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Porque mi pueblo y yo hemos sido vendidos para ser arruinados, asesinados y aniquilados. Si solo hubiéramos sido vendidos como esclavos, me habría quedado callada porque ese no sería un problema suficientemente importante como para molestar al rey.

Entonces el rey Jerjes le preguntó a la reina Ester:

—¿Quién es y dónde está aquel que se atrevió a pensar en hacerle a tu pueblo cosa semejante?

Y Ester respondió:

—El hombre que está en contra nuestra, nuestro enemigo, es este malvado Amán.

Amán se llenó de terror ante el rey y la reina.

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