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11 pon luego la olla vacía sobre el fuego,
hasta que el cobre se ponga al rojo vivo
y quede limpio de sus impurezas;
¡hasta que el moho desaparezca!
12 Sin embargo, tan enmohecido está
que no se limpia ni con fuego.

13 »”Jerusalén, yo he querido limpiarte de la impureza de tu libertinaje, pero no has quedado limpia. Sólo quedarás limpia cuando descargue mi ira sobre ti.

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