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27 Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.

―¡Hijo mío! —le dijo.

―Aquí estoy —le contestó Esaú.

―Como te darás cuenta, ya soy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal.

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