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II.— ORÁCULOS CONTRA LAS NACIONES (25—32)

25 El Señor me dirigió la palabra:

Oráculo contra Amón

— Hijo de hombre, ponte mirando hacia los amonitas y profetízales. Dirás a los amonitas: Escuchad la palabra del Señor Dios. Esto dice el Señor Dios: Por haberte carcajeado cuando mi santuario fue profanado, cuando la tierra de Israel fue devastada y cuando Judá tuvo que ir al destierro, he decidido entregaros a la gente de oriente para que os sometan; montarán sus campamentos en tu territorio, y se establecerán en él; comerán tus frutos y beberán tu leche. Convertiré a Rabá en establo de camellos, a sus ciudades en corral de ovejas, y reconoceréis que yo soy el Señor. Esto dice el Señor Dios: Por haber batido palmas y haber pataleado de alegría, por haberte regocijado, lleno de desprecio y animosidad, de lo ocurrido a la tierra de Israel, voy a dirigir mi mano contra ti: te entregaré como presa a las naciones, te extirparé de entre los pueblos, te borraré de los países y te aniquilaré, y así reconocerás que yo soy el Señor.

Oráculo contra Moab

Esto dice el Señor Dios:

— Porque Moab y Seír han dicho: “Judá es ahora como cualquier otra nación”, he decidido poner al descubierto el flanco de Moab, privarle de sus ciudades de un extremo al otro del país, privarle de sus joyas que son Bet Jesimot, Baal Meón y Quiriatáin. 10 Además de los amonitas, entregaré a la gente de oriente, como posesión, el territorio de Moab, de modo que ya no sea recordado entre las naciones. 11 Actuaré con justicia en Moab, y reconocerán que yo soy el Señor.

Oráculo contra Edom

12 Esto dice el Señor Dios:

— Porque Edom ha sido vengativo con Judá y se ha cargado de culpabilidad al vengarse así de ella, 13 esto dice el Señor Dios: Voy a dirigir mi mano contra Edom: lo dejaré sin personas y animales, haré de él una ruina, caerán a espada desde Temán hasta Dedán. 14 Descargaré mi venganza en Edom por medio de mi pueblo Israel, que tratará a Edom de acuerdo con mi cólera y mi ira, y así experimentarán mi venganza —oráculo del Señor Dios—.

Oráculo contra Filistea

15 Esto dice el Señor Dios:

— Porque los filisteos han sido vengativos y se han tomado la revancha con desprecio y animosidad, destruyendo todo impulsados por un odio de siglos, 16 esto dice el Señor Dios: Voy a dirigir mi mano contra los filisteos: extirparé a los quereteos y acabaré con los habitantes que queden en la costa. 17 Ejecutaré contra ellos mi suprema venganza, experimentarán mis castigos y mi cólera; y reconocerán que yo soy el Señor cuando descargue mi venganza sobre ellos.

Oráculo contra Tiro

26 El año undécimo, el día primero del mes, el Señor me dirigió la palabra:

— Hijo de hombre, Tiro se ha carcajeado de Jerusalén y ha dicho: “Ahí está hecha añicos la puerta de las naciones; todo ha caído en mi poder; me enriqueceré a costa de sus ruinas”. Por eso, así dice el Señor Dios:

Aquí me tienes, Tiro, contra ti;
haré que te ataquen pueblos numerosos,
lo mismo que el mar inunda con sus olas.
Abatirán las murallas de Tiro,
dejarán arruinadas sus torres.
Yo mismo barreré su polvo,
la dejaré como roca desnuda.
Igual que un secadero de redes
quedará en medio del mar,
porque así lo he dicho yo.
—oráculo del Señor Dios—:
acabará como botín de las naciones.
Sus poblados tierra adentro
morirán a filo de espada,
y reconocerán que soy el Señor.

Esto dice el Señor Dios:

— Voy a traer contra Tiro a Nabucodonosor, rey de Babilonia. El rey de reyes vendrá del norte al mando de su caballería, de sus carros de combate, de sus jinetes y de un numeroso ejército.

Tus poblados tierra adentro
morirán a filo de espada.
Te cercará con torres de asalto,
levantará contra ti un terraplén,
dispondrá sus escudos frente a ti,
golpeará tus murallas con arietes,
abatirá y arruinará tus torreones.
10 Sus hordas de caballos
te cubrirán de polvo;
al estrépito de sus jinetes,
de sus carros y carretas,
temblarán tus murallas.
Él penetrará por tus puertas
como quien entra en una ciudad
con sus muros llenos de brechas.
11 Los cascos de su caballería
hollarán todas tus calles,
a espada morirá tu gente;
todas tus soberbias estelas
caerán demolidas por tierra;
12 tus riquezas serán expoliadas,
tus mercancías servirán de botín;
tus murallas quedarán arruinadas,
demolidos tus preciosos edificios.
Echarán al fondo del mar
tus piedras, maderos y escombros.
13 Acabaré con el bullicio de tus cantos,
ya no volverán a oírse
los sones armoniosos de tus arpas.
14 Te convertiré en roca desnuda,
serás un secadero de redes.
Ya no serás reconstruida,
pues yo, el Señor, he hablado
—oráculo del Señor Dios—.

15 Esto dice el Señor Dios a Tiro:

— Cuando oigan el estruendo de tu caída y el gemido de tus heridos, cuando arrecie la carnicería en tu interior, ¿no se estremecerán las costas lejanas? 16 Todos los príncipes de las ciudades costeras bajarán de sus tronos, se despojarán de sus mantos y se quitarán su ropa recamada; se pondrán el pánico por vestido, se sentarán en el suelo, temblarán una y otra vez, y quedarán desolados al verte. 17 Y te entonarán esta elegía:

¡Cómo desapareció
la reina del mar,
la afamada ciudad!
¡Poderosa en el mar
con sus moradores,
que infundían terror
en todo el continente!
18 Y ahora tiemblan las costas,
ahora que ven tu caída;
están aterradas las costas
al ver en qué has acabado.

19 Esto dice el Señor Dios:

— Cuando te convierta en una ciudad en ruinas, igual que las ciudades no habitadas; cuando haga subir el océano contra ti y te aneguen sus aguas caudalosas, 20 te haré bajar a la fosa con los muertos, con la gente de antaño; te daré una morada en el mundo subterráneo, entre ruinas perpetuas, junto con los que han muerto, para que no vuelvas a habitar la tierra de los vivos. 21 Te convertiré en objeto de espanto y dejarás de existir; te buscarán, pero ya nunca te encontrarán —oráculo del Señor Dios—.

Elegía por la caída de Tiro

27 El Señor me dirigió la palabra:

— Por lo que a ti respecta, hijo de hombre, entona una endecha sobre Tiro. Dirás a Tiro, la reina de las rutas del mar, que comercia con los pueblos de las costas lejanas: Esto dice el Señor Dios:

Eras, Tiro, un navío
de acabada belleza.
Tus fronteras se extendían
por el corazón del mar;
tus constructores te dotaron
de perfecta hermosura.
Te construyeron con tablas
de cipreses de Senir;
usaron cedro del Líbano
para fabricar tu mástil,
con encinas de Basán
hicieron tus remos;
te pusieron cubierta de ciprés
traído de las costas de Quitín;
hecha de lino recamado de Egipto,
tu vela te servía de enseña;
tu toldo, de púrpura y grana,
era de las costas de Elisá.
Los habitantes de Sidón y Arvad
eran tus remeros.
Tus expertos, que iban a bordo,
hacían de timoneles.
Los ancianos de Guebal,
con sus expertos a bordo,
reparaban tus averías.
Navíos y marineros
intercambiaban contigo mercancías.
10 Los de Persia, Lud y Put
se alistaban como soldados en tu ejército;
en ti colgaban escudos y yelmos,
y así te daban esplendor.

11 Los de Arvad, con tu ejército, guarnecían el contorno de tus murallas; los de Gamad custodiaban tus torres. Colgaban sus escudos en torno a tus murallas y hacían de ti un dechado de belleza. 12 Tarsis era tu cliente, atraída por la abundancia de tus riquezas; a cambio te daba plata, hierro, estaño y plomo. 13 Javán, Túbal y Mésec comerciaban contigo; a cambio te proporcionaban esclavos y utensilios de bronce. 14 Los de Bet Togarmá te daban a cambio caballos de tiro y de competición, así como mulos. 15 También comerciaba contigo la gente de Rodán; numerosos enclaves marítimos eran clientes tuyos, y a cambio de tus servicios te daban colmillos de marfil y madera de ébano. 16 Edom era cliente tuyo, atraído por la abundancia de tus manufacturas; a cambio te daba malaquita, púrpura, telas recamadas, lino, corales y rubíes. 17 También Judá e Israel comerciaban contigo; a cambio de tus servicios te proporcionaban trigo de Minit, galletas, miel, aceite y bálsamo. 18 Damasco era cliente tuya, atraída por la abundancia de tus manufacturas y de tus riquezas; a cambio te daba vino de Jelbón y lana de Sajar. 19 Dan y Javán, desde Uzal, te proporcionaban hierro forjado, canela y caña aromática. 20 Dedán comerciaba contigo en sillas de montar. 21 Arabia y todos los príncipes de Quedar intercambiaban contigo productos: corderos, carneros y machos cabríos. 22 Los mercaderes de Sabá, Asur, Quilmad y Ramá comerciaban contigo; te daban a cambio perfumes exquisitos, piedras preciosas de toda clase y oro. 23 Jarán, Cané y Edén comerciaban contigo 24 en vestidos de lujo, mantos de púrpura, telas recamadas, tapices multicolores y sólidas maromas trenzadas. 25 Las naves de Tarsis transportaban tus mercancías.

Te hiciste rica y opulenta,
anclada en el corazón del mar.
26 Pero los remeros de tus naves
te condujeron a alta mar
y el viento del este te destrozó
allí, en el corazón del mar.
27 Tus riquezas, mercancías y fletes,
tus marinos, timoneles y calafates,
tus agentes comerciales, tus guerreros
y toda la tripulación que transportas,
se hundirán en medio del mar,
contigo, el día que naufragues.
28 Al grito de auxilio de tus timoneles
todas las costas se asustarán;
29 entonces desembarcarán de sus naves
todos los que empuñan los remos;
marineros y hombres de mar
se quedarán quietos en tierra.
30 Lanzarán gritos por ti,
acompañados de amargos gemidos;
se echarán polvo en la cabeza,
se revolcarán en la ceniza;
31 se raparán la cabeza por tu causa,
se ceñirán la cintura de sayal;
llorarán amargamente por ti,
harán un amargo duelo.
32 Entonarán por ti una elegía,
te dedicarán una lamentación:
“¿Quién era comparable a Tiro
en medio del mar?”.
33 Cuando desembarcabas tus mercancías,
saciabas a pueblos numerosos;
con tus riquezas y productos abundantes
enriquecías a los reyes de la tierra.
34 Ahora, destrozada por las olas,
yaces en el fondo del mar;
tu carga y tu tripulación
se hundieron junto contigo.
35 Todos los habitantes de las costas
quedaron desolados por ti;
sus reyes están horripilados,
tienen el rostro demudado.
36 Comerciantes de otros pueblos
silban asombrados por ti:
te has convertido en espanto,
has desaparecido para siempre.