Ezequiel 4-16
Nueva Versión Internacional
Anuncio del sitio a Jerusalén
4 »Hijo de hombre, toma ahora un ladrillo, ponlo delante de ti y dibuja en él la ciudad de Jerusalén. 2 Acampa a su alrededor y ponle sitio; levanta torres de asalto contra ella y construye una rampa que llegue hasta la ciudad; instala máquinas para derribar sus murallas. 3 Toma una plancha de hierro y colócala como un muro entre la ciudad y tú, y dirige tu rostro contra ella. De esa manera quedará sitiada; tú la sitiarás. Eso servirá de señal a los israelitas.
4 »Acuéstate sobre tu lado izquierdo y echa sobre ti el pecado de los israelitas. Todo el tiempo que estés acostado sobre ese lado, cargarás con sus culpas. 5 Yo te he puesto un plazo de trescientos noventa días, es decir, un lapso de tiempo equivalente a los años del pecado de Israel.
6 »Cuando cumplas ese plazo, volverás a acostarte, pero esta vez sobre tu lado derecho. Cuarenta días cargarás con la culpa del pueblo de Judá, o sea, un día por cada año. 7 Luego dirigirás tu rostro al asedio de Jerusalén y con brazo desnudo profetizarás contra ella. 8 Mira, yo te ataré con sogas para que no puedas darte vuelta de un lado a otro, hasta que se cumplan los días del asedio.
9 »Toma trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y centeno; viértelos en un recipiente y amásalos para hacer pan, pues ese será tu alimento durante los trescientos noventa días que estarás acostado sobre tu lado izquierdo. 10 Cada día comerás, a una hora fija, una ración de veinte siclos.[a] 11 También a una hora fija beberás la sexta parte de un hin[b] de agua. 12 Cocerás ese pan con excremento humano y a la vista de todos lo comerás como si fuera una torta de cebada».
13 Luego el Señor añadió: «De igual manera, los israelitas comerán alimentos impuros en medio de las naciones por donde los voy a dispersar».
14 Entonces exclamé: «¡No, mi Señor y Dios! ¡Yo jamás me he contaminado con nada! Desde mi niñez y hasta el día de hoy, jamás he comido carne de ningún animal que se haya encontrado muerto o que haya sido despedazado por las fieras. ¡Por mi boca no ha entrado ningún tipo de carne impura!».
15 «Está bien —me respondió—, te doy permiso para que hornees tu pan con excremento de vaca en vez de excremento humano».
16 Luego me dijo: «Hijo de hombre, voy a hacer que escasee el alimento en Jerusalén. La gente comerá el pan racionado con angustia; también el agua racionada, la beberán con terror. 17 Escasearán el pan y el agua y, cuando cada uno vea la condición del otro, se horrorizarán y se consumirán a causa de sus pecados.
5 »Tú, hijo de hombre, toma ahora una espada afilada, y úsala como navaja de afeitar para raparte la cabeza y afeitarte la barba. Toma luego una balanza y divide tu cabello cortado. 2 Cuando se cumplan los días del sitio, quemarás en medio de la ciudad una tercera parte del cabello; otra tercera parte la cortarás con la espada alrededor de la ciudad; la parte restante la esparcirás al viento. Yo, por mi parte, desenvainaré la espada y los perseguiré. 3 Toma algunos de los cabellos y átalos al borde de tu manto. 4 Y de ellos, toma otros pocos y arrójalos en el fuego para que se quemen. Desde allí se extenderá el fuego sobre todo el pueblo de Israel.
5 »Así dice el Señor y Dios: Esta es la ciudad de Jerusalén. Yo la coloqué en medio de las naciones y de los territorios a su alrededor. 6 Pero ella se rebeló contra mis leyes y estatutos, con una perversidad mayor a la de las naciones y territorios vecinos. En otras palabras, rechazó por completo mis leyes y estatutos.
7 »Por eso yo, el Señor y Dios, declaro: Ustedes han sido más rebeldes que las naciones a su alrededor. No han seguido mis estatutos ni obedecido mis leyes; ni siquiera se han sujetado a las costumbres de esas naciones.
8 »Por lo tanto yo, el Señor y Dios, declaro: Estoy contra ti, Jerusalén, y te voy a castigar a la vista de todas las naciones. 9 Por causa de tus prácticas detestables, haré contigo lo que jamás he hecho ni volveré a hacer. 10 Entre ustedes habrá padres que se comerán a sus hijos y también hijos que se comerán a sus padres. Yo los castigaré y a quien sobreviva lo dispersaré por los cuatro vientos.
11 »Por tanto, tan cierto como que yo vivo, declara el Señor y Dios: como ustedes han profanado mi santuario con sus ídolos repugnantes y con prácticas detestables, yo mismo los destruiré sin piedad ni compasión. 12 Una tercera parte de tu pueblo morirá en tus calles por la plaga y por el hambre; otra tercera parte caerá a filo de espada en tus alrededores; a la tercera parte restante la dispersaré por los cuatro vientos. Yo desenvainaré la espada y perseguiré a la gente.
