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Así quedaron concluidos el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos. Para el séptimo día Dios había concluido su obra y descansó el día séptimo de todo lo que había hecho. Y bendijo Dios el día séptimo y lo declaró día sagrado, porque en ese día descansó Dios de toda su obra creadora. Esta es la historia de la creación del cielo y de la tierra.

Segundo relato de la creación (2,4b—3,24)

Cuando Dios, el Señor, hizo la tierra y el cielo no había aún arbustos en la tierra ni la hierba había brotado, porque Dios, el Señor, todavía no había hecho llover sobre la tierra ni existía nadie que cultivase el suelo; sin embargo, de la propia tierra brotaba un manantial que regaba toda la superficie del suelo. Entonces Dios, el Señor, modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente.

Dios, el Señor, plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había modelado. Dios, el Señor, hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y de frutos apetitosos. Además, hizo crecer el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y del mal.

10 En Edén nacía un río que regaba el jardín y desde allí se dividía en cuatro brazos: 11 el primero se llama Pisón y rodea toda la región de Javilá, donde hay oro. 12 (El oro de esa región es excelente, y también se dan allí bedelio y ónice). 13 El segundo se llama Guijón, y rodea la región de Cus. 14 El tercero se llama Tigris y pasa al este de Asur. El cuarto es el Éufrates.

15 Dios, el Señor, tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara. 16 Y le dio esta orden:

— Puedes comer del fruto de todos los árboles que hay en el jardín, 17 excepto del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque el día en que comas de él, tendrás que morir.

18 Luego Dios, el Señor, se dijo:

— No es conveniente que el hombre esté solo; voy, pues, a hacerle una ayuda adecuada. 19 Entonces Dios, el Señor, modeló con arcilla del suelo todos los animales terrestres y todas las aves del cielo, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre, porque todos los seres vivos llevarían el nombre que él les pusiera. 20 El hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves y a todos los animales salvajes. Sin embargo, no encontró entre ellos la ayuda adecuada para sí. 21 Entonces Dios, el Señor, hizo caer al hombre en un profundo sueño y, mientras dormía, le sacó una de sus costillas y rellenó con carne el hueco dejado. 22 De la costilla que le había sacado al hombre, Dios, el Señor, formó una mujer, y se la presentó al hombre 23 que, al verla, exclamó:

— ¡Esta sí que es hueso de mis huesos
y carne de mi carne!
Se llamará varona,
porque del varón fue sacada.

24 Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, se une a su mujer y los dos se hacen uno solo.

25 Los dos, el hombre y su mujer, estaban desnudos, pero no sentían vergüenza de verse así.

El cielo y la tierra, y todo lo que hay en ellos, quedaron terminados. El séptimo día terminó Dios lo que había hecho, y descansó. Entonces bendijo el séptimo día y lo declaró día sagrado, porque en ese día descansó de todo su trabajo de creación. Ésta es la historia de la creación del cielo y de la tierra.

El hombre en el jardín de Edén

Cuando Dios el Señor hizo el cielo y la tierra, aún no había plantas ni había brotado la hierba, porque Dios el Señor todavía no había hecho llover sobre la tierra, ni había nadie que la trabajara. Sin embargo, de la tierra salía agua que regaba todo el terreno. Entonces Dios el Señor formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente.

Después Dios el Señor plantó un jardín en la región de Edén, en el oriente, y puso allí al hombre que había formado. Hizo crecer también toda clase de árboles hermosos que daban fruto bueno para comer. En medio del jardín puso también el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.

10 En Edén nacía un río que regaba el jardín, y que de allí se dividía en cuatro. 11 El primero se llamaba Pisón, que es el que da vuelta por toda la región de Havilá, donde hay oro. 12 El oro de esa región es fino, y también hay resina fina y piedra de ónice. 13 El segundo río se llamaba Guihón, y es el que da vuelta por toda la región de Cus. 14 El tercero era el río Tigris, que es el que pasa al oriente de Asiria. Y el cuarto era el río Éufrates.

15 Cuando Dios el Señor puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara, 16 le dio esta orden: «Puedes comer del fruto de todos los árboles del jardín, 17 menos del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque si lo comes, ciertamente morirás.»

18 Luego, Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Le voy a hacer alguien que sea una ayuda adecuada para él.» 19-20 Y Dios el Señor formó de la tierra todos los animales y todas las aves, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre. El hombre les puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves y a todos los animales salvajes, y ese nombre se les quedó. Sin embargo, ninguno de ellos resultó ser la ayuda adecuada para él. 21 Entonces Dios el Señor hizo caer al hombre en un sueño profundo y, mientras dormía, le sacó una de las costillas y le cerró otra vez la carne. 22 De esa costilla Dios el Señor hizo una mujer, y se la presentó al hombre, 23 el cual, al verla, dijo:

«¡Ésta sí que es de mi propia carne y de mis propios huesos! Se va a llamar “mujer”, porque Dios la sacó del hombre.»

24 Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos llegan a ser como una sola persona.

25 Tanto el hombre como su mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza de estar así.