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―¿Qué recompensa le hemos dado a Mardoqueo por haber hecho esto? —preguntó el rey.

―Nada— respondieron sus oficiales.

En ese preciso momento, Amán entraba al patio exterior del palacio, para pedirle al rey que colgara a Mardoqueo en la horca que había preparado. Por eso, el rey preguntó:

―¿Quién está en el patio?

―Es Amán, Su Majestad —le respondieron sus oficiales.

―Díganle que venga —ordenó el rey.

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