13 »Entonces se apaciguará mi ira, mi enojo contra ellos será saciado y me daré por satisfecho. Y, cuando en mi celo haya desahogado mi enojo contra ellos, sabrán que yo, el Señor, lo he dicho.
14 »Yo te convertiré en un montón de ruinas; te haré objeto de burla de todas las naciones que te rodean. Todos los que pasen junto a ti lo verán. 15 Cuando yo te castigue con indignación, enojo y durísimos reproches, serás objeto de burla y deshonra, y motivo de advertencia y escarmiento para las naciones que te rodean. Yo, el Señor, lo he dicho. 16 Yo te haré blanco del hambre, esa mortífera flecha que todo lo destruye. Dispararé a matar, pues traeré sobre ti hambre y escasez de alimentos. 17 Por si fuera poco, lanzaré contra ti animales salvajes que te dejarán sin hijos. Te verás abrumado por las plagas y por el derramamiento de sangre, pues haré que caigas a filo de espada. Yo, el Señor, lo he dicho».
Profecía contra los montes de Israel
6 La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 2 «Hijo de hombre, pon tu rostro hacia las montañas de Israel y profetiza contra ellas. 3 Diles: “Escuchen, montañas de Israel, la palabra del Señor y Dios. Esto dice el Señor y Dios a las montañas y colinas, a los canales de los ríos y los valles: ‘Haré que venga contra ustedes la espada, y destruiré sus lugares de culto idolátrico. 4 Despedazaré sus altares, haré añicos sus altares para quemar incienso y haré que sus muertos caigan frente a sus ídolos. 5 En efecto, arrojaré los cadáveres de los israelitas delante de sus ídolos y esparciré sus huesos en torno a sus altares. 6 No importa dónde vivan ustedes, sus ciudades serán destruidas y sus altares paganos serán devastados. Sus altares quedarán completamente destrozados; sus ídolos, hechos un montón de ruinas; sus altares para quemar incienso, hechos añicos. ¡Todas sus obras desaparecerán! 7 Caerá muerta la gente en medio de ustedes; así sabrán que yo soy el Señor.
8 »” ’Pero yo dejaré que algunos de ustedes se escapen de la muerte y queden esparcidos entre las naciones y los pueblos. 9 Los sobrevivientes se acordarán de mí en las naciones donde hayan sido llevados cautivos. Se acordarán de cómo me he afligido por culpa de su corazón adúltero, y de cómo se apartaron de mí y se fueron tras sus ídolos. ¡Sentirán asco de ellos mismos por todas las maldades que hicieron y por sus obras repugnantes! 10 Entonces sabrán que yo soy el Señor y no los amenacé en vano con estas calamidades’ ”.
11 »Así dice el Señor y Dios: “Aplaude, patalea y grita: ‘¡Ay!, por todas las terribles abominaciones del pueblo de Israel, morirán por la espada, el hambre y la plaga. 12 Quien esté lejos perecerá por la plaga y quien esté cerca morirá a filo de espada; el que quede con vida se morirá de hambre’. Así descargaré sobre ellos toda mi ira. 13 Sus cadáveres quedarán tendidos entre sus ídolos y alrededor de sus altares, en las colinas altas y en las cimas de las montañas, debajo de todo árbol frondoso y de toda encina tupida; es decir, en los lugares donde ofrecieron incienso de olor grato a sus ídolos. ¡Entonces sabrán que yo soy el Señor! 14 Extenderé mi mano contra ellos; convertiré en tierra desolada su país y todo lugar donde habiten, desde el desierto hasta Riblá. ¡Entonces sabrán que yo soy el Señor!”».
El fin ha llegado
7 La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 2 «Hijo de hombre, así dice el Señor y Dios al pueblo de Israel:
»¡Te llegó la hora!
Ha llegado el fin sobre los cuatro extremos de la tierra.
3 ¡Te ha llegado el fin!
Descargaré mi ira sobre ti;
te juzgaré según tu conducta
y te pediré cuentas de todas tus acciones detestables.
4 No voy a tratarte con piedad
ni a tenerte compasión,
sino que te haré pagar cara tu conducta
y tus prácticas repugnantes.
Así sabrás que yo soy el Señor.
5 »Así dice el Señor y Dios:
»¡Las desgracias
se siguen unas a otras!
6 ¡Ya viene el fin!
¡Ya viene el fin!
¡Se acerca contra ti!
¡Es inminente!
7 Te ha llegado la hora,
habitante del país.
¡Ya viene la hora! ¡Ya se acerca el día!
En las montañas no hay alegría, sino pánico.
8 Ya estoy por descargar sobre ti mi furor;
desahogaré mi enojo contra ti.
Te juzgaré según tu conducta;
te pediré cuentas por todas tus acciones detestables.
9 No voy a tratarte con piedad
ni a tenerte compasión,
sino que te haré pagar cara tu conducta
y tus prácticas repugnantes.
Así sabrás que yo, el Señor, también puedo herir.
10 »¡Ya llegó el día!
¡Ya está aquí!
¡Tu destino está decidido!
Florece el juicio,[c]
germina el orgullo.
11 La violencia se levantó
para castigar la maldad.
Nada quedará de ustedes[d]
ni de su multitud;
nada de su riqueza
ni que tenga algún valor.
12 Llegó la hora;
este es el día.
Que no se alegre el que compra
ni llore el que vende,
porque mi enojo caerá sobre toda la multitud.
13 Y aunque el vendedor siga con vida,
no recuperará lo vendido.
Porque la visión referente sobre la multitud
no se revocará.
Por su culpa nadie podrá
conservar la vida.
14 »Aunque toquen la trompeta
y preparen todo,
nadie saldrá a la batalla,
porque mi enojo caerá sobre toda la multitud.
15 Allá afuera hay guerra
y aquí adentro, plaga y hambre.
El que esté en el campo
morirá a filo de espada
y el que esté en la ciudad
morirá a causa del hambre y la plaga.
16 Los que logren escapar
se quedarán en las montañas.
Como palomas del valle,
cada uno gimiendo
por su maldad.
17 Desfallecerá todo brazo
y temblará toda rodilla.
18 Se vestirán de luto
y el terror los dominará.
Se llenarán de vergüenza
y se raparán la cabeza.
19 »La plata la arrojarán a las calles
y el oro lo verán como algo impuro.
En el día de la ira del Señor,
ni el oro ni la plata podrán salvarlos;
no servirán para saciar su hambre
y llenarse el estómago,
porque el oro fue el causante de la caída de ustedes.
20 Se enorgullecían de sus joyas hermosas
y las usaron para fabricar sus imágenes detestables
y sus ídolos despreciables.
Por esta razón las convertiré en algo impuro.
21 Haré que vengan los extranjeros y se las roben,
que los malvados de la tierra
se las lleven y las profanen.
22 Alejaré de ellos mi rostro
y el lugar de mi tesoro será deshonrado;
entrarán los invasores
y lo profanarán.
23 »Prepara las cadenas[e]
porque el país se ha llenado de sangre
y la ciudad está llena de violencia.
24 Haré que las naciones más violentas
vengan y se apoderen de sus casas.
Pondré fin a la soberbia de los poderosos,
y sus santuarios serán profanados.
25 Cuando la desesperación los atrape,
en vano buscarán la paz.
26 Una tras otra vendrán las desgracias,
al igual que las malas noticias.
Del profeta demandarán visiones;
la instrucción se alejará del sacerdote
y a los ancianos del pueblo no les quedarán consejos.
27 El rey hará duelo,
el príncipe se cubrirá de tristeza
y temblarán las manos del pueblo.
Yo los trataré según su conducta
y los juzgaré según sus acciones.
Así sabrán que yo soy el Señor».
Idolatría en el Templo
8 En el día quinto del mes sexto del año sexto, yo estaba sentado en mi casa, junto con los ancianos de Judá. De pronto, el Señor puso su mano sobre mí.
2 Entonces miré y vi una figura de aspecto humano: de la cintura para abajo, ardía como fuego; de la cintura para arriba, brillaba como el metal refulgente. 3 Aquella figura extendió lo que parecía ser una mano y me tomó del cabello. El Espíritu me sostuvo entre la tierra y el cielo y, en visiones de Dios, me llevó a la parte norte de Jerusalén, hasta la entrada de la puerta interior, que es donde está el ídolo que provoca los celos de Dios. 4 Allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo.
5 Y Dios me dijo: «Hijo de hombre, levanta la vista hacia el norte». Yo miré en esa dirección y en la entrada misma, al norte de la puerta del altar, vi el ídolo que provoca los celos de Dios.
6 También me dijo: «Hijo de hombre, ¿ves las grandes abominaciones que cometen los israelitas en este lugar y que me hacen alejarme de mi santuario? Pues verán aún abominaciones peores».
7 Después me llevó a la entrada del atrio. En el muro había una abertura. 8 Entonces me dijo: «Hijo de hombre, cava en el muro». Yo cavé en el muro y me encontré con una puerta.
9 Entonces me dijo: «Entra y observa las abominaciones detestables que allí se cometen». 10 Yo entré y, a lo largo del muro, vi grabadas todo tipo de figuras de reptiles y de otros animales impuros y de todos los ídolos de Israel. 11 Setenta ancianos israelitas estaban de pie frente a los ídolos, rindiéndoles culto. Entre ellos se encontraba Jazanías, hijo de Safán. Cada uno tenía en la mano un incensario, de ellos subía una fragante nube de incienso.
12 Y él me dijo: «Hijo de hombre, ¿ves lo que hacen los ancianos israelitas en los oscuros nichos de sus ídolos? Andan diciendo: “El Señor no nos ve. El Señor abandonó esta tierra”». 13 Y añadió: «Ya los verás cometer mayores abominaciones».
14 Luego me llevó a la entrada del Templo del Señor, a la puerta que da hacia el norte. Allí estaban unas mujeres sentadas que lloraban por el dios Tamuz. 15 Entonces Dios me dijo: «Hijo de hombre, ¿ves esto? Pues aún los verás cometer mayores abominaciones».
16 Y me llevó al atrio interior del Templo. A la entrada del Templo, entre el vestíbulo y el altar, había unos veinticinco hombres que estaban mirando hacia el oriente y adoraban al sol, de espaldas al Templo del Señor.
17 Me dijo: «Hijo de hombre, ¿ves esto? ¿Tan poca cosa le parece a Judá cometer tales abominaciones aquí que también ha llenado la tierra de violencia y no deja de provocarme? ¡Mira cómo me enardecen, pasándose por la nariz sus pestilentes ramos! 18 Por eso, voy a actuar con furor. No les tendré piedad ni compasión. Por más que me imploren a gritos, ¡no los escucharé!».
El castigo de los culpables
9 Después oí que Dios clamaba con fuerte voz: «¡Acérquense, verdugos de la ciudad, cada uno con su arma destructora en la mano!». 2 Entonces vi que por el camino de la puerta superior que da hacia el norte venían seis hombres, cada uno con un arma mortal en la mano. Con ellos venía un hombre vestido con tela de lino, que llevaba en la cintura un estuche de escriba. Todos ellos entraron y se pararon junto al altar de bronce.
3 La gloria del Dios de Israel, que estaba sobre los querubines, se elevó y se dirigió hacia el umbral del Templo. Entonces el Señor llamó al hombre vestido de tela de lino que llevaba en la cintura un estuche de escriba 4 y le dijo: «Recorre la ciudad de Jerusalén y coloca una señal en la frente de quienes giman y se lamenten por los actos detestables que se cometen en la ciudad».
5 Pero oí que a los otros dijo: «Síganlo. Recorran la ciudad y maten sin piedad ni compasión. 6 Maten a viejos y a jóvenes, a muchachas, niños y mujeres; comiencen en el Templo, y no dejen a nadie con vida. Pero no toquen a los que tengan la señal». Y aquellos hombres comenzaron por matar a los ancianos que estaban frente al Templo.
7 Después les dijo: «Salgan y profanen el Templo; llenen de cadáveres los atrios».
Ellos salieron y comenzaron a matar gente en toda la ciudad. 8 Y mientras mataban, yo me quedé solo, caí rostro en tierra y grité: «¡Ay, Señor y Dios! ¿Descargarás tu furor sobre Jerusalén y destruirás a todo el resto de Israel?».
9 Él me respondió: «La iniquidad del pueblo de Israel y de Judá es extremadamente grande. El país está lleno de violencia; la ciudad, llena de injusticia. Porque ellos dicen: “El Señor abandonó la tierra; el Señor no nos ve”. 10 Por eso no tendré piedad ni compasión, sino que les pediré cuentas de su conducta».
11 Entonces el hombre vestido de tela de lino que llevaba en la cintura un estuche de escriba informó: «Ya hice lo que me mandaste hacer».
La gloria del Señor abandona el Templo
10 Miré y vi la semejanza de un trono de piedra de zafiro sobre la expansión que estaba encima de la cabeza de los querubines. 2 Y el Señor dijo al hombre vestido de tela de lino: «Métete entre las ruedas que están debajo de los querubines, toma un puñado de las brasas que están entre ellos y espárcelas por toda la ciudad». Y el hombre se metió allí, mientras yo miraba.
3 En el momento en que el hombre entró, los querubines estaban en la parte sur del Templo y una nube llenaba el atrio interior. 4 Entonces la gloria del Señor, que estaba sobre los querubines, se elevó y se dirigió hacia el umbral del Templo. La nube llenó el Templo, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria del Señor. 5 El ruido de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior y era semejante a la voz del Dios Todopoderoso.
6 El Señor ordenó al hombre vestido de tela de lino: «Toma fuego de en medio de las ruedas que están entre los querubines». Así que el hombre fue y se paró junto a una rueda. 7 Uno de los querubines extendió la mano, tomó el fuego que estaba entre ellos y lo puso en las manos del hombre vestido de tela de lino, quien lo recibió y se fue. 8 Debajo de las alas de los querubines se veía algo semejante a manos humanas.
9 Me fijé, y al lado de los querubines vi cuatro ruedas, una junto a cada uno de ellos. Las ruedas tenían un aspecto brillante como el topacio. 10 Las cuatro ruedas se asemejaban y parecía como si una rueda estuviera encajada en la otra. 11 Al avanzar, podían hacerlo en las cuatro direcciones sin necesidad de volverse. Avanzaban en la dirección a que apuntaba la cabeza del querubín, y no tenían que volverse. 12 Todo el cuerpo, la espalda, las manos y las alas de los querubines, al igual que las cuatro ruedas, estaban llenos de ojos. 13 Alcancé a oír que a las ruedas se les llamaba «ruedas giratorias».[f] 14 Cada uno de los querubines tenía cuatro caras: la primera, de querubín; la segunda, de hombre; la tercera, de león; y la cuarta, de águila.
15 Los querubines, que eran los mismos seres que yo había visto junto al río Quebar, se elevaron. 16 Cuando avanzaban, las ruedas a su costado hacían lo mismo; cuando desplegaban sus alas para levantarse del suelo, las ruedas no se apartaban de ellos; 17 cuando se detenían, las ruedas hacían lo mismo; cuando se levantaban, las ruedas se levantaban también, porque el espíritu de esos seres vivientes estaba en las ruedas.
18 La gloria del Señor se elevó por encima del umbral del Templo y se detuvo sobre los querubines. 19 Y mientras yo miraba, los querubines desplegaron sus alas y se elevaron del suelo y, junto con las ruedas, salieron y se detuvieron en la puerta oriental del Templo del Señor. La gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos.
20 Eran los mismos seres vivientes que, estando yo junto al río Quebar, había visto debajo del Dios de Israel. Entonces me di cuenta de que eran querubines. 21 Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas; bajo las alas tenían algo que parecía manos humanas. 22 Sus caras eran iguales a las que yo había visto junto al río Quebar. Cada uno de ellos caminaba de frente.
Juicio contra los líderes de Israel
11 El Espíritu me levantó y me llevó hasta la entrada oriental del Templo del Señor. A la entrada vi a veinticinco hombres, entre los cuales estaban Jazanías, hijo de Azur, y Pelatías, hijo de Benaías, que eran líderes del pueblo. 2 El Señor me dijo: «Hijo de hombre, estos son los que están tramando maldades y dando malos consejos en esta ciudad. 3 Dicen: “Todavía no es el momento de reconstruir las casas. La ciudad es la olla y nosotros somos la carne”. 4 Por eso, hijo de hombre, profetiza contra ellos; ¡sí, profetiza!».
5 El Espíritu del Señor vino sobre mí y me ordenó proclamar: «Así dice el Señor: “Ustedes, pueblo de Israel, han dicho esto y yo conozco sus pensamientos. 6 Han matado a mucha gente en esta ciudad y han llenado las calles de cadáveres.
7 »”Por eso yo, el Señor y Dios, les digo: Los cadáveres que ustedes han arrojado son la carne y la ciudad es la olla, pero yo los sacaré de ahí. 8 ¿Temen a la espada? Pues bien, yo, el Señor y Dios, declaro que con espadas iré contra ustedes. 9 Los sacaré de la ciudad, los entregaré en manos de extranjeros y los juzgaré con justicia. 10 Morirán a filo de espada; yo los juzgaré en las mismas fronteras de Israel y así sabrán que yo soy el Señor. 11 La ciudad no les servirá de olla ni serán ustedes la carne dentro de ella. Yo los juzgaré en la frontera misma de Israel. 12 Entonces sabrán que yo soy el Señor. No han seguido mis estatutos ni han cumplido con mis leyes, sino que han adoptado las costumbres de las naciones que los rodean”».
13 Mientras yo profetizaba, Pelatías, hijo de Benaías, cayó muerto. Entonces caí rostro en tierra y clamé a gritos: «¡Ay, mi Señor y Dios! ¿Vas a exterminar al remanente de Israel?».
14 La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 15 «Hijo de hombre, esto es lo que dicen los habitantes de Jerusalén en cuanto a tus hermanos, tus parientes y todo el pueblo de Israel: “Ellos se han alejado del Señor, y por eso se nos ha dado esta tierra en posesión”.
16 »Por tanto, adviérteles que así dice el Señor y Dios: “Aunque los desterré a naciones lejanas y los dispersé por países extraños, por un tiempo les he servido de santuario en las tierras adonde han ido”.
17 »Adviérteles también que así dice el Señor y Dios: “Yo los reuniré de entre las naciones; los juntaré de los países donde han estado dispersos y les daré la tierra de Israel.
18 »”Ellos volverán a su tierra y echarán de allí a los ídolos detestables y pondrán fin a todas las abominaciones. 19 Yo les daré un corazón sincero y pondré en ellos un espíritu renovado. Les arrancaré el corazón de piedra que ahora tienen y pondré en ellos un corazón de carne, 20 para que cumplan mis estatutos y pongan en práctica mis leyes. Entonces ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 21 Pero a los que van tras esos ídolos detestables y siguen prácticas abominables, yo les pediré cuentas de su conducta”», afirma el Señor y Dios.
La gloria del Señor abandona Jerusalén
22 Los querubines desplegaron sus alas. Las ruedas estaban junto a ellos y la gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos. 23 La gloria del Señor se elevó de en medio de la ciudad y se detuvo sobre la montaña que está al oriente de Jerusalén. 24 En una visión, el Espíritu me levantó y me trasladó hasta donde estaban los exiliados en Babilonia;[g] y la visión terminó. 25 Entonces comuniqué a los exiliados todo lo que el Señor me había revelado.
Símbolo del exilio
12 La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 2 «Hijo de hombre, vives en medio de un pueblo rebelde. Tienen ojos para ver, pero no ven; tienen oídos para oír, pero no oyen. ¡Son un pueblo rebelde!
3 »Por tanto, hijo de hombre, prepara tu equipaje para el exilio y a plena luz del día, a la vista de todos, saldrás como quien va exiliado a otro lugar. Tal vez así entiendan, aunque son un pueblo rebelde. 4 Saca tu equipaje a plena luz del día, a la vista de todos, y al caer la tarde ponte en marcha, a la vista de todos, como quien va al exilio. 5 También en presencia de todos, haz un hueco en la pared y sal por ahí con tu equipaje. 6 Al llegar la noche, mientras todos te estén viendo, ponte en marcha con el equipaje al hombro. Cúbrete la cara para que no puedas ver la tierra, porque de ti he hecho un presagio para el pueblo de Israel».
