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Nuestra adopción en Cristo

Digo, además, que entre tanto que el heredero es niño en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; más bien, está bajo guardianes y mayordomos hasta el tiempo señalado por su padre. De igual modo nosotros también, cuando éramos niños, éramos esclavos sujetos a los principios elementales del mundo. Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiera a los que estaban bajo la ley a fin de que recibiéramos la adopción de hijos. Y por cuanto son hijos, Dios envió a nuestro corazón el Espíritu de su Hijo que clama: “Abba, Padre”. Así que ya no eres más esclavo sino hijo; y si hijo, también eres heredero por medio de Dios.

Contra la esclavitud de la ley

Sin embargo, en otro tiempo, cuando no habían conocido a Dios, sirvieron a los que por naturaleza no son dioses. En cambio, ahora que han conocido a Dios o, mejor dicho, ya que han sido conocidos por Dios, ¿cómo es que se vuelven de nuevo a los débiles y pobres principios elementales? ¿Quieren volver a servirlos otra vez? 10 ¡Ustedes guardan los días, los meses, las estaciones y los años! 11 Me temo por ustedes, que yo haya trabajado en vano a su favor.

12 Les ruego, hermanos, que se hagan como yo, ya que yo me hice como ustedes. No me han hecho ningún agravio. 13 Saben que fue a causa de una debilidad física que les anuncié el evangelio la primera vez; 14 y lo que en mi cuerpo era prueba para ustedes, no lo desecharon ni lo menospreciaron. Al contrario, me recibieron como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. 15 ¿Dónde está, pues, su bienaventuranza? Porque les doy testimonio de que, si hubiera sido posible, se habrían sacado sus ojos para dármelos. 16 ¿Resulta que ahora me he hecho su enemigo por decirles la verdad? 17 Ellos tienen celo por ustedes, pero no para bien; al contrario, quieren aislarlos para que ustedes tengan celo por ellos. 18 Bueno es ser siempre celosos del bien, y no solamente cuando estoy presente con ustedes. 19 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes, 20 yo quisiera estar ahora con ustedes y cambiar el tono de mi voz porque estoy perplejo en cuanto a ustedes.

Alegoría de Sara y Agar

21 Díganme los que quieren estar bajo la ley: ¿No escuchan la ley? 22 Porque escrito está que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre. 23 Pero mientras que el de la esclava nació según la carne, el de la libre nació por medio de la promesa. 24 En estas cosas hay una alegoría pues estas mujeres son dos pactos: Agar es el pacto del monte Sinaí que engendró hijos para esclavitud. 25 Porque Agar representa a Sinaí, montaña que está en Arabia y corresponde a la Jerusalén actual, la cual es esclava juntamente con sus hijos. 26 Pero la Jerusalén de arriba, la cual es nuestra madre, es libre; 27 porque está escrito:

Alégrate, oh estéril,
que no das a luz;
prorrumpe en grito de júbilo
y levanta la voz,
tú que no estás de parto;
porque más son los hijos de la desolada
que los de la que tiene marido[a].

28 Ahora bien, hermanos, ustedes son hijos de la promesa tal como Isaac. 29 Pero como en aquel tiempo el que fue engendrado según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así es ahora también. 30 Pero, ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo; porque jamás será heredero el hijo de la esclava con el hijo[b] de la libre. 31 Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre.