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Como respuesta, el rey Asuero le preguntó a la reina Ester:

«¿Quién es, y dónde está, el que ha abrigado en su corazón hacer tal cosa?»

Ester dijo:

«El enemigo y adversario es este malvado Amán.»

Entonces Amán se trastornó ante el rey y la reina. Lleno de ira, el rey se levantó del banquete y se fue al huerto del palacio, mientras que Amán se quedó para suplicarle a la reina Ester que le perdonara la vida, pues se dio cuenta del peligro que corría por el enojo del rey.

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