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mátenlos a todos: viejos y jóvenes, muchachas, mujeres y niños pequeños; pero no toquen a nadie que tenga la marca en la frente. Comiencen aquí mismo en el templo». Y así comenzaron por dar muerte a los sabios consejeros. Y luego el Señor les dijo:

«¡Profanen el templo! ¡Llenen sus atrios con los cuerpos de aquellos que matan! ¡Salgan a matar!».

Y ellos salieron por la ciudad e hicieron según les fue ordenado.

Mientras ellos estaban cumpliendo sus órdenes, yo estaba solo. Me postré rostro en tierra y exclamé: «¡Oh Señor Dios!, ¿tu furia contra Jerusalén exterminará a todos los que quedan?».

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