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Entonces los guardias reales que custodiaban la puerta del palacio le preguntaron a Mardoqueo:

— Y tú, ¿por qué desobedeces el mandato real?

Y como todos los días le preguntaban lo mismo, y él no les hacía caso, lo denunciaron a Amán, para ver si valían sus excusas, pues les había declarado que era judío. Al comprobar Amán que Mardoqueo no se arrodillaba ni inclinaba la cabeza a su paso, montó en cólera.

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