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Y los hititas le contestaron:

—¡Por favor, señor, escúchenos! Usted es entre nosotros un escogido de Dios. Entierre a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros, pues ninguno de nosotros le negará su sepulcro para eso.

Entonces Abraham se puso de pie, hizo una reverencia ante los hititas,

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