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Ester revela su identidad judía

Fueron, pues, el rey y Amán a comer con la reina Ester. También este segundo día, mientras bebían el vino, el rey preguntó a Ester:

—Reina Ester, ¿cuál es tu petición? Te será dada. ¿Qué es lo que solicitas? ¡Hasta la mitad del reino te será concedida!

Entonces la reina Ester respondió y dijo:

—¡Oh rey, si he hallado gracia ante tus ojos, y si a su majestad le parece bien, que me sea concedida la vida por mi petición y mi pueblo por mi solicitud! Porque yo y mi pueblo hemos sido vendidos para ser destruidos, muertos y exterminados. Si hubiéramos sido vendidos para ser esclavos y esclavas, yo habría callado; pues tal desgracia no justificaría molestar al rey…

El rey Asuero preguntó a la reina Ester:

—¿Quién es ese, y dónde está el que ha concebido hacer tal cosa?

Y Ester respondió:

—¡El enemigo y adversario es este malvado Amán!

Entonces Amán se llenó de terror en la presencia del rey y de la reina.

Caída de Amán y triunfo de Mardoqueo

El rey se levantó enfurecido y dejando de beber vino se fue al jardín del palacio. Y Amán se quedó de pie, rogando a la reina Ester por su vida; porque vio que el mal ya estaba decidido para él, de parte del rey.

Cuando el rey regresó del jardín del palacio a la sala donde estaban bebiendo vino, Amán había caído sobre el diván en que estaba Ester. Entonces el rey dijo:

—¿También ha de violar a la reina estando yo en la casa?

En cuanto salió la palabra de la boca del rey, le cubrieron la cara a Amán. Entonces Harbona, uno de los eunucos al servicio del rey, dijo:

—He aquí, hay una horca de veinticinco metros de alto, que Amán ha hecho en su casa para Mardoqueo, quien había hablado bien en favor del rey.

Entonces el rey dijo:

—¡Cuélguenlo en ella!

10 Así colgaron a Amán en la horca que él había preparado para Mardoqueo. Y se apaciguó la ira del rey.

Amán es ahorcado

Fue, pues, el rey con Amán al banquete de la reina Ester. Y en el segundo día, mientras bebían vino, dijo el rey a Ester: ¿Cuál es tu petición, reina Ester, y te será concedida? ¿Cuál es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será otorgada. Entonces la reina Ester respondió y dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si al rey place, séame dada mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi demanda. Porque hemos sido vendidos, yo y mi pueblo, para ser destruidos, para ser muertos y exterminados. Si para siervos y siervas fuéramos vendidos, me callaría; pero nuestra muerte sería para el rey un daño irreparable.

Respondió el rey Asuero, y dijo a la reina Ester: ¿Quién es, y dónde está, el que ha ensoberbecido su corazón para hacer esto? Ester dijo: El enemigo y adversario es este malvado Amán. Entonces se turbó Amán delante del rey y de la reina. Luego el rey se levantó del banquete, encendido en ira, y se fue al huerto del palacio; y se quedó Amán para suplicarle a la reina Ester por su vida; porque vio que estaba resuelto para él el mal de parte del rey. Después el rey volvió del huerto del palacio al aposento del banquete, y Amán había caído sobre el lecho en que estaba Ester. Entonces dijo el rey: ¿Querrás también violar a la reina en mi propia casa? Al proferir el rey esta palabra, le cubrieron el rostro a Amán. Y dijo Harbona, uno de los eunucos que servían al rey: He aquí en casa de Amán la horca de cincuenta codos de altura que hizo Amán para Mardoqueo, el cual había hablado bien por el rey. Entonces el rey dijo: Colgadlo en ella. 10 Así colgaron a Amán en la horca que él había hecho preparar para Mardoqueo; y se apaciguó la ira del rey.

Humillación y muerte de Amán

El rey y Amán fueron al banquete de la reina Ester, y al segundo día, mientras brindaban, el rey preguntó otra vez:

—Dime qué deseas, reina Ester, y te lo concederé. ¿Cuál es tu petición? ¡Aun cuando fuera la mitad del reino, te lo concedería!

Ester respondió:

—Si me he ganado el favor de Su Majestad, y si le parece bien, mi deseo es que me conceda la vida. Mi petición es que se compadezca de mi pueblo. Porque a mí y a mi pueblo se nos ha vendido para exterminio, muerte y aniquilación. Si solo se nos hubiera vendido como esclavos, yo me habría quedado callada, pues tal angustia no sería motivo suficiente para inquietar a Su Majestad.[a]

El rey preguntó:

—¿Y quién es ese que se ha atrevido a concebir semejante barbaridad? ¿Dónde está?

—¡El adversario y enemigo es este miserable de Amán! —respondió Ester.

Amán quedó aterrorizado ante el rey y la reina. El rey se levantó enfurecido, dejó de beber y salió al jardín del palacio. Pero Amán, dándose cuenta de que el rey ya había decidido su fin, se quedó para implorarle a la reina Ester que le perdonara la vida.

Cuando el rey volvió del jardín del palacio a la sala del banquete, Amán estaba inclinado sobre el sofá donde Ester estaba recostada. Al ver esto, el rey exclamó:

—¡Y todavía se atreve este a violar a la reina en mi presencia y en mi casa!

Tan pronto como el rey pronunció estas palabras, cubrieron el rostro de Amán. Y Jarboná, uno de los eunucos que atendían al rey, dijo:

—Hay una horca de cincuenta codos[b] de altura, junto a la casa de Amán. Él mandó colocarla para Mardoqueo, el que intervino en favor del rey.

—¡Cuélguenlo en ella! —ordenó el rey.

10 De modo que colgaron a Amán en la horca que él había mandado levantar para Mardoqueo. Con eso se aplacó la furia del rey.

Footnotes

  1. 7:4 pues … Majestad. Alt. pero la compensación que nuestro adversario ofrece no puede compararse con la pérdida que sufriría Su Majestad.
  2. 7:9 Es decir, aprox. 23 m.