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11 El Señor me habló diciendo: 12 «Pregunta a este pueblo rebelde si tiene idea de lo que significa todo esto. Recuérdale que el rey de Babilonia vino a Jerusalén y se llevó a su país al rey de Judá y a sus funcionarios. 13 Luego tomó a uno de la familia real y lo obligó a firmar con él un tratado bajo juramento, y se llevó a la flor y nata del país. 14 Esto lo hizo para humillar a Judá. Así le impidió sublevarse y lo obligó a cumplir el tratado para poder subsistir. 15 Sin embargo, este príncipe se rebeló contra el rey de Babilonia, y envió mensajeros a Egipto para conseguir caballos y un numeroso ejército. ¿Y tendrá éxito y podrá escapar el que se atreva a hacer esto? ¿Acaso podrá violar el tratado y salir con vida? 16 ¡No, sino que morirá en Babilonia, el país del rey que lo hizo reinar y con quien hizo un juramento que no cumplió, y firmó un tratado que violó! Yo, el Señor omnipotente, lo juro por mí mismo. 17 Ni el faraón con su gran ejército y numerosas tropas podrá auxiliarlo en la guerra, cuando se levanten rampas y se construyan torres de asalto para matar a mucha gente. 18 El príncipe de Judá quebrantó el juramento y violó el tratado. Así que, por haber hecho todo esto a pesar de su compromiso, ¡no escapará!

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