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Maten a los ancianos y a los jóvenes, a las muchachas, a los niños y a las mujeres, pero no les hagan ningún daño a los que llevan la señal en la frente. Empiecen por aquí en el templo». Así que empezaron con los ancianos líderes que estaban al frente del templo.

Luego les dijo: «Profanen el templo con la sangre de estos hombres y llenen el patio de cadáveres. Luego salgan a la ciudad y maten a todos los que no tengan la señal». Así que cuando mataron a todos, sólo yo quedé. Rápidamente me postré rostro en tierra y dije: «Ay Señor DIOS, ¿vas a destruir lo que queda de Israel al desatar tu ira contra Jerusalén?»

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