Add parallel Print Page Options

Ningún ojo se apiadó de ti para hacer por ti alguna de estas cosas, para compadecerse de ti; sino que fuiste echada al campo abierto(A), porque fuiste aborrecida el día en que naciste.

’Yo pasé junto a ti y te vi revolcándote en tu sangre. Mientras estabas en tu sangre, te dije: “¡Vive!”. Sí, te dije, mientras estabas en tu sangre: “¡Vive!”. Te hice tan numerosa como la hierba del campo(B). Y creciste, te hiciste grande y llegaste a la plenitud de tu hermosura. Se formaron tus pechos y creció tu pelo, pero estabas desnuda y descubierta.

Read full chapter