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Cuando Jerusalén haya sido conquistada, irás al centro de la ciudad y quemarás allí una tercera parte del pelo. Otra tercera parte la cortarás con una espada y la esparcirás alrededor de la ciudad. La tercera parte restante la arrojarás al viento, para que el pelo se esparza por todos lados. Por mi parte, yo los perseguiré para destruirlos.

»Un poco de ese pelo lo atarás al borde de tu capa, y otro poco lo quemarás en el fuego. Ésta será la señal de que todo el pueblo de Israel será quemado.

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