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30 «¡Qué débil es tu corazón», declara el Señor Dios, «cuando haces todas estas cosas(A), las acciones de una ramera desvergonzada(B)! 31 Cuando edificaste tu santuario en toda cabecera de camino y te hiciste tu lugar alto en cada plaza, al despreciar la paga(C), no eras como la ramera. 32 ¡Mujer adúltera, que en lugar de su marido recibe a extraños!

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