7 Hice lo que se me había mandado; a plena luz del día saqué mi equipaje, como quien va al exilio. Al caer la tarde cavé en el muro con mis propias manos y, al llegar la noche, en presencia de todos, salí con mi equipaje al hombro.
8 Por la mañana el Señor me dirigió la palabra: 9 «Hijo de hombre, con toda seguridad el pueblo rebelde de Israel te preguntará: “¿Qué estás haciendo?”. 10 Pero tú explícales: “Así dice el Señor y Dios: ‘Este mensaje se refiere al pueblo de Israel que vive en Jerusalén y también a su príncipe’ ”. 11 Diles: “Yo soy un presagio para ustedes.
»”Lo que hice yo, les va a pasar a ustedes, pues serán llevados cautivos al exilio”.
12 »Su príncipe se echará el equipaje al hombro y saldrá de noche por la abertura que abrirán en el muro. Se cubrirá la cara para no ver la tierra. 13 Le tenderé mis redes y caerá en mi trampa. Así lo llevaré a Babilonia, la tierra de los babilonios,[h] pero no podrá verla y allá morirá. 14 Dispersaré a los cuatro vientos a todos los que lo rodean, tanto a sus ayudantes como a todas sus tropas, y los perseguiré espada en mano. 15 Entonces sabrán que yo soy el Señor.
»Cuando los haya dispersado y esparcido por las naciones, 16 dejaré que unos pocos de ellos se escapen de la espada, del hambre y de la plaga, para que en las naciones por donde vayan den cuenta de sus prácticas abominables. Entonces sabrán que yo soy el Señor».
17 La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 18 «Hijo de hombre, tiembla al comer tu pan, y llénate de espanto y miedo al beber tu agua. 19 Adviértele al pueblo que está en la tierra que así dice el Señor y Dios acerca de los que habitan en Jerusalén y en la tierra de Israel: “Con angustia comerán su pan y con terror beberán su agua. Por la violencia de sus habitantes la tierra será despojada de todo lo que hay en ella. 20 Las ciudades habitadas serán arrasadas y su país quedará en ruinas. Entonces sabrán ustedes que yo soy el Señor”».
21 La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 22 «Hijo de hombre, ¿qué quiere decir este refrán que se repite en la tierra de Israel: “Se cumple el tiempo, pero no la visión”? 23 Por lo tanto, adviérteles que así dice el Señor y Dios: “Pondré fin a ese refrán y ya no volverán a repetirlo en Israel”. También diles: “Ya vienen los días en que se cumplirán las visiones. 24 Pues ya no habrá visiones engañosas ni predicciones que susciten falsas expectativas en el pueblo de Israel. 25 Porque yo, el Señor, hablaré y lo que diga se cumplirá sin retraso. Pueblo rebelde, mientras ustedes aún tengan vida, yo cumpliré mi palabra”», afirma el Señor y Dios.
26 La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 27 «Hijo de hombre, el pueblo de Israel anda diciendo que tus visiones son para un futuro distante y que tus profecías son a largo plazo.
28 »Por lo tanto, adviérteles que así dice el Señor y Dios: “Mis palabras se cumplirán sin retraso: yo cumpliré con lo que digo”», afirma el Señor y Dios.
Condena a los falsos profetas
13 La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 2 «Hijo de hombre, profetiza contra los profetas de Israel que hacen vaticinios según su propia imaginación y diles que escuchen la palabra del Señor. 3 Así dice el Señor y Dios: “¡Ay de los profetas insensatos que, sin haber recibido ninguna visión, siguen su propio espíritu! 4 Tus profetas, Israel, son como chacales entre las ruinas. 5 No han subido a las brechas del muro para repararlo para el pueblo de Israel, para que se mantenga firme en la batalla del día del Señor. 6 Sus visiones son falsas y mentirosas sus adivinaciones. Dicen: ‘Lo afirma el Señor’, pero el Señor no los ha enviado; sin embargo, ellos esperan que se cumpla su palabra. 7 ¿Acaso no son falsas sus visiones, y mentirosas sus adivinaciones, cuando dicen: ‘Lo afirma el Señor’, sin que yo haya hablado?
8 »”Por tanto, así dice el Señor y Dios: A causa de sus palabras falsas y visiones mentirosas, aquí estoy contra ustedes, afirma el Señor y Dios. 9 Levantaré mi mano contra los profetas; contra aquellos que tienen visiones falsas y ofrecen adivinaciones mentirosas. No participarán en la asamblea de mi pueblo, ni aparecerán sus nombres en los registros de los israelitas, ni entrarán en el país de Israel. Así sabrán ustedes que yo soy el Señor y Dios.
10 »”Así es, en efecto. Estos profetas han engañado a mi pueblo diciendo: ‘¡Paz!’, pero no hay paz; construye el muro y lo cubre de cal. 11 Di a los que lo cubren con cal que se van a caer, pues vendrá una lluvia torrencial, abundante granizo y viento huracanado. 12 Y cuando el muro se haya caído, les preguntarán: ‘¿Dónde está la hermosa fachada?’.
