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Escúchenme. Yo, Pablo, les digo que si ustedes se someten al rito de la circuncisión, Cristo no les servirá de nada. Quiero repetirle a cualquier hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley. Ustedes, los que quieren ser reconocidos como justos por cumplir la ley, se han apartado de Cristo; han rechazado la generosidad de Dios. Pero nosotros, por medio del Espíritu tenemos la esperanza de alcanzar la justicia basados en la fe. Porque gracias a Cristo Jesús, ya no cuenta para nada estar o no circuncidados. Lo que cuenta es la fe, una fe activa por medio del amor.

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