Add parallel Print Page Options

A su paso, todos los servidores del palacio se arrodillaban e inclinaban la cabeza ante él, porque así lo había ordenado el rey. Pero Mardoqueo no se arrodillaba ni inclinaba la cabeza a su paso.

Entonces los guardias reales que custodiaban la puerta del palacio le preguntaron a Mardoqueo:

— Y tú, ¿por qué desobedeces el mandato real?

Y como todos los días le preguntaban lo mismo, y él no les hacía caso, lo denunciaron a Amán, para ver si valían sus excusas, pues les había declarado que era judío.

Read full chapter