13 »”Por tanto, así dice el Señor y Dios: En mi furia desataré un viento huracanado; en mi ira, una lluvia torrencial; en mi furia, granizo destructor. 14 Echaré por los suelos el muro con su cobertura de cal; sus endebles cimientos quedarán al descubierto. Y cuando caiga, ustedes perecerán; así sabrán que yo soy el Señor. 15 Descargaré mi furia contra el muro y sobre los que la cubrieron con cal. A ustedes les diré que ya no queda muro ni los que lo recubrieron: 16 esos profetas de Israel que profetizaban acerca de Jerusalén tenían visiones falsas; les anunciaban visiones de paz, cuando no había paz, afirma el Señor y Dios”.
Condena a las profetisas
17 »Y ahora tú, hijo de hombre, enfréntate a las hijas de tu pueblo que profetizan según sus propios delirios. ¡Profetiza contra ellas! 18 Adviérteles que así dice el Señor y Dios: “¡Ay de las que hacen objetos de hechicería y velos de varios tamaños para atrapar a la gente![i] ¿Acaso creen que pueden atrapar la vida de mi pueblo y salvarse ustedes? 19 Ustedes me han profanado delante de mi pueblo por un puñado de cebada y unas migajas de pan. Por las mentiras que dicen, y que mi pueblo cree, se mata a los que no deberían morir y se deja con vida a los que no merecen vivir.
20 »”Por tanto, así dice el Señor y Dios: Estoy contra sus hechicerías, con las que ustedes atrapan a la gente como a pájaros. Pero yo los arrancaré de sus brazos y los dejaré libres para volar. 21 Rescataré a mi pueblo de esos sortilegios, para que dejen de ser presa en sus manos. Así sabrán que yo soy el Señor. 22 Porque ustedes han descorazonado al justo con sus mentiras, sin que yo lo haya afligido. Han alentado al malvado para que no se convierta de su mala conducta y se salve. 23 Por eso ya no volverán a tener visiones falsas ni a practicar la adivinación. Yo rescataré a mi pueblo del poder de ustedes y así sabrán que yo soy el Señor”».
Contra la idolatría
14 Unos ancianos de Israel vinieron a visitarme y se sentaron frente a mí. 2 La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 3 «Hijo de hombre, estas personas han hecho de su corazón un altar de ídolos y han puesto piedras de tropiezo que los hacen pecar. ¿Cómo voy a permitir que me consulten? 4 Por tanto, habla con ellos y adviérteles que así dice el Señor y Dios: “A todo israelita que haya hecho de su corazón un altar de ídolos y que, después de haber colocado a su paso piedras de tropiezo que lo hagan pecar, consulte al profeta, yo el Señor le responderé según la multitud de sus ídolos. 5 Así cautivaré el corazón de los israelitas que por causa de todos esos ídolos se hayan alejado de mí”.
6 »Por tanto, adviértele al pueblo de Israel que así dice el Señor y Dios: “¡Arrepiéntanse! Apártense de una vez y por todas de su idolatría y de todas sus abominaciones”. 7 Yo, el Señor, seré quien responda a todo israelita o extranjero que resida en Israel y que se haya alejado de mí, haya hecho de su corazón un altar de ídolos o haya colocado ante sí piedras de tropiezo que lo hagan pecar y luego haya acudido al profeta para consultarme. 8 Me enfrentaré a él; haré de él una señal de escarmiento; lo eliminaré de mi pueblo. Así sabrán que yo soy el Señor.
9 »Si un profeta es seducido y pronuncia un mensaje, será porque yo, el Señor, lo he seducido. Así que levantaré mi mano contra él y lo haré pedazos en presencia de mi pueblo. 10 Tanto el profeta como quien lo haya consultado cargarán con la misma culpa, 11 para que el pueblo de Israel ya no se aparte de mí ni vuelva a mancharse con sus pecados. Entonces ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, afirma el Señor y Dios».
Contra falsas esperanzas
12 La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 13 «Hijo de hombre, si un país peca contra mí y persiste en su infidelidad, yo levantaré mi mano contra él; haré escasear los alimentos y lo sumiré en el hambre; arrasaré a sus habitantes y a sus animales. 14 Y si Noé, Daniel[j] y Job vivieran en ese país, solo ellos se salvarían por su justicia. Lo afirmo yo, el Señor y Dios.
15 »Y, si por todo el país yo mandara bestias feroces que lo arrasaran y lo convirtieran en desierto desolado, de modo que por temor a las fieras nadie se atreviera a pasar, 16 aunque esos tres hombres vivieran allí, tan cierto como que yo vivo, dice el Señor y Dios, ni sus hijos ni sus hijas sobrevivirían. Solo ellos se salvarían y el país quedaría desolado.
17 »Y, si yo enviara guerra sobre ese país y dejara que la espada arrasara la tierra y eliminara a sus habitantes y a sus animales, 18 y aunque aquellos tres hombres vivieran allí, tan cierto como que yo vivo, dice el Señor y Dios, ni sus hijos ni sus hijas sobrevivirían. Solo ellos se salvarían.
19 »Y, si yo enviara plaga a ese país y derramara sobre él mi ira mortal para eliminar a sus habitantes y a sus animales, 20 aunque Noé, Daniel y Job vivieran allí, tan cierto como que yo vivo, dice el Señor y Dios, ni sus hijos ni sus hijas sobrevivirían. Solo ellos se salvarían por su justicia.
21 »Así dice el Señor y Dios: ¡Peor será cuando mande contra Jerusalén mis cuatro castigos fatales: la espada, el hambre, las bestias feroces y la plaga! Con ellas arrasaré a sus habitantes y a sus animales. 22 Sin embargo, quedarán algunos sobrevivientes que serán liberados y harán salir del exilio a sus hijos y a sus hijas. Cuando lleguen adonde están ustedes, y ustedes vean su conducta y sus obras, se consolarán del desastre que envié contra Jerusalén y de todo lo que hice contra ella. 23 Ustedes se consolarán cuando vean la conducta y las obras de esa gente; sabrán que lo que hice contra Jerusalén no fue sin razón, afirma el Señor y Dios».
Jerusalén, una vid inútil
15 La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 2 «Hijo de hombre, ¿en qué supera la madera de la vid a la madera de los árboles del bosque? 3 ¿Se extrae madera para hacer algo útil? ¿O se usa como soporte para colgar objetos? 4 ¡Escasamente sirve para alimentar el fuego! Pero ¿de qué sirve cuando sus extremos se consumen y ya se ha quemado por dentro? 5 Si cuando estaba entera no servía para nada, ¡mucho menos cuando ya ha sido consumida por el fuego!
6 »Por tanto, así dice el Señor y Dios: Como la leña de la vid, la cual aparté de los árboles del bosque y eché al fuego; así haré con los habitantes de Jerusalén. 7 Voy a enfrentarme a ellos; ¡se han librado de un fuego, pero serán consumidos por otro! Cuando me enfrente a ellos, ustedes sabrán que yo soy el Señor. 8 Dejaré a este país en ruinas, porque ha sido infiel, afirma el Señor y Dios».
Infidelidad de Jerusalén
16 La palabra del Señor vino a mí y me dijo: 2 «Hijo de hombre, confronta a Jerusalén con sus abominaciones. 3 Adviértele que así dice el Señor y Dios: “Jerusalén, tú eres cananea de origen y de nacimiento; tu padre era amorreo y tu madre, hitita. 4 El día en que naciste no te cortaron el cordón umbilical, no te bañaron, no te frotaron con agua salada ni te envolvieron en pañales. 5 Nadie se apiadó de ti ni te mostró compasión brindándote estos cuidados. Al contrario, el día en que naciste te arrojaron al campo como un objeto despreciable.
6 »”Pasé junto a ti y te vi revolcándote en tu propia sangre. Estando en tu propia sangre te dije: ¡Vive! 7 Te hice crecer como hierba del campo.
»”Creciste, te desarrollaste y entraste a la pubertad. Después se formaron tus senos y te brotó el vello, pero seguías completamente desnuda.
8 »”Tiempo después pasé de nuevo junto a ti y te miré. Estabas en la edad del amor. Entonces te extendí mi manto y cubrí tu desnudez. Me comprometí, hice alianza contigo y fuiste mía, afirma el Señor y Dios.
9 »”Te bañé, te limpié la sangre y te perfumé. 10 Te puse un vestido bordado y te calcé con finas sandalias de cuero. Te vestí con ropa de tela de lino y de seda. 11 Te adorné con joyas: puse pulseras en tus muñecas, collares en tu cuello, 12 un arete en la nariz, pendientes en tus orejas y una hermosa corona en la cabeza. 13 Quedaste adornada de oro y plata, vestida de tela de lino fino, de seda y de telas bordadas. Te alimentabas con harina refinada, con miel y aceite de oliva. Llegaste a ser muy hermosa y creciste para ser reina. 14 Tan perfecta era tu belleza que tu fama se extendió por todas las naciones, pues yo te adorné con mi esplendor, afirma el Señor y Dios.
15 »”Sin embargo, confiaste en tu belleza y, valiéndote de tu fama, te prostituiste. ¡Sin ningún pudor te entregaste a cualquiera que pasaba! 16 Tomaste tus mismos vestidos para hacer altares paganos de vistosos colores y allí te prostituiste. ¡Algo nunca visto! 17 Con las joyas de oro y plata que yo te había obsequiado, hiciste imágenes masculinas; con ellas te prostituiste ofreciéndoles culto.
Footnotes
- 4:10 Es decir, aprox. 230 g.
- 4:11 Es decir, aprox. 0.6 l.
- 7:10 juicio. Lit. vara.
- 7:11 ustedes. Lit. ellos; es decir, el pueblo de Israel.
- 7:23 cadenas. Palabra de difícil traducción.
- 10:13 En este versículo se usan dos palabras hebreas diferentes que significan «rueda».
- 11:24 Lit. Caldea.
- 12:13 Lit. caldeos.
- 13:18 las que hacen … la gente. Texto de difícil traducción.
- 14:14 Daniel. Alt. Danel; también en v. 20.
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