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«Hombre mortal, pregúntale al faraón, rey de Egipto, y a todo su pueblo: “¿Con quién les gustaba compararse cuando estaban en el punto más alto de su poderío? ¡Tú eres como Asiria lo fue, una nación grande y poderosa, como un cedro del Líbano, llena de frondosas ramas, con su copa tan alta que llegaba hasta las nubes! Sus raíces penetraban profundamente en la tierra húmeda, crecía en forma exuberante y mandaba sus acequias de agua a todos los árboles en derredor.

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