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―Aunque soy un extranjero entre ustedes, les suplico que me vendan un sepulcro en el cual pueda sepultar a mi esposa.

Los hititas le contestaron:

¡Señor, por favor, escúchenos! Para nosotros usted es un príncipe poderoso. Escoja el mejor de nuestros sepulcros para que sepulte a su esposa. Ninguno de nosotros le negará su sepulcro para que lo haga.

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