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La idolatría castigada

Lo oí después gritar con voz potente:

— Que se acerquen los que van a castigar a la ciudad, cada uno con su instrumento de destrucción.

Vi entonces a seis hombres que venían por el camino de la puerta de arriba, la que da al norte. Cada cual empuñaba su mazo destructor. En medio de ellos vi a un hombre con ropa de lino, que llevaba una cartera de escribano a la cintura. Entraron y se pusieron junto al altar de bronce.

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