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Entonces un querubín extendió su mano de entre los querubines hacia el fuego que había en medio de los querubines, tomó de él y lo puso en las manos del que estaba vestido de lino. Y este lo tomó y salió.

La gloria del Señor deja el templo

Los querubines parecían tener debajo de sus alas algo semejante a una mano de hombre. Miré, y he aquí que había cuatro ruedas junto a los querubines; al lado de cada querubín había una rueda. El aspecto de las ruedas era como de piedra de crisólito.

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