Add parallel Print Page Options

«Ezequiel, hombre mortal, diles de mi parte al rey de Egipto y a toda su gente:

“¡Tu grandeza es incomparable!
Pareces un cedro del Líbano,
cubierto de abundantes ramas.
¡Con ellas tocas el cielo!
La lluvia y el agua del suelo
te han hecho crecer;
los ríos que te rodean
te riegan con sus corrientes,
como a los árboles del bosque.

Read full chapter