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haré que vengan extranjeros contra ti,
    los más feroces de las naciones:
desenvainarán la espada
    contra tu hermosura y sabiduría,
    y profanarán tu esplendor.
Te hundirán en la fosa,
    y en alta mar sufrirás una muerte violenta.
Y aun así, en presencia de tus verdugos,
    ¿te atreverás a decir: ¡Soy un dios!?
¡Pues en manos de tus asesinos
    no serás un dios, sino un simple mortal!

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