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Cuando el príncipe entre en el vestíbulo del pórtico, se parará en el umbral y los sacerdotes ofrecerán su holocausto y sus sacrificios de comunión; él se postrará en el zaguán del pórtico y después saldrá. El pórtico no se cerrará hasta la tarde. La gente del pueblo se postrará a la entrada de este pórtico, en la presencia del Señor, los sábados y novilunios. El holocausto que ofrezca el príncipe al Señor el sábado será de seis corderos y un carnero, todos sin defecto;

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El gobernante entrará en el vestíbulo desde el atrio exterior, y se colocará junto a uno de los postes de la puerta. Entre tanto, los sacerdotes quemarán los animales del sacrificio y harán los sacrificios de reconciliación presentados por el gobernante, el cual se inclinará junto al umbral de la puerta, tocando el suelo con la frente, y luego saldrá. La puerta no volverá a cerrarse hasta el atardecer. Los sábados y de luna nueva, el pueblo adorará delante del Señor, frente a la misma puerta. Los animales que el gobernante debe presentar en el sábado para quemarlos como ofrenda al Señor son seis corderos y un carnero, todos sin ningún defecto.

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