando ese hombre se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, lo tocó en la coyuntura de la cadera, y esta se le dislocó mientras luchaban. 26 Entonces el hombre le dijo:

―¡Suéltame, que ya está por amanecer!

―¡No te soltaré hasta que me bendigas! —respondió Jacob.

27 ―¿Cómo te llamas? —le preguntó el hombre.

―Me llamo Jacob —respondió.

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