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Éramos esclavos, pero tú no permitiste que lo siguiéramos siendo para siempre. Fuiste bueno con nosotros e hiciste que los reyes de Persia fueran buenos también con nosotros. Tu templo fue destruido, pero tú nos diste una nueva vida para poderlo reconstruir y dejarlo como nuevo. Dios, tú nos permitiste tener una muralla[a] para proteger a Judá y a Jerusalén.

10 »Ahora, Dios nuestro, ¿qué podemos decirte? Otra vez hemos desobedecido los mandamientos que nos diste a través de los profetas. 11 Dios mío, tú usaste a tus siervos los profetas para que nos dieran estas órdenes: “La tierra en que van a vivir y que será de ustedes es una tierra arruinada por las maldades que ha hecho la gente que vive allí. Ellos han contaminado esta tierra de extremo a extremo con sus pecados.

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Footnotes

  1. 9:9 muralla Aquí se refiere a la protección de los oficiales persas y no a una pared o un muro alrededor de la ciudad.