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12 Entonces el Espíritu me levantó y detrás de mí escuché una voz de trueno que decía: «¡Bendita sea la gloria del SEÑOR donde él habita!» 13 Luego oí un ruido como el de un gran terremoto y fue producido por el roce de las alas de los seres vivientes que aleteaban una contra otra y por el ruido de las ruedas que estaban junto a ellas. 14 El Espíritu me levantó y me llevó. Así me fui, con espíritu amargado y enardecido, y el SEÑOR se apoderó de mí